El ensayo que mejor explica la situación que vivimos es El retorno de los dioses fuertes (2020, Homo Legens), del pensador estadounidense R. R. Reno. El texto explica que las dos guerras mundiales dejaron a Occidente convencido de que todos sus males tenían que ver con el patriotismo, la familia tradicional, la religión y todo lo que reforzase los vínculos humanos, imprescindibles para tejer comunidad. La conclusión del sistema fue que cambiar los viejos valores por un internacionalismo neutro, globalista y legalista era la mejor solución. Las sucesivas crisis del sistema desde el comienzo del milenio han demostrado que eso no es cierto y que las identidades fuertes son el mejor refugio contra las turbulencias del nuevo poder progresista.
Durante muchos años, la izquierda se ha quejado (con razón) de que los economistas hablaban de las crisis financieras como si fueran crisis climáticas (algo inevitable). Ahora son los progresistas quienes justifican cualquier revés invocando a la "ola reaccionaria”, como si esta no fuera la respuesta popular a su elitismo y sus políticas fallidas. La izquierda suele quejarse (también con razón) de que los grandes poderes económicos imponen un pensamiento único pero hoy son los progresistas quienes solo admiten una manera de pensar en campos como el patriotismo, la crisis climática y la teoría de género. Se dan fenómenos políticos grotescos, que habrían despertado la mordacidad de Karl Marx, como el hecho de cuanto más caro es el metro cuadrado en un barrio occidental, más propenso es este a votar a la izquierda (teoría formulada por el líder socialista francés Henry Emmanuelli), toda una confirmación de lo desconectados que viven de las clases populares.
¿Quién puede culpar a los jóvenes por decir que prefieren una dictadura con economía eficiente antes que el sindiós del sistema actual?
Cada día que abrimos el periódico, encontramos noticias como el crecimiento del movimiento antiabortista mundial, el apoyo incondicional de las bases de Donald Trump y el resultado histórico que va a cosechar el lepenismo en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Más relevante que el apoyo a Trump es el movimiento Blexit (Black exit), por el que muchos afroamericanos están abandonando al Partido Demócrata (como también muchos latinos). Mires a donde mires, los enfoques políticos se están moviendo hacia la derecha, especialmente para los oprimidos. España es uno de los países donde el progresismo parece más fuerte, pero cada día tenemos más claro que "el gobierno más social de la galaxia" está compuesto por un PSOE volcado en la rentabilidad personal de sus puestos de influencia y un Sumar y similares que se pasan la vida peleando por palmos de poder interno. ¿Quién puede culpar a los jóvenes por decir que prefieren una dictadura con economía eficiente antes que el sindiós del sistema actual?
Derecha pujante
De manera sorprendente, incluso la tecnocracia globalista se alinea con los pujantes partidos soberanistas. El máximo directivo del fondo de inversión Black Rock, Larry Fink, expresó sus reservas frente a las fronteras abiertas durante un reciente encuentro en Arabia Saudita, organizado por el Foro Económico Mundial: "Es algo de lo que la mayoría de la gente nunca habla. Siempre solíamos pensar que [una] población cada vez menor es una causa de crecimiento [económico] negativo. Pero en mis conversaciones con los líderes de estos grandes países desarrollados [como China y Japón] que tienen políticas xenófobas antiinmigración (…) descubrí que desarrollan rápidamente la robótica, la inteligencia artificial y la tecnología…", explicaba. La patronal siempre ha preferido la migración masiva porque ayuda a rebajar los salarios. Además de esto, pagar un sueldo bajo a un ser humano siempre es más barato que comprar y mantener un robot. El caso es que, con los datos en la mano, limitar la migración puede mejorar el nivel de renta y desarrollo tecnológico de un país, por lo que el paradigma puede empezar a cambiar, aunque sea por las razones equivocadas prescritas por las personas que nos han traído al estercolero sociopolítico actual.
Posdata: Este mismo domingo confirmaremos la tesis comparando los resultados de Alianza Catalana con los de las antaño de moda CUP.
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