“La estrategia de acción exterior 2021-2024 establece que `la promoción activa de la igualdad será un principio transversal de nuestra acción exterior y un eje prioritario de la misma’. Dentro de las políticas de respeto por la diversidad, la estrategia señala que `promover la comprensión de la diversidad LGTBI, así como la diversidad étnica, como un valor, es particularmente importante en un momento de involución en materia de garantía de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales’”. El texto pertenece al primer párrafo de la circular, “reservada y prioritaria”, remitida el 12 de mayo por el Ministerio de Asuntos Exteriores que dirige esa señora con aspecto de monjita recién salida del obrador llamada Arantxa González Laya a todas las embajadas españolas. Si usted creía que nuestras legaciones, que anualmente cuestan al contribuyente en torno a los 1.800 millones, estaban para defender los intereses estratégicos de España en el exterior, colaborar con la expansión de nuestras empresas y ayudar a los nacionales en dificultades allí donde se encuentren, estaba muy equivocado. Para la señora Laya, el servicio exterior está para difundir por el mundo la doctrina del feminismo radical y la buena nueva del movimiento LGTBI. Para pregonar lo guay que es Pedro Sánchez y sus ministros y ministras, porque la cosa del género es también “métier” de nuestros embajadores y embajadoras. Poco nos pasa.
“A lo largo de la próxima semana –prosigue la circular– se conmemoran diversas efemérides vinculadas a la diversidad y la defensa de los derechos humanos LGTBI, en concreto:
-El 17 de mayo se conmemora el día internacional de la lucha contra la homofobia, la transfobia y la bifobia.
-El 1 de julio de conmemora el aniversario de la ley 13/2005 sobre matrimonio igualitario.
-A lo largo de los meses de junio y julio se celebran en muchas ciudades del mundo los eventos del Orgullo LGTBI (en Madrid está previsto que tengan lugar los días 28 de junio a 4 de julio).
Estas conmemoraciones son una buena ocasión para poner de manifiesto el avance de España y de la sociedad española en la aceptación de la diversidad y en la configuración de un espacio seguro y de inclusión para las personas LGTBI. El argumentario de mensajes y datos que se remite en archivo adjunto tiene por objeto sustentar acciones específicas desde nuestras Representaciones para poner énfasis en la generación de reputación para nuestro país. La Dirección General de Comunicación, Diplomacia Pública y Redes enviará material adicional a los encargados de contenidos digitales”.
Como aquí contaba Antonio Rodríguez el martes 18, la señora ministra tiene a bien dejar al criterio de cada diplomático la aplicación de la circular LGTBI según el contexto local, “en tanto redunde en beneficio de la imagen y reputación de España en cada país, para su uso en eventuales contactos y gestiones con interlocutores institucionales o de la sociedad civil, actos específicos, acciones de comunicación digital o inclusión en actividades locales". Laya recuerda que “entre el 1 de junio y el 1 de julio se celebrará en la Red de Centros Culturales de España la segunda edición de “Armarios Abiertos…”.
Todo es ideología de garrafón en gente reunida no en razón a los méritos profesionales o académicos sino a sus relaciones de amistad con el jefe de la banda y/o sus adláteres
No merece la pena, en fin, seguir explayándose en una circular que es un monumento a la estulticia y que a la vergüenza ajena añade el bochorno de ver cómo se dilapida el dinero del contribuyente en operaciones de partido al servicio de postulados ideológicos reñidos con los intereses del Estado. González Laya es un ejemplo más de un Gobierno formado por diletantes de la política, gente sin la menor experiencia de gestión que, a su general ignorancia, une un acendrado sectarismo al lado del cual el Gobierno Zapatero, que ya venía con sus Pajines puestos, parece el consejo rector de la Real Academia Sueca de Ciencias. Todo es ideología de garrafón en gente reunida no en razón a los méritos profesionales o académicos sino a sus relaciones de amistad con el jefe de la banda y/o sus adláteres. Un Gobierno, con sus cientos de altos cargos, de amiguetes, de enchufados, en el que es difícil deslindar si la ignorancia prevalece sobre el sectarismo o viceversa, y que en el caso concreto de Laya mezcla ineptitud y arrogancia a partes iguales. Una ministra de Exteriores sin idea de lo que es la carrera diplomática ni las relaciones internacionales, empeñada en convertir nuestras embajadas en puntos de atención al cliente LGTBI y exaltación del feminismo más radical.
Las consecuencias de contar con una diletante pagada de sí misma al frente de Exteriores se resumen en una palabra: Marruecos y la reciente crisis de Ceuta, un episodio que ha puesto de manifiesto la irrelevancia en que ha caído España bajo este Gobierno, en un proceso de decadencia que inauguró Zapatero y continuó Rajoy y su dolce fare niente. Fue esta señora la que se empeñó en traer a España con nombre falso al líder saharaui enfermo de covid para ser tratado en un hospital. Ella, la que consiente que el Falcon de la Presidencia de la República Argelina aterrice en la zona militar de la base de Zaragoza, y que del mismo se apee una comitiva que sería escoltada hasta el hospital de Logroño por la Guardia Civil motorizada. Demasiadas pistas para unos servicios de inteligencia tan finos como los marroquíes y para una diplomacia que, en este caso sí, se sabe perfectamente la lección: “Hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir”.
La aberración esquizoide (“En las embajadas y consulados habrá un cartel al público con el siguiente mensaje: `Aquí respetamos tu orientación sexual y tu derecho a la identidad de género´”, recogido por Antonio Rodríguez en Vozpópuli) en que esta señora ha convertido nuestro servicio exterior es perfecto trasunto del sindiós en que el señor Sánchez ha convertido España. Un barco a la deriva, a merced de cualquier atisbo de tormenta, con un tipo corto de remos en el puente de mando. "Me gustaría empezar por recordar a una persona fundamental en la historia del PSOE y en la de la UGT que ha sido mancillada en los últimos meses por grupos políticos y gobiernos autonómicos: Francisco Largo Caballero. Un sindicalista y un político consecuente con sus actos que como ministro de Trabajo promulgó la legislación social más avanzada de su época. Actuó como hoy queremos actuar nosotros". Palabras del sujeto en el 43º Congreso de UGT celebrado esta semana en Valencia. Lo más relevante, lo amenazador incluso, son esas seis últimas palabras: “Actuó como hoy queremos actuar nosotros”. Toda una declaración de intenciones o el deseo de seguir la senda de un delincuente (“Si no ganamos las elecciones, iremos a la guerra civil”) que ni fue largo ni fue caballero y que se empeñó en embarcar a los españoles en un conflicto que, como le recordara Julián Besteiro, no tenía ninguna certeza de poder ganar, y cuyo resultado se concretó en cientos de miles de muertos, una larga dictadura y un atraso del que España tardó décadas en recuperarse.
En la España 2050 de Sánchez y Redondo, la prospectiva se confunde con la propaganda. Puestos a fabular, hubiéramos preferido un plan para “España 2055”, porque en la rima estaría implícita la síntesis, la solución de la charada
Un personaje con plomo en las alas desde la noche del 4 de mayo, un político incapaz de gestionar mínimamente una crisis sanitaria que se ha llevado por delante la vida de 140.000 españoles y que, en su huida hacia adelante, decide entregarse a operaciones de supuesta prospectiva en un intento de escapar de una realidad cuyas dimensiones le sobrepasan. En esta columna se ha aludido muchas veces a la necesidad de diseñar un “proyecto de país” para el futuro, entendido ello como un empeño no partidario fruto de la reflexión de la sociedad en su conjunto, presidido por la voluntad de alcanzar el máximo consenso posible. Un trabajo entendido con la humildad del científico, no con la arrogancia del publicista. Un edificio construido con la piedra pulida de unas instituciones prestigiadas, una justicia independiente, unos medios de comunicación no corrompidos, un mercado de trabajo que no penalice el empleo, un sistema fiscal que incentive el emprendimiento, una educación no sectaria que premie el esfuerzo, una sanidad bien dotada, y así sucesivamente. En la España 2050 de Sánchez y Redondo, la prospectiva se confunde con la propaganda. Puestos a fabular, hubiéramos preferido un plan para “España 2055”, porque en la rima estaría implícita la síntesis, la solución de la charada.
La descomposición del Gobierno acelera la liquidación del Estado. Pere Aragonés acaba de jurar su cargo como presidente del Gobierno de Cataluña en representación del 26% del censo electoral catalán, exactamente el 26%, y en virtud de un Estado Autonómico que ampara la Constitución, y el recién llegado promete dedicar sus mejores esfuerzos a derribar esa misma Constitución de la que emana su poder. El desamparo de la mayoría de los catalanes continúa, frente al silencio cómplice del Gobierno, obligado a seguir pagando las letras que sus socios le pasan a cobro. Un Gobierno que no hace respetar la ley y consiente con la demolición del Estado de Derecho, ¿qué respeto va a merecer a propios y extraños? ¿Qué opinión puede tener Sidi Mohammed Ben Hassan Ben Youssef el Alaoui (Mohamed VI para los amigos) de este buscavidas de la política dispuesto a tolerar cualquier desmán con tal de seguir en la poltrona? La misma que cada día tiene un mayor número de españoles: datos de una encuesta (2.200 respuestas, con participación del 66%) realizada esta semana para una gran empresa: 32% PP (entre 142-145 escaños), 24% PSOE, 14% Vox (32-35 escaños), 10% Podemos, 7% Más País, 3% Ciudadanos. Los capos del Ibex ya han empezado a olfatear el cambio. A su lado siguen impertérritos Sánchez Galán (Iberdrola) y Álvarez Pallete (Telefónica), conscientes del riesgo que corren pero obsesionados con el señuelo de los fondos Next Generation EU.
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