"Todo fue una broma familiar", declaró Francisco José Iglesias ante el juez para explicar que su hijo, Pablo Manuel Iglesias, le etiquetara como 'militante del Frap' o 'frapero'. Un apodo cariñoso. Se veía en un juzgado de Zamora la demanda interpuesta por el padre del fundador de Podemos contra la diputada Cayetana Álvarez de Toledo quien, en sede parlamentaria, calificó de 'hijo de terrorista' al susodicho dirigente morado. Dado que en el Hemiciclo apenas se producen episodios dignos de ser recordados, o siquiera de mención, no está de más insistir en este pasaje antológico protagonizado por quien entonces lideraba la bancada del PP: "Usted es el hijo de un terrorista. A esa aristocracia pertenece usted, a la del crimen político", le espetó sin pestañeos. De ahí la demanda, el juicio en Zamora -localidad donde mora el supuesto ofendido- y de ahí el revuelo mediático que avivó la firme intervención de la exportavoz popular.
Tanto ruido por nada. El cariñoso colegueo de un hijo con su padre al alinearlo nominalmente en las filas de una organización terrorista con cinco muertos en su prontuario era un detalle jocoso, un apelativo entrañable, un gesto de amor filial, una tontuna. O sea, "una broma". La deposición de Iglesias padre ante el tribunal derivó en un homenaje a Casto Sendra Barrufet, Cassen, aquel cómico catalán de los sesenta, protagonista del Plácido de Berlanga y que concluía sus chistes y humoradas con esa misma frase: "Es broma".
La factoría de ficción de Monclovia tapa un desastre con otro mayor, a un ritmo de vértigo, un día tras otro hasta convertir la dolosa gestión del Ejecutivo en un rosario de catástrofes que apenas dejan huella
Lo de Cassen eran acudits, o sea, chistes. Sin embargo no parece un chiste el que un hijo alinee a su padre en una banda de malvivientes y terroristas por muy bromista que fuera la intención. No. El Frap no era el equipo de fútbol del barrio o la peña quinielística de la oficina. El problema es que, desde la llegada del sanchismo parece que todo haya que tomarlo a broma. Nada es grave o definitivo, por lo que los errores se convierten en anécdotas, las pifias se diluyen en la nimiedad. No hay culpas ni culpables.
La factoría de ficción de Monclovia tapa un desastre con otro superior a un ritmo de vértigo, un día tras otro hasta convertir la dolosa gestión del Ejecutivo en un rosario de catástrofes que apenas dejan huella. El PSOE siempre gana, titulaba Mariona Gumpert su incisiva columna. ¿Quién hizo esto? ¿Quién dijo esto otro? Bah, no exageren, era una broma. Basten estos ejemplos de las chanzas más recientes:
-"No dormiría tranquilo, como el 95 por ciento de los españoles, con miembros de Podemos en mi gobierno", declaró con solemnidad vaticana Pedro Sánchez. Hasta la cocina. Total, es broma.
-"Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces, o veinte. Con Bildu no vamos a pactar. Con Bildu, se lo repito, no vamos pactar". Ahora los socios del crimen deciden presupuestos, excarcelan terroristas y expulsan a la Guardia Civil y a las Fuerzas Armadas de su región. Era broma.
-También es broma cuando Félix Bolaños califica de 'noticia de autor' el pacto del Gobierno con los golpistas catalanes para amañar una pena de sedición más confortable, que permita a Junqueras despojarse de la inhabilitación y presentarse a las elecciones.
-O cuando se pretende convertir a España en el único país del mundo con el acceso a la autodeterminación de género a los menores de 16 años.
-O cuando se manosean las altas instancias de la judicatura para transportar a la cima del Tribunal de Garantías al fiscal que, cuando los pactos de Zapatero con ETA, se manchaba la toga con el polvo del camino.
-O cuando Bruselas nos amenaza con que cortará el flujo de los fondos porque Nadia Calviño los extravía por el camino.
--O cuando el BCE propina un mazazo sin contemplaciones al atrabiliario impuestazo a la Banca diseñado por el equipo de Emejota Montero.
-O cuando el fugado Puigdemont revela que mediadores del Gobierno le ofrecieron la exoneración de ir entre rejas, el consiguiente indulto y quizás la presidencia del Barça.
-O cuando el PSOE duda de si la nominación de Jorge Javier Vázquez para la alcaldía de Madrid es un hecho cierto o una inocentada.
-O cuando Moncloa zancadillea la absorción de Prisa por Berlusconi and family en un mangoneo empresarial sin precedentes.
-O cuando exhuman los restos de Queipo de Llano al ritmo de la Macarena con medio Gobierno dando palmas.
-O cuando Page dice que hay cosas en su partido que no le agradan y ahí sigue, engullendo.
-O cuando el defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, pregunta a la Generalitat si se detecta algún episodio de acoso en las aulas tras la negativa a que se imparta el 25 por ciento de las clases en castellano. ¿Le parece poco acoso?
-O cuando los diputados de Podemos inician cualquier frase con la fórmula: "Estamos trabajando en...". Como si supieran el significado del verbo trabajar.
-O cuando se empeñan en dibujar una imagen de Ayuso con fusta y correajes, subida a los lomos de Feijóo.
-O insistir en que Sánchez distingue a Blas de Otero de un armario empotrado.
-O presentar a Marlaska como un ministro íntegro, cabal, ejemplar, honrado y constitucional.
-O cuando, doce siglos después, la Justicia sentencia contra los delincuentes del tres-por-ciento en Cataluña y ni siquiera se menciona a Pujol.
-O cuando se confirma que tanto Meritxel Batet (su inoperancia ante la renovación del CGPJ), Luis Rubiales (todo cuanto toca) y Francina Armengol (menores tuteladas y abusadas) siguen al frente de sus respectivos negociados mientras el pobre Gerard Piqué se ve obligado a abandonarsu carrera deportiva, en pleno esplendor, por culpa de los ataques de la brunete mediática, merengona y mesetaria,
Todo esto está ocurriendo ahora mismo y, naturalmente, no pasa nada. Total, como diría Iglesias padre, no es más que una broma. Sin maldita gracia, por cierto. Poco más cabe esperar de un Gobierno de risa en este país de chiste.
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