Opinión

La guerra contra el campo

Hay algo hipnótico en el hecho de poner una cámara de televisión y un micro en directo a un agricultor que va a protestar a Madrid en su tractor. Las verdades se agolpan y brotan en un lenguaje nítido desconocido para el reportero de turno. No hay espac

Hay algo hipnótico en el hecho de poner una cámara de televisión y un micro en directo a un agricultor que va a protestar a Madrid en su tractor. Las verdades se agolpan y brotan en un lenguaje nítido desconocido para el reportero de turno. No hay espacio para la duda acerca de la realidad miserable del campo creada por todas las administraciones para atarnos la soga verde al cuello. Quizá uno de los problemas del campo español, el último en manifestarse y de forma más tímida hasta la fecha en toda Europa, es que está lleno de buena gente que no ha hecho en su vida nada más que trabajar, pagar impuestos y cumplir las leyes que les destruyen. Las dictaduras violentas posmodernas no ejercen su poder a través de tanques en la calle, sino con Hacienda y el Seprona. Juntos han arrebatado más libertad al ser humano inofensivo que la Inquisición.

España se ha convertido en una sociedad acobardada y destruida por la burocracia. Han declarado la guerra al campo y a todo el pueblo español. La prueba de la tiranía bolivariana en España es que quienes debieran protegernos obedecen a quienes nos atacan. Policía y Guardia Civil actúan como si tuviesen más miedo a sus jefes políticos que a los españoles pacíficos a los que debieran servir. Han vuelto a obedecer las órdenes de un Gobierno tiránico de impedir con violencia la protesta de un pueblo desarmado y desesperado. Han cortado el paso de muchos agricultores en la A-3 para que no avancen a Madrid. En otros lugares han sido multados y tratados como delincuentes. Un agricultor confesaba que habían pactado con el Gobierno llegar con la tractorada hasta la M-30 para luego volverse tranquilamente al pueblo, como si fuese un desfile de John Deere. Pero esto es un conato de revuelta de quien clama por su existencia y la de todos nosotros. El campo no puede pactar cómo manifestarse con aquellos que les están arruinando. El miedo lo ha de tener el Gobierno del pueblo y no al revés. No pueden arrebatárnoslo todo, arruinar a España y encima detener granjeros cuando alzan la voz.

Sólo la inmoralidad y la idiocia puede llevar a alguien a condenar y comparar estas acciones de los agricultores con los CDR, que se organizaron para dar un golpe de Estado en Cataluña. Criminalizar toda protesta que no esté autorizada y bendecida por el objetivo de aquella. La peor tiranía jamás imaginó que fuese ella quien diseñase su propia disidencia. Cuba. No cabe mayor sumisión. El Partido Popular ha impuesto que sólo es aceptable ir a manifestarte mientras te tomas el aperitivo. Que miren a los ojos de todos los que arruinan con las políticas de la Agenda 2030 que tanto apoyan en Europa y autonomías.

El campo es lo primero en caer en un sistema encaminado a arruinarnos a todos. La agenda 2030 deslocaliza el sector primario convirtiendo a Marruecos en el campo de Europa

Conseguir ser dueños del derecho a la protesta es el primer paso en este camino de ruina en el que hemos entrado. Los medios pretenden extender el relato de la tractorada como si fuesen «reivindicaciones de los agricultores». Como si fuesen controladores aéreos que utilizan su situación estratégica para sacar más dinero a su empresa. Pero no es así. El campo es lo primero en caer en un sistema encaminado a arruinarnos a todos. La agenda 2030 deslocaliza el sector primario convirtiendo a Marruecos en el campo de Europa. Esto no sólo se produce porque Marruecos tenga mimados a ciertos eurodiputados, como se supo y se tapó rápidamente al salir a la luz el Qatargate, y otros importantes políticos españoles. Representantes, élites globalistas que toman decisiones por su riqueza personal a costa de la ruina nacional. No sólo la destrucción del campo se debe a un caso descomunal de corrupción, en el que se benefician grandes fondos de inversión que han adquirido el campo que casualmente está beneficiando la legislación de los eurodiputados honorables. Tampoco es sólo un problema de producto nacional, proteccionista o no. La guerra nos la han declarado a los ciudadanos unas élites vaciadas de humanismo que buscan nuestra sumisión.

Impedir que se prohíban los fertilizantes y luchar por una política energética que abarate costes es un camino de libertad contra el hambre, de supervivencia personal y nacional de una civilización.

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