“¿Te acuerdas del hermano Gabilondo? –recordaba el periodista Iñaki Gil en una columna en la campaña madrileña de 2015- Y, claro, todos nos acordábamos de Ángel, entonces fraile, hoy candidato por el PSOE a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
-¿Te acuerdas cómo le llamábamos? pregunta uno de la cuadrilla.
Y el grupo, sin dudarlo y a coro responde: ¡Cromañón!.
Hay consenso en el porqué del mote. No por su gran mandíbula, más propia de los neandertales. Sino por las leches que daba.
Era alto, llevaba el pelo largo y, como todos sus exalumnos recuerdan, se arremangaba la sotana para jugar al fútbol. El Gabilondo pegaba poco. Muy poco. A mí, un par de veces. Un solo golpe. Certero y medido. En la mandíbula. 'Se te van a quitar las ganas de hablar, Gil'. Y se te quitaban. A ti y a toda la clase...”
Justo medio siglo después de aquellos recuerdos de Iñaki Gil en los Corazonistas de Vitoria, Ángel Gabilondo camina hacia una derrota el 4-M entre su propia molicie, los bandazos a los que le somete Moncloa en plena campaña y el indisimulado ninguneo por parte de Pedro Sánchez y sus ideólogos desde que anunciaron su candidatura como un mal menor porque el adelanto electoral de Isabel Díaz Ayuso les había pillado con el pie cambiado.
Gabilondo no estaba en esto...
Gabilondo, que llevaba meses pensando en cómo iba a redecorar el despacho de Defensor del Pueblo en cuanto se desatascara el nonato acuerdo para renovar el CGPJ, se vio lanzado a la campaña electoral entre la desesperación del Partido Socialista madrileño –una vez más ninguneado desde Ferraz como tantas veces en las últimas décadas- y la propia molicie que acompaña a este exseminarista que, en una campaña entre los extremos de Iglesias y Monasterio, naufraga una y otra vez como demostró el último debate. Y la verdad, algunos vídeos como el que sigue, tampoco ayudan...
En el combate de una campaña polarizada por las estrategias de Vox y Unidas Podemos, los golpes del antaño profesor 'Cromañón' han tornado en braceos de boxeador sonado hasta el punto de que, como contará el domingo en este mismo diario Gabriel Sanz, Moncloa ya ha puesto a Sánchez a buen recaudo para que no le salpique el desastre de Gabilondo que se barrunta el 4-M.
Por mucho que Tezanos acuda como el Séptimo de Caballería al rescate con una encuesta que causa el estupor en el resto de desmóscopos, Gabilondo tiene más cerca el aliento de Más Madrid y Mónica García que la posibilidad de gobernar después del 4-M.
De Narciso Michavila y su Gad3 –“como ya anticipé en las últimas generales, que con el mismo método V108 de ahora Tezanos le dio a su partido hasta 150 escaños y a Cs hasta 35, fueron 120 y 10 respectivamente, afirmo que volverá a ser la encuesta que más se desvíe del resultado final”- a Kiko Llaneras en El País, todos anticipan el desastre de Gabilondo y denuncian el papelón del CIS, pagado –como tantas otras cosas- con dinero público.
“En el promedio de sondeos, la suma de PP y Vox ronda el 50%, mientras que el CIS les da solo el 45%. Con la izquierda ocurre al revés; el promedio coloca a la suma de PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos en el 44% de votos, mientras que el CIS les da un 50%. Este contraste no es una sorpresa, sino una rutina", dice Llaneras.
"Desde que José Félix Tezanos es presidente del CIS, las estimaciones del organismo han sobrevalorado sistemáticamente el voto de la izquierda. Lo hizo en cada una de sus primeras 17 elecciones que analizamos. Y es lo que pasó, sin ir más lejos, en las elecciones de la Comunidad de Madrid hace dos años: entonces la suma de izquierdas obtuvo un 47,6% del voto, aunque el CIS le daba un 52%” constata finalmente.
Demasiado vaivén para el padre Ángel: hace ya medio siglo que no lleva el pelo largo “ni se arremanga la sotana”. Y lo peor es que, abandonado por Moncloa, después del 4-M puede perder hasta el tren del Defensor del Pueblo. ¿Era necesario hacerle esto para una legislatura de dos años?
Con estos mimbres, desde Moncloa van a dejar solo a Gabilondo. De todos es sabido que “la victoria tiene mil padres y la derrota es huérfana”, pero Pedro Sánchez quiere poner tierra de por medio con su candidato, el mismo que él e Iván Redondo lanzaron a la arena de Madrid superado los 70 para ‘girar al centro’ y pegarse, primero, por el voto de los indecisos de Ciudadanos. Y después, en pleno debate, anunciar que –igual que Pedro pasó de no poder dormir con Iglesias a arrebujarse bajo el edredón de Moncloa- “querido Pablo, nos quedan 12 días para poder gobernar en Madrid”.
El último bochorno fue anunciar -tras la única pausa publicitaria- que dejaba el debate de este viernes de la SER por la actitud de Rocío Monasterio... una hora después de que lo hubiera hecho Pablo Iglesias. ¿Falta de reflejos o llamada tardía de Moncloa? En cualquier caso, demasiado vaivén para el padre Ángel, que a él no le "viene bien la tensión", como decía a micrófono cerrado su hermano Iñaki Gabilondo a Zapatero.
El candidato socialista hace ya medio siglo que no lleva el pelo largo “ni se arremanga la sotana”. Y lo peor es que, abandonado por Moncloa, después del 4-M (siempre que Monasterio no se empeñe en seguir movilizando a la izquierda) puede perder hasta el tren del Defensor del Pueblo. ¿Era necesario hacerle esto para una legislatura de dos años?
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