Opinión

Ucrania, un golpe de realidad

España sigue sumida en su parálisis sanchista, cuyo Gobierno es objeto de una desconfianza internacional no disimulada a causa de la presencia de elementos prorrusos en su seno

Qué golpe de realidad está siendo la invasión en Ucrania para el Occidente hundido en la miseria de agravios ficticios, emergencias climáticas y el desprecio a su propia identidad. Es tan brutal el golpe que muchos desconocen que están en el suelo, desde donde continúan con su letanía de etiquetas falseando la realidad, intentando encajarla en sus prejuicios a martillazos, prueba de su anhelo totalitario constructivista de realidades para los demás.

¿Dónde queda esa indigesta masa ideológica financiada con presupuesto público que grita y hace cursos de reeducación masculina porque "todos los hombres sin excepción nacen agresores de todas las mujeres"? En la frontera de Polonia, país considerado hasta la semana pasada como un peligro para la UE por su deriva iliberal en términos politológicos, asistimos al drama de ver cómo los hombres sacan del país a los niños y las mujeres que no quieran quedarse. Mientras, ellos han de volver a luchar en lo que empieza a ser un despiadado frente desigual, junto al resto de hombres ucranianos, y algunas mujeres, que retornan estos días para defender a su país.

"Defender tu país". Otra rareza de las realidades que se escuchan constantemente en boca de los ucranianos que parten a luchar y que no encaja en la ficción del discurso público en España, donde reina el menosprecio o la negación de todo lo relativo a la identidad española. Se acusa desde la inquisitorial moderación de nacionalista español a quien muestre amor por su país, tan alejado de esa visión enferma etnicista de quien se autopercibe como pueblo elegido obsesionado con las diferencias entre semejantes.

Se acusa, desde la inquisitorial moderación, de nacionalista español a quien muestre amor por su país, tan alejado de esa visión enferma etnicista de quien se autopercibe como pueblo elegido

Nico nació en Mariupol y lleva 20 años en España. Tiene una empresa de obras y reformas en la que sólo contrata a ucranianos. Trabajaba en casa de mis padres uno de sus equipos cuando su país fue invadido y el mundo volvió a cambiar violentamente para siempre. Hasta el día de hoy se han marchado tres de sus trabajadores y varios piensan seguir sus pasos hacia el infierno en el que Putin ha convertido su país.

No necesité hacerles ninguna pregunta para entender los motivos que llevan a una persona, que carece de cualquier entrenamiento militar, a dejar la vida que ha construido aquí y acudir a una guerra para defender la existencia de Ucrania. “No me puedo quedar viendo cómo los míos mueren defendiendo mi país mientras yo no hago nada. No queremos que vuelva la dictadura”.

Una conciencia en la que retumba el deber, el compromiso y la responsabilidad de no abandonar a quien lucha por lo que eres. El amor a tu país, a los tuyos y a la libertad son algunas de las cosas que explican que los ucranianos se queden a luchar, y probablemente morir, contra un gigante que arrasa con todo lo que son y lo que tienen.

Ningún ucraniano menciona que está dispuesto a morir por sus mascotas o para evitar que la temperatura del planeta suba medio grado, que es el suicidio — junto a la islamización— en el que está inmerso ese Occidente del que anhelan formar parte, desde el que se promueve no tener hijos para no contaminar el planeta.

La valentía reside en la fuerza de tus convicciones y en el valor moral de lo que defiendes, que te llevan a arriesgar la vida para protegerlo

Se da la paradoja de que Zelenski aspira a pertenecer a una Europa que olvidó y despreció los valores que hoy él representa mejor que cualquier integrante de la UE. La valentía reside en la fuerza de tus convicciones y en el valor moral de lo que defiendes, que te llevan a arriesgar la vida para protegerlo. Y eso no se adquiere en ningún doctorado en Londres.

Mucho se habla de un despertar europeísta, quizá sea una sobreactuación para ocultar la culpabilidad por sus alianzas, con una gran disposición a mandar a los hijos de los demás a una guerra que desde Europa se financia con la compra de gas ruso. No se está dispuesto a asumir pérdidas en la venta de diamantes y el sector del lujo, exenciones a las sanciones, mientras la galopante inflación no podrá ser motivo de protesta porque todos hemos de asumir pérdidas, pero unos más que otros.

El verdadero culpable

España sigue sumida en su parálisis sanchista, cuyo Gobierno se objeto de una desconfianza internacional no disimulada desde el episodio con Marruecos, a causa de la presencia de elementos prorrusos en su seno.. Los medios que no despiertan ni con este golpe de realidad continúan señalando a Podemos como único culpable para que sea el cortafuegos que salve al PSOE, cuando es éste el que pone en peligro a Europa y España. ¿Quién nombró a Laya? ¿Quién se cree que Belarra manda en Sánchez?

Es preciso no romantizar el hecho de alistarse a filas y mantener la serenidad recordando libros como Johnny cogió su fusil. La guerra, que nada tiene de bueno, a veces tiene mucho de necesario y en el caso de los ucranianos es la única opción que les han dado para seguir existiendo.

Putin ha iniciado una guerra que tiene como objetivo la sumisión total de Ucrania o su destrucción. Queda un largo periodo de oscuridad y terror, especialmente cuando tras las bombas llegue la represión a la población civil. Que Dios les ayude. Y nosotros también.

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