Nadie sabe nada. Catapultado por la a menudo extraña concatenación de circunstancias que van dejando las cunetas de la política patria cubiertas de cadáveres, igualmente políticos, de amigos, enemigos y compañeros de partido, con el resultado de dejar expedido su camino hacia la presidencia vitalicia del Gobierno de la nación, algunos adeptos al marianismo han empezado a elaborar una alambicada teoría según la cual Mariano es un sabio, un prodigio de cálculo, un espectáculo de la naturaleza en lo que a anticipación se refiere, un previsor dotado de luces largas que todo lo ve y prevé con tiempo suficiente en su particular provecho, de modo que ahora mismo, hoy mismo, don Mariano tiene en su cabeza perfectamente perfilada la formación de Gobierno, conoce desde hace tiempo los nombres de quienes van a formar parte de su nuevo Ejecutivo, por mucho que emita señales de humo y tinta de calamar para despistar a propios y extraños.
La realidad es que, a primera hora de la mañana de este lunes, al menos dos de los ministros que cuentan con serias posibilidades de seguir en el cargo no habían recibido ninguna llamada por parte del nuevo presidente. Misterio, se rueda. Entre sus frases favoritas, todas cortas tirando a mínimas, Mariano tiene dos que han hecho fortuna en la pasada legislatura: "Ufff, qué lío", referida a la dificultad que para él entraña tomar decisiones drásticas, y "Aún no lo he pensado", relativa a aquellas ocasiones en la que los acontecimientos le urgen a definirse. "Aún no lo he pensado", argumentó hace escasas fechas, después de que el Comité Federal Socialista que destronó al falsario Pedro Nono le asegurara de facto la investidura. Don Mariano es así, necesita tiempo. Don Mariano es un maestro en el uso y abuso de ese verbo tan castellano como "procrastinar", que tan extrañas resonancias tenía en oídos de pensadores del tronío de don Américo Castro.
A primera hora de este lunes, al menos dos de los ministros que cuentan con serias posibilidades de seguir en el cargo no habían recibido llamada de Rajoy
Ayer se fue de viaje a su Pontevedra natal con ánimo de honrar este martes la memoria de su hermano recientemente fallecido. ¿Necesita inspirarse por las riberas del Umia? Lo cierto y verdad es que la composición del nuevo Gobierno va a arrojar muchas claves, casi todas, sobre las intenciones más o menos secretas del presidente y lo que de sí pueda dar la Legislatura. Un Gobierno continuista vendría a confirmar la sospecha de quienes creen que no es razonable esperar cambio a mejor alguno en un hombre que ha defraudado tantas veces las expectativas de aquel país que en 2011 le otorgó una mayoría absoluta con el mandato de sanear la economía y meterle mano a la crisis política. Y un Gobierno que viniera a consolidar las posiciones de poder de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría sería una mala noticia para quienes creen llegada la hora de apuntalar la unidad de la nación y, al mismo tiempo, abordar la regeneración democrática. ¿Vamos hacia un Gobierno Soraya presidido por Rajoy? ¿Un Gobierno "al ralentí, para sacar cuatro cositas adelante e ir tirando"? (oído en Moncloa).
En el mundo empresarial corre la especie de que la batalla de poder que el sorayismo libra dentro del PP va a tener por escenario el área económica del futuro Gobierno, los ministerios de Economía y de Hacienda, dos carteras ocupadas por personajes cuya rivalidad ha surtido de dimes y diretes a la prensa económica en la pasada legislatura. Luis de Guindos ha venido insistiendo en su entorno más cercano sobre su deseo de abandonar la política sí o sí, de forma que solo una petición expresa en contrario de Rajoy, motivada por razones de algún modo excepcionales, le harían cambiar de opinión. Semejante petición debería venir acompañada de su nominación como primus inter pares del Gobierno (¿vicepresidente económico?), entendido ello como una forma de ruptura del actual statu quo con Cristóbal Montoro. En caso contrario, De Guindos ha dado sobradamente a entender su intención de desengancharse del futuro Ejecutivo.
Schäuble quiere más poder para De Guindos
Hay quien piensa que Mariano, sensible a las presiones del Consejo Europeo, tratará de evitar a toda costa la salida de alguien que le cubre perfectamente el frente de la UE y cuya continuidad desea Bruselas, en particular alguien tan poderoso como el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que ha hecho llegar a Madrid su opinión sobre la conveniencia de "dar más poder" al titular de Economía. En el frente de Hacienda, sin embargo, el correoso Montoro parece estar convencido de que Mariano no hará distinción alguna a favor de su contrincante, razón por la cual éste terminará levantando el campo y despidiéndose desde el centro del ruedo. Porque no tendría para De Guindos mucho sentido continuar en un Gobierno en el que, sin rastro de liberales a la vista, se vería aislado y rodeado por la fiel infantería sorayita, sin el control de la Comisión Delegada, pero obligado a viajar un día sí y otro también a Bruselas para dar las malas noticias sobre el incumplimiento del déficit y demás.
De hecho Montoro lleva semanas operando ya como seguro titular de la cartera, tomando decisiones de futuro y preparando el relevo de alguno de sus altos cargos. Cristóbal sabe que Albert Rivera ha pedido a quien corresponde la cabeza de Jorge Fernández Díaz y suya propia (la tan famosa como polémica amnistía fiscal), pero se siente fuerte y da por hecho que Álvaro Nadal, actual jefe de la Oficina Económica, será el sustituto de De Guindos en Economía, y que muy probablemente su hermano, Alberto Nadal, se instalará en Industria, con lo que, si damos por descontado que Fátima Báñez seguirá en Empleo y Seguridad Social, el control de todo el área económica por parte del grupo de fieles al sorayismo será total. Todo un Gobierno socialdemócrata de derechas. Esa es precisamente la objeción, la incógnita que queda por despejar para quienes creen que Mariano no caerá en esa trampa, no cederá ese inmenso poder a una mujer que ha demostrado tener agenda propia no precisamente en interés de España, y que, en el fondo de su alma, aspira a ocupar el lugar del propio Mariano en la cúspide del Poder a poco que Mariano se descuide.
"Nadie sabe lo que va a pasar", aseguraba ayer alguien con mando en plaza en el partido, "porque aquí solo mando uno y lo que piensa ese uno es un misterio. Lo que sí es muy evidente en el partido es el interés decidido por laminar el poder de que hoy dispone Soraya, de manera que esa va a ser la gran clave del próximo Gobierno, más allá de lo que ocurra con María Dolores de Cospedal. Soraya aspira a seguir con la portavocía, las relaciones con los medios y el CNI. Lo del CNI es tan adictivo como la coca. Algo digno de estudio. Te digo más, aspira a controlar el partido colocando en Génova a uno de sus hombres, probablemente Alfonso Alonso, cuando se lleve a cabo el Congreso del partido. Es la llave maestra que le falta para alcanzar el poder, todo el poder". ¿La solución? Mariano ha dicho que el jueves.
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