Opinión

Génova 13: sic transit gloria mundi

Pienso en Feijóo y nunca como hoy he tenido tan claro que su reino no es de este mundo. He ahí lo poco que se parecen el que manda y el aspirar a mandar

  • Esteban González Pons y Alberto Núñez Feijóo. -

Si con motivo de la celebración del cuarenta aniversario de la victoria de Felipe González, llega Alfonso Guerra y nos dice que el PSOE ya no es el PSOE, que es otro partido, que aquel del que fue vicesecretario general ya no existe. Si tras el fiasco de la negociación con el Gobierno sobre la reforma del Poder Judicial, el ingenuo y lábil Alberto Núñez Feijóo nos pide tranquilidad, porque llegará el tiempo en que haya acuerdos con el PSOE, pero no con el actual, este que está hecho a la medida del Sánchez más caprichoso y proteico.

Si como hemos visto estos días del fracaso de las negociaciones para la reforma del CGPJ, una cosa es la que decía el ministro Bolaños, que negaba que se fuera a reformar el delito de sedición, y otra su presidente desde África, que reconocía lo contrario. Y si cientos de miles de votantes socialistas -aquellos que apoyaron durante casi toda su vida a González- hoy deambulan por los colegios electorales sin saber dónde y a qué agarrarse, habrá que convenir que quizá Guerra tenga razón. La tiene.

Este no es el PSOE que muchos han conocido, y ante una evidencia así, y dando por hecho que les importa poco que los tachen de neoliberales y fascistas y todas esas lindezas que salen de la boca de los encaramados, a las estructuras y al aparato sanchista, han de convenir en lo evidente: lo que un día creyeron, terminó; lo que pensaron, hoy es viejo; lo que aceptaron como una solución, que pasaba por el entendimiento y los consensos, ya no vale. Es otro partido, pero es también otra España, y acaso ese sea el gran problema para comprender aquello que no se puede explicar.

Cunde la sensación de que el PP, y según los días, empieza a recordar al partido timorato que necesita tiempo para, como se dice ahora, posicionarse

Pero si el socialista es otra formación distinta a la que muchos españoles conocieron y apoyaron durante lustros, qué decir del Partido Popular. Cunde la sensación de que el PP, y según los días, empieza a recordar al partido timorato que necesita tiempo para, como se dice ahora, posicionarse. El de Feijóo rememora otros tiempos en los que la falta de contundencia les terminaba ahogando ante la ausencia de claridad y determinación. No vale con las formas, exquisitas y de agradecer de un líder que repite una y otra vez que él no ha venido a Madrid a insultar a Sánchez. Bien, si no ha venido a eso, ¿entonces a qué? Feijóo hay días que recuerda el consejo que Baroja le dio a un escritor en ciernes que soñaba con triunfar en la capital de España: Váyase a Madrid y póngase a la cola, le dijo don Pío.  

Edad y experiencia tiene para que no haya que explicárselo, pero sobre todo para haberse ahorrado el ridículo de la negociación del Poder Judicial

Del presidente del PP se espera algo más que ver cómo pasa el tiempo y el adversario se desgasta en las encuestas. Con los sondeos no se ganan elecciones, pero sí desgastan a los temerosos. Recuerda Marco Aurelio que la mejor manera de protegerse es no volverse semejante.  Vaya, y por si no queda claro: la de no parecerse a quien se critica.  Entre lo que esperan algunos ciudadanos que, según los días, se muestran dispuestos a apoyarlo, es cierta determinación para moverse en un patio de monipodio en el que la trampa, la falta de seriedad y la mentira han entrado de lleno.

Ese es el campo de batalla. Edad y experiencia tiene para que no haya que explicárselo, pero sobre todo para haberse ahorrado el ridículo de la negociación del Poder Judicial. Puede que no le hayan temblado las piernas, pero sí las ideas. La querencia y devoción por el dontancredismo, que es lo mismo que él por error, le ha dado al del PP tanta parte de culpa en el desastre de la Justicia española como tenía Sánchez antes de los tratos. ¿Política? No, juego de cenizos que viven en el cálculo y la encuesta.

Cuantas más explicaciones dan, peor. Nos dijeron que la rebaja del delito de sedición no iba, que eso era “periodismo de autor y una no noticia”, en expresión de Esteban González Pons. Vaya, vaya. Que diga esto, quien que pasa por ser de lo mejor y más sensato del PP debe darnos una idea de la cantidad de cráneos privilegiados con despacho en la calle Génova que pasan el día pensando qué hacer. O, visto lo visto, que no hacer. ¿Bolaños, un ministro al que le vendría grande una consejería en un gobierno regional engañando a González Pons?

Es imposible que los resortes de la Justicia aguanten. El Poder Judicial paralizado, maniatado, sin funciones y a punto de explotar

En la película Casablanca hay una escena maravillosa en la que el corrupto capitán Louis Renault descubre, tras haber cobrado mordidas y comisiones, que en el café de Rick se practica el juego ilegal. "Qué escándalo", grita, "aquí se juega", mientras mira fijamente a Humphrey Bogart y anuncia el cierre del local. Pues bien, a mí me recuerda esto de Feijóo y el Poder Judicial la escena de marras. ¡Qué escándalo, acabo de enterarme de que ERC trabaja para el Gobierno! Que los independentistas catalanes hacen e inspiran algunas de nuestras leyes; que Rufián se pavonea mientras lanza a los socialistas la gran verdad: sudaréis para conseguir nuestro voto. Qué horror, acabo de enterarme de que Pedro Sánchez está donde está porque los del ho tornarem a fer lo soban y sostienen. Qué escándalo, el Gobierno no quiere que los jueces nombren a los jueces. Estas y otras pamplinas, y otras del mismo jaez como único argumento.

Electoralismo, votos. No hay otra cosa. Cálculo electoral cada vez que dan un paso adelante y luego otro atrás. Hoy, y tras el roto de la negociación, el PP es tan culpable como el Gobierno de la gran crisis institucional que vive el Poder Judicial. Si fuera verdad lo que dice la ministra de Justicia, que el personal va hablando de estos asuntos en el autobús y en el Metro, ya lo habrían arreglado. Pero que esto no suceda, no quita que el tufo que se percibe alrededor del Supremo y el Constitucional recuerde cada día más al de un muladar en el que el olor a borrico muerto es insoportable. Es imposible que los resortes de la Justicia aguanten.

El Poder Judicial paralizado, maniatado, sin funciones y a punto de explotar. Pero es que sucede que para renovar el Constitucional no hace falta ningún consenso, ¿entonces por qué el Gobierno, el propio Poder Judicial y el Senado no nombran los vocales que les corresponden? Silencio.

Y mientras tanto, tal día como hoy, haya paz. Feliz día de los Santos para Pedro Sánchez. Nunca como hoy he tenido tan claro que su mundo no es de este reino. Para Alberto Núñez Feijóo y para todos los asesores, estrategas y avisados que acaban de demostrar lo que hay más allá de las encuestas. Polvo, y después nada, que dejó escrito en su sepultura el cardenal Portocarrero.  Pienso en Feijóo y nunca como hoy he tenido tan claro que su reino no es de este mundo. He ahí lo poco que se parecen el que manda y el aspirar a mandar.

Sic transit gloria mundi. Y bien cierto que es, así va pasando la gloria del mundo.

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