Opinión

Glotofobia o desprecio a la lengua de los otros

La glotofobia o desprecio a los otros por su lengua la inventaron los romanos, o quizá ya existió antes, pero no tenemos noticia. No decían los legionarios que la gente que iban sometiendo hablaban otras lenguas, sino que balbuceaban una lengua

La glotofobia o desprecio a los otros por su lengua la inventaron los romanos, o quizá ya existió antes, pero no tenemos noticia. No decían los legionarios que la gente que iban sometiendo hablaban otras lenguas, sino que balbuceaban una lengua ininteligible que interpretaban, imitándola, como bla-bla-bla, origen onomatopéyico de la voz bárbaro y del verbo balbucear. El procedimiento se conserva en el nombre popular del asturiano, bable, y también en la palabra rusa que sirve para denominar a la lengua alemana, Немецкий язык, algo así como los que hablan niem-niem.

             Glotis es voz griega (Γλωτίς) que sirve para políglota, que habla muchas lenguas; glotónimo, nombre de una lengua (por analogía con antropónimo, nombre de una persona); glotología, estudio de las lenguas; glosario, colección de palabras que aclaran un determinado texto; o glosa, comentario a un texto difícil de entender. Y no entraré en el campo de la anatomía, epiglotis, o de la medicina, glosalgia, glosoplejia, macroglosia

Pero volvamos a la glotofobia o discriminación por la forma de hablar. Yo no segregaría nunca a un gaditano, ni a un malagueño, ni a un canario, ni a un rioplatense, al contrario, elogiaría la gracia de su entonación y también lo específico de su léxico. Tienen un arte especial para transgredir las normas, pero las rehacen de manera mucho más expresiva, aunque no debo, generalizar.

El español de Valladolid goza de mayor reconocimiento que el de Huelva, eso es al menos lo que percibo. El énfasis en las eses del español de Segovia contrasta con la ausencia en el de Málaga o en el de Canarias. El de Madrid es más comedido y se imita como modelo entre los profesores que enseñan español por el mundo a unos 22 millones de estudiantes según cifras del Instituto Cervantes. Las apreciaciones son variadas, pero podríamos decir, y si me equivoco que me perdone quien piense otra cosa, que existe cierta tendencia a imitar como modelo al español de Castilla frente a otras entonaciones y usos léxicos.

Para América las valoraciones son distintas, pero a los españoles suelen sonarnos bien, en general, aquellas entonaciones y léxico. Ese reconocimiento garantiza la unidad.

No sucede lo mismo con el español de la ministra de Cabra, la señora doña Carmen Calvo que no solo conserva su acento egabrense sino que lo pondera y escenifica con intensidad

 El hecho es que, más que acentos regionales, lo que resulta atractivo son los dejes individuales, pues el habla es un reflejo de la persona. Todos sabemos que hay personajes públicos que son muy capaces de mostrarse interesantes gracias a su discurso, y otros que son de un sopor que espanta; y también hay personajes como la tía Antonia de Villanueva del Ariscal, pongamos por caso, que tiene tal gracia al contar las cosas que deja entusiasmada a su audiencia.

Si tuviera un léxico amplio y fluido, el habla de doña Yolanda Díaz, que nada conserva de su origen gallego, o al menos yo no lo percibo, coincidiría con el español estándar de quienes aún siendo de provincias prescinden de sus peculiaridades regionales. No sucede lo mismo con el español de la ministra de Cabra, la señora doña Carmen Calvo que no solo conserva su acento egabrense sino que lo pondera y escenifica con tal intensidad que en sus intervenciones más parece estar abroncando a su audiencia que expandiendo su “inmenso” saber.

Hay gente que habla con gracia, y otros que maldita la gracia con la que hablan. Sé de quienes no soportan las peroratas de la sevillana doña María Jesús Montero porque incluso para la explicación más simple se muestra recelosa, agresiva, como si los oyentes no quisieran entender lo que está diciendo.

Quiero llegar a una conducta claramente vituperable y grosera, la glotofobia de algunos catalanistas ambilingües que se comportan como talibanes hacia catalanes monolingües de español. Actúan los adiestrados como obedientes felpudos, rebeldes al criterio propio, pues no lo tienen, y enemigos de la inteligencia. Les han dicho que el catalán hay que meterlo hasta en la sopa, y practican el cretinismo hasta desbordarlo, y lo utilizan en los casos en que su interlocutor no lo conoce, como si frase a frase fueran a enseñarle catalán al resto del mundo. Es como si un cubo tras otro se empeñaran en vaciar el mar. Ni van a aprender catalán los otros con sus simplezas, ni la lengua va a ser más querida.

Les han hecho creer que su condición ambilingüe los eleva unos peldaños por encima de los otros españoles, y que si son separatistas es porque el resto de España es más limitadita

Esos fieles devotos del secesionismo, armados con el escudo del catalán de Barcelona y con la lanza de Junts o ERC, demuestran que agachan la cabeza ante el adoctrinamiento xenofóbico de sus líderes, que les han hecho creer que su condición ambilingüe los eleva unos peldaños por encima de los otros españoles, y que si son separatistas es porque el resto de España es más limitadita, vamos, de corta inteligencia, y más pobretones. Y creen en algo todavía más inverosímil, que un día expulsarán al español de los dominios invadidos y hablarán solo catalán. Ignoran que sus antepasados aprendieron español como ahora aprendemos inglés, y que miles de lenguas como la suya corren la misma suerte y ni se han recuperado, ni se recuperan, ni se recuperarán, y sus hablantes no montan un cirio.

La mayoría de los españoles estamos a favor del uso del catalán en todos los ámbitos, pero también en contra de la abolición de los derechos de quienes ni quieren ni pueden aprenderlo.

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