Opinión

El golpismo banalizado de Pedro Sánchez

Asumen los objetivos del independentismo con el Partido Socialista como fuerza mercenaria a su servicio y con un Tribunal Constitucional ad hoc que no cuenta con la auctoritas exigible

Sánchez retrasa la condonación de la deuda catalana hasta que amaine el malestar con el cupo de ERC con Illa
Pedro Sánchez y Salvador Illa Europa Press

Con el sanchismo, todo lo que se temía que pudiera ocurrir se está produciendo. Tanto que hasta se ha normalizado que la política nacional se negocie en secreto en Suiza entre el PSOE y un huido de la justicia que aspira a destruir el Estado español. Era sabido que Sánchez carece de cultura democrática, pero resultaba difícil imaginar que pudiera llegar a tanto. Amenaza a la sociedad española con seguir en el poder aunque no tenga posibilidades reales de gobernar. “Hay gobierno para largo”, ha declarado, a la vez que las agencias internacionales advierten a los inversores de riesgos por la inestabilidad política en España.

Es lo que se podía esperar tras seis años de golpes encadenados contra el orden constitucional hasta el aldabonazo del “concierto al modo vasco” para Cataluña. Se dirigen ahora abiertamente desde el Estado autonómico a otro confederal, y sin modificar la Constitución. Asumen los objetivos del independentismo con el Partido Socialista como fuerza mercenaria a su servicio y con un Tribunal Constitucional ad hoc que no cuenta con la auctoritas exigible, evidenciado en su intervención escandalosa contra la sentencia de los ERE, como ha demostrado el insobornable jurista Enrique Gimbernat.

Sánchez está siguiendo literalmente la hoja de ruta del secesionismo: (I)hacer inviable la España del 78; (II)ir configurando estructuras propias de un Estado en sus territorios; (III)lograr un estatus diferenciado de las otras comunidades autónomas. La escenificación de las reuniones con los presidentes de Andalucía, Galicia y País Vasco deja pocas dudas. A los dos primeros los utilizó obscenamente como trampantojo teatral y con el vasco acuerda calendario para nuevas  transferencias, Seguridad Social incluida. Inmediatamente Otegi subió la apuesta y anunció que va a exigir a Moncloa el reconocimiento de Euskal Herria -País Vasco, Navarra y PV francés-. El sanchismo reactiva las agendas secesionistas.

Al socialismo catalán no le gana nadie en el recurso a la neolengua: derecho a decidir por derecho de autodeterminación; financiación singular por concierto económico; etcétera

En Cataluña, Salvador Illa demostró el domingo en la fiesta de la rosa que tiene bien interiorizada la agenda del procés que ahora lidera él. Con el cupo catalán en la mochila, cínicamente, se autodefinió como el más solidario con el resto de España. Al dictado de La Vanguardia indepe, vendió la idea de “Catalunya ha vuelto”, después de la foto con Pujol para encuadrar la posterior con Felipe VI, y con la palabrería habitual para hacer creer que la organización confederal pactada es federalismo. ¿Un sistema federal con negociaciones bilaterales sobre la caja común del Estado? Al socialismo catalán no le gana nadie en el recurso a la neolengua: derecho a decidir por derecho de autodeterminación; financiación singular por concierto económico; etcétera.

Sánchez practica el golpismo con la técnica del “mal banal”, un concepto de la ciencia política obtenido en el laboratorio del nazismo y el comunismo (“Los orígenes del totalitarismo”). Si el cupo catalán perjudica a los votantes socialistas, en Asturias o Castilla La-Mancha por ejemplo, se les anestesia con una sobrecarga ideológica que les lleve a no diferenciar lo verdadero de lo falso en asunto tan decisivo para sus intereses. Y si el debate público se descontrola, cuentan con un ejército bien engrasado de orcos mediáticos para cambiar de conversación. Objetivo: lograr que los seguidores se aquieten ante la trituradora golpista como algo inevitable.

La única alternativa viable

En este escenario político en el que el Gobierno muestra una subordinación total a los proyectos independentistas, dirigentes socialistas como Josep Borrell parece que despiertan tras seis años de cooperación activa con el sanchismo. En su caso, no ha dudado en denunciar el concierto como lo que es, un golpe a la Constitución. El problema para la causa de la restauración democrática es que sirve de poco señalar la enfermedad, si se abandona a su suerte al enfermo. Reconoce que el sanchismo está destruyendo el marco constitucional, pero de ahí no pasa.

No es el único que apunta y no dispara. Hay otros, como Emiliano García-Page en el PSOE, y fuera del partido, como Miguel Ángel Revilla. Decisivos en la llegada al poder del sanchismo y en su continuidad, recurren al argumento falaz “sí…pero Núñez Feijóo”. Saben que el líder del PP es la única alternativa realmente existente a la hora de poner fin a la deriva destructiva de la España del 78 protagonizada por Sánchez, pero si tuvieran otra salida -¡viable!-, deberían explicarla sin perder tiempo, antes de que la gangrena mate al enfermo.

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