Opinión

Google, la neutralidad y la nueva era de la prensa digital

Cualquier empresa que esté presente en internet -que son casi todas- establece una dependencia intrínseca con esta corporación, de modo que su éxito o su quiebra puede llegar a depender de Google

Es difícil encontrar en el mundo a niños que a los 3 años se pregunten si su padre es una buena o una mala persona; o si es dañino o no. A esa edad, los humanos son inocentes y confiados; y nadie suele cuestionar a los adultos. Más bien, admirarlos de forma desproporcionada. Algo similar sucede cuando alguien es un ciudadano corriente y moliente a quien muestran las posibilidades de internet y le enseñan que en tan sólo unos segundos puede encontrar respuestas a la mayoría de las preguntas y disfrutar de servicios gratuitos de correo electrónico, entretenimiento audiovisual y almacenamiento de archivos. ¿Quién porfiaría de ello en principio?

El problema surge cuando los usuarios se dan cuenta de que ninguna empresa regala nada si no espera recibir algo a cambio, lógicamente. También suele producirse una distorsión cuando los individuos se dan cuenta de que la tecnología no sólo genera ventajas, sino también perjuicios. Así que en el año 2023, cuando han transcurrido más de dos décadas desde el inicio de la digitalización de las sociedades, Amazon, Facebook, Alphabet y Microsoft han sido llamadas por el Congreso de Estados Unidos para aclarar si alguna vez han restringido la libertad de expresión. En otras palabras: por sus sospechas de que se han excedido con la censura por la cuestión que sea.

Quizás con estas empresas fuimos como el hijo que confía ciegamente en su padre; y quizás fue un error. Hace unos días, este periódico publicó una noticia que explicaba que Google España ha contratado a la consultora Harmon para ayudarle en todo lo relacionado con los asuntos públicos. Eso incluye, entre otras cosas, la labor de lobby. Nada sonaría especialmente extraño si no fuera porque uno de los socios de esa empresa es Eduardo Madina, quien desde hace unos años no es político, pero que tiene un pasado socialista y una línea ideológica similar que no se empeña en ocultar en sus redes sociales o en sus intervenciones públicas.

Dentro de Google España, uno de los principales interlocutores de Harmon será Miguel Escassi, quien ostenta desde mediados de 2021 el puesto de director de Relaciones Institucionales y Asuntos Públicos. El currículum de Escassi tampoco es ajeno al PSOE. De hecho, fue secretario general del partido en Chile y en Estados Unidos. También asesoró al gobierno progresista chileno que encabezó Michelle Bachelet. Más recientemente, formó parte del ministerio de Nadia Calviño.

La influencia de Google en la salud de los medios

Es difícil saber si Google (Alphabet) es la compañía más importante del mundo, pero, desde luego, es una de las que más sabe de nosotros y más presencia tiene en nuestras vidas. Su buscador es memorable, como también lo son algunos de sus servicios. El problema es que cualquier empresa que esté presente en internet -que son casi todas- establece una dependencia intrínseca con esta corporación, de modo que su éxito o su quiebra puede llegar a depender de Google. Un cambio en el algoritmo de búsqueda puede aupar o hundir un negocio, al menos, de manera temporal.

La prensa de algunas de las principales democracias occidentales ha batallado contra Alphabet de forma constante durante los últimos años. Lo ha hecho para tratar de obtener una contraprestación por la utilización que realiza de sus noticias en sus agregadores, pero también por el temor que existe entre las empresas de que Google, en algún momento, pueda ejercer un papel subjetivo a la hora de clasificar las noticias de los medios de comunicación. El Congreso de Estados Unidos ha ido más allá esta vez y ha elevado las sospechas de censura a las cuatro grandes compañías tecnológicas. ¿Imaginan lo que ocurriría si una de ellas estuviera influida por un determinado partido político o quisiera perjudicar a otro que, por ejemplo, quiere poner coto a su negocio? ¿De veras no lo imaginan?

Los grupos de prensa en España -afectados por conocidas dificultades económicas- han alcanzado en su inmensa mayoría acuerdos económicos con Google para que distribuya sus noticias en los agregadores. Lo han hecho en un contexto de fuga constante de ingresos publicitarios hacia las plataformas tecnológicas, que cada vez resultan más y más atractivas para los anunciantes. En 2022, según el índice i2p, de Arcemedia, las empresas que poseen buscadores -Google es la reina- facturaron 1.500 millones de euros en concepto de publicidad en España, mientras que las redes sociales, 1.000 millones. La prensa, 733 millones.

Hasta ahora, el negocio de la publicidad digital en medios había seguido una trayectoria ascendente, pero el año pasado terminó con una caída del 0,1%; y 2023 -según los editores consultados por este periódico- ha empezado "flojo".

El presente inmediato de Google

Habrá que ver cómo influirá a partir de ahora la aplicación en los buscadores de los famosos chatbots informativos. Es decir, de los robots que están programados con inteligencia artificial y que tienen la capacidad de ofrecer una cada vez más completa información a los usuarios sobre los asuntos de actualidad. El de Bing, incluso cita fuentes, que pueden ser oficiales o los propios medios de comunicación.

El profesor titular de la Universidad Miguel Hernández, de Elche, Miguel Carvajal, exponía su opinión hace unos días sobre lo que puede suponer para el negocio de los medios de comunicación digitales el perfeccionamiento de estos sistemas de búsqueda con IA avanzada. Por un lado, podrían provocar una caída del tráfico de usuarios, dado que las búsquedas -más afinadas- podrían evitar que el usuario acceda a través de su buscador a toda la morralla clickbait que estas empresas han utilizado en los últimos años para inflar sus datos de audiencia y crear virales. De hecho, hay medios que hicieron su agosto gracias a estos contenidos. Desde Vice hasta el Huffinton Post (hoy en Prisa Media). Poco periodismo y mucho "Estos son los cinco pueblos más curiosos de España" o "La ciudad española con más cocaína en sus aguas". O "Qué es la eyaculación retrógrada y cuáles son sus causas", como titulaba estos días el Huff español.

Ahora bien -apuntaba el profesor-, quizás esta nueva era de los buscadores anime a los medios de comunicación a dejar de invertir tiempo y recursos en estos contenidos para dedicarlos a perfeccionar sus buenos artículos, de modo que tengan más probabilidades de aparecer entre las piezas informativas más destacadas que elija la IA de Google o Microsoft.

Sea como sea, es evidente que aquí hay una dependencia tecnológica y económica... y que eso, lejos de ser visto con la inocente mirada de un niño, debería generar cierta preocupación. O, al menos, una prudente alerta.

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