Dicen que el Gobierno está colonizando todas las instituciones. Un propósito que, en justicia, no puede adjudicársele en solitario al actual porque los Gobiernos precedentes de todo signo han incurrido en esa misma perversión, han preferido encumbrar secuaces propicios a la docilidad antes que premiar el mérito y la capacidad. Han desconfiado de la inteligencia y han querido asegurárselo todo confiando en la sumisión. Luego, han terminado por averiguar penosamente que la adhesión inquebrantable de los inasequibles al desaliento es incapaz de salir airosa de las dificultades.
Dicen que el consentimiento y se enrocan en términos que acaban desconcertando a los viajeros del transporte público. Dicen y dicen de la oposición, pero Pedro Sánchez aguanta la oposición dentro del propio Gobierno de coalición progresista. Lo mismo da que se trate de la política exterior referente a Marruecos, que de la cumbre de la OTAN, que de las armas para que Ucrania se defienda, que de los Leopard, que de las baterías Patriot, que del CNI, que de la inflación, que del Instituto Nacional de Estadística, que de la Agencia Estatal de Meteorología, que del Centro de Investigaciones Sociológicas, que la estrategia de Seguridad Nacional.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se duele en cada pleno del Congreso y del Senado, desde su escaño en el banco azul o subido a la tribuna de oradores. Tiende a presentarse como un Ecce Homo zaherido por los insultos de la oposición pepera, le agrede la terminología que le dedican de gobierno social comunista, que le tachen de ilegítimo, que califiquen de Frankenstein a su Gabinete.
Nuestro presidente pasa por alto las faltas de subordinación si provienen de aquellos cuyo voto precisa en el Congreso o en el Senado".
Las respuestas a sus rivales peperos van en la misma línea que deploracuando escucha las que ellos le dedican, de modo que el debate degenera enseguida como el hilo de comentarios en internet. Las consideraciones y las deferencias Sánchez las reserva de preferencia para los diputados y senadores de los grupos que apoyaron la investidura. Hacia ellos siempre muestra buena disposición para explorar acuerdos.
Todos los desplantes que le tributan desde ERC o desde EH Bildu y compañía tienen premio. No hay insolencia que no sea recompensada. A la inversa de lo que prescriben las Reales Ordenanzas como comportamiento de los jefes a quienes exige que ni toleren ni disimulen jamás las faltas de subordinación que reciban. Nuestro presidente las pasa por alto si provienen de aquellos cuyo voto precisa en el Congreso o en el Senado.
Parece afiliado al principio de "no ofende quien quiere, sino quien puede". Nunca se deja enredar por cuestiones de dignidad, antepone siempre las conveniencias cuando son necesarias. Todo por la desinflamación, sabiendo que quien recibe el honor y acepta el peso del liderazgo no puede darse al relevo ni al descanso. Sabe esperar y anticiparse. Dará que hablar. Atentos.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación