Absolución es una de las novelas que con más interés he leído de Luis Landero. Justo al comienzo el novelista extremeño empieza perfilar a su personaje: Un día, allá en la adolescencia, un profesor citó en clase una frase de Pascal: “Todos los infortunios del hombre vienen de no saber estarse quieto en un lugar”. Ignoro si los ministros de este Gobierno han leído a Landero, aunque me temo lo peor. Desconozco si Alberto Garzón lo ha hecho, pero si no fuera así humildemente le recomendaría que lo hiciera. Lo de Pascal puede que sea lo menos importante. Lo sustancia de la novela es que habla de un tipo cuyo problema es que no encuentra acomodo en ningún lugar, que es lo que muchos pensamos que es lo que le sucede a este ministro de juguete con tarjeta de ministro de Consumo. Muchas cosas le inquietaban y luego lo aburrían, se lee en Absolución. Pues eso mismo.
Recetas, juguetes y ahora, la carne
Le dio por hacer un recetario de comida sana y cabreó a los cocineros. Se puso con una campaña sobre el juguete no sexista, y enfadó a padres, niños, vendedores y fabricantes. Y ahora arremete contra las macro granjas, a las que culpa de vender carne de mala calidad. Hubiera hecho bien en irse a un juez y denunciar tan gravísima actividad, pero no, decidió contarle sus cuitas al periódico británico The Guardian. No al Norte de Castilla o al Diario de Pontevedra, que seguro que leen muchos ganaderos. Al mismísimo The Guardian, oigan, que debe ser que están ahí muy interesados en la opinión del ministro más insignificante -y hay unos cuantos- del Gobierno. Pero Garzón sabe lo que hace. Marran las voces que le califican de frívolo e inconsciente.
Sánchez no lo puede cesar
Decía el lunes Pedro Sánchez a la única radio con la que habla y cuyo nombre no hace falta que recuerde, que lamenta mucho la polémica con las palabras del ministro. En realidad, le preguntaban si iba a cesar a ese ministro de papel de estraza, y ante la imposibilidad de decir la verdad -algo que metafísicamente no puede hacer porque no está en su naturaleza-, respondió de aquella manera, confirmando de paso la manera con que está construido este Gobierno.
Un presidente que no puede nombrar a algunos ministros; ese mismo presidente que no puede cesarlos cuando meten la pata; ese mismo presidente que tiene que soportar las apuestas públicas que a futuro le hace el ministro cuota más ocioso de la democracia, y por eso asegura que pase lo que pase él será ministro de lo suyo hasta el final de legislatura. Algo que no podría afirmar Margarita Robles lo dice Garzón. Y no es sólo una premonición, es una burda manera de hacerle una cuchufleta a Sánchez después de contar que España vende a otros países carne de mala calidad.
El sospechoso silencio de Luis Planas
Tiene uno curiosidad por saber cuántas veces se ha reunido con el sector ganadero, y cuántas ha hablado con ellos sobre la situación de las llamadas macro granjas. Curiosidad por sabe cuántas de esas granjas conoce. Si ha probado su carne. Si ha visto a esos animales. Si ha hablado con los sindicatos Asaja,UPA…Por saber, quisiera conocer la opinión del ministro de agricultura y ganadería sobre este asunto. Y hasta puede que el ministro Luis Planas calle porque se haya creído eso que dicen los de Podemos cada vez que el de Consumo mete la pata, que son opiniones personales. Deben creer que la gente es idiota. Un tipo que es ministro da una entrevista a un periódico británico y habla a título personal. ¿De verdad?
Garzón es un experto del error, cuando no del disparate. En eso se ha convertido, en un experto, pero la experiencia no te hace más sabio, te hace mas experto. Pero, ¿en qué? En el PSOE quieren que se calle. Pero en el PSOE saben que el ministro seguirá hablando de los temas que le vengan en gana, que ya me contarán qué tienen que ver las macro granjas con las competencias del ministro de los juguetes, las recetas de comida sana y las apuestas deportivas.
El ministro de las mentirijillas
Hasta que llegó al Gobierno don Alberto, el apellido Garzón tenía la bien ganada fama de inquietante y zascandil, pero en manos de un juez que luego dejo serlo no sin ante pasar por el Gobierno de Felipe González y terminar arremetiendo contra él buscando la X de los GAL. El apellido Garzón ha ido de inquietante a prescindible, y ha terminado en humillante. Yo no quisiera insistir en lo que asegura sobre la ganadería intensiva, y tampoco recordar sus desbarres con otras guerras que no son suyas. No le den más vueltas. Garzón es un político a la medida de su cargo. Él sabía. cuando le ofrecieron el Ministerio. que era un trampantojo, una tomadura de pelo que siempre fue -y ya era mucho- una triste dirección general. Aceptó, y ese fue su problema. Aceptar una ensoñación, una ficción que, como suele ocurrir, ha terminado en nada. Aquello que empieza en improbable, pero parece posible, está llamando descaradamente al disparate. Con el permiso de Lope de Vega habría que decir eso de que quien lo probó, lo sabe.
Ministro de un Gobierno 'incompetente'
Pero ahí sigue. Y seguirá. Por muy desventurado que sea su trabajo y mucho el daño que le hace al PSOE, no hay quien lo mueva. No lo nombró Sánchez, pero es que además es el coordinador general de una cosa que tuvo vida hasta que se fue Cayo Lara: Izquierda Unida. Está doblemente blindado, por la cuota y por ser el coordinador de una fuerza (¿?) que forma parte de Podemos.
A nadie le puede extrañar que la encuesta publicada recientemente por El País permita a su editorialista destacar la percepción que tienen los entrevistados del Gobierno de coalición: incompetente, incumplidor, desunido e inestable. ¿Y Casado? Lo habrá leído.
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