Tras el cierre económico por la pandemia y la posterior apertura por su supuesta resolución, todas las economías padecen las lógicas consecuencias de dichas acciones, siendo la principal y más grave el empobrecimiento de la población y la ruina de decenas de miles de pequeños empresarios. Ciertamente, todos somos más pobres, aunque solo sea por la enorme deuda pública que se ha generado y porque, a dicho quebranto patrimonial tras el enorme intervencionismo político de la economía, se ha unido la lógica inflación que requiere la vuelta a los equilibrios naturales en los distintos mercados de bienes y servicios.
A la anterior desgracia se ha unido la guerra económica que Occidente hace a Rusia y, en menor medida, a sus aliados, como consecuencia de su agresión bélica a Ucrania, dos productores esenciales de materias primas agrícolas e industriales y, por ejemplo, ya se sabe que las próximas cosechas, si no se actúa correctamente (en fertilizantes, etc.), se verán fuertemente afectadas, excepto en Estados Unidos que puede aislarse de dicha adversidad; en el resto del mundo, desgraciadamente, habrá hambrunas, un flagelo que, salvo catástrofes naturales, es producto de la política. Por si fuera poco, se ve claramente que la intención de los aliados es alargar la guerra de forma que Rusia sufra un duro castigo por su acción bélica.
Para colmo, en nuestro país, al examinar el efecto inflacionario de todas esas medidas, ha de incluirse "la corrupción como factor de gobierno", como se vio en la forma turbia en que se hicieron los aprovisionamientos médicos durante la pandemia, unos trapicheos sobre los que ya hay acciones judiciales sobre una mínima parte de los mismos, unos 300 millones de euros, algo que, por habitual, ya no escandaliza a nadie, porque aquí no se respeta nada. Así que, en España, para entender su inflación, primero hay que saber por qué tenemos un nivel tan alto de corrupción; si luego, como es la norma, no se hacen los números ni se atiende a la historia, no digamos.
La perspectiva histórica
Desde que existen datos fiables de inflación no se había registrado un fenómeno como el actual, en que hemos pasado de experimentar tensiones deflacionarias (óvalo rojo, siguiente gráfica) a desbarrancarnos por el precipicio suicida de la espiral inflacionaria.
Una vez más, se suele decir que el último dato, 9,8%, es el más alto desde 1984, lo que es cierto, pero cómo fenómeno sistémico, no, pues entonces se estaba en la fase desinflacionaria (cada vez menos inflación) del ciclo largo. La enorme ventaja hoy es que la gran potencia de la oferta aún está activa y, con una gestión limpia, es una gran ayuda para evitar la ruinosa espiral inflacionaria en que nos metió el progresismo.
Efecto estacional
Una de las formas de discriminar situaciones temporales de la oferta relativas a los precios es comparando la inflación general con la llamada "subyacente", denominada así porque excluye los productos energéticos y los agrícolas no elaborados, muy afectados por malas cosechas, guerras, etc. Pues bien, el problema no estacional de oferta se ve cuando el subyacente sobrepasó el nivel normal, en torno al 1%, allá por agosto del 21, momento en que la inflación general se dispara; todo eso ocurría sin guerra, poniéndose ahora peor pues han desaparecido más 7.500 empresas, en parte por algo que depende del saqueo del gobierno: la ruina del transporte, otra destrucción de oferta por voracidad fiscal para financiar la ampliación del ejército de parásitos activistas.
¿Mal de muchos?
El Gobierno dirá que estamos todos igual (siguiente gráfica), pero no es cierto, que sabemos que mienten continuamente. Por ejemplo, Francia tiene menos de la mitad de inflación que nosotros, algo normal pues su sistema electoral es representativo del ciudadano y allí, la nación, no solo los lobbies y el Establishment, determina la política energética, entre otras.
El país más serio de nuestro entorno es Suiza, lugar donde se reúnen los chicos de Davos, convocados por el Foro Económico Mundial (FEM), ese de "no tendrás nada y será feliz", y a quienes los suizos hacen caso según sus intereses, que tontos no son ni piensan terminar siendo unos miserables infelices como aquí. Otro asunto de interés es que a los países UE fuera del euro, salvo Suecia, otro país serio, les va peor, o el de Alemania, con 7,3% (Italia 6,7%), pero eso ya tiene que ver con una política energética irracional igual que la nuestra, tema que, junto con el de otros países, exploramos recientemente en "Entre el gas y el expolio", lo cual nos lleva al siguiente personaje.
La ministra mata pobres
Que es como llamamos en casa a la excelentísima señora doña Teresa Ribera, muy vinculada al FEM (atención al curriculum), responsable (sin duda) para la "Transición (faltaría plus) Ecológica y el Reto Demográfico", pues cada vez que decide algo mete un rejonazo a los pobres españoles pobres, sablazos que son de lo más progresistas, esto es, a menor renta más sangría.
Si atendemos a los componentes de la inflación, que fue 9,8% anual en marzo (línea negra, siguiente gráfica), vemos que dos de los grupos más afectados por Doña Teresa y su progresismo se han disparado a niveles intolerables, con "por uso de la vivienda" (luz, gas, saneamiento, etc.; línea azul) en tasa anual del 25,4% y el transporte del 12,8%. Los efectos de la agenda que nos impone para el transporte de particulares lo vimos en "Jaque al sector automotriz", y los de mercancías y pasajeros provocaron una huelga sectorial en el país más manso de Europa, sector donde han arruinado y siguen arruinado a decenas de miles de españoles. Y ojo, que la "Agenda 2030" incluye todavía más y peores impuestos que agravan lo anterior mucho más, así que, cuando vean algún político con el pin de marras, no lo duden, ese es el principal enemigo de su bienestar.
La que ha liado la doña de Davos, y no puede escudarse en nada ya que ella entró con Zapatero, supuesto amigo del "jet set" Al Gore, que fue cuando empezó el negocio verde para ponerse morado, algo que continuó el PP y al que, ya como vicepresidenta tercera, doña Teresa, enemiga a muerte de la energía nuclear, ha dado varias vueltas de tuerca. Y no se duerman, que es insaciable y quiere más, como si de ganarse el cielo de Davos se tratara.
Si uno compara la inflación eléctrica (línea morada, siguiente gráfica) con la inflación general (línea azul), que obviamente se ve afectada por la primera, y parte de 2002 como año base (=100), verá que por lo que en 2002 pagábamos 100 en electricidad hoy nos cuesta 264, mientras que en todo lo que consumimos pasamos de 100 a casi 150. Es una locura que solo se iguala cuando los precios del petróleo son negativos. Le ha estallado en la cara el invento de aprendiz de bruja pero, aún así, se va de rositas y sigue erre que erre empujando su agenda progresista, una persona sin ninguna preparación técnica sobre sistemas energéticos, de transporte, etc. Tampoco es demógrafa (ni parecido) y atiende al "reto (más bien desastre) demográfico", otro tema de su agenda progresista con el que seguro también traerá más desgracias.
El aspecto monetario
Aquí es donde aparecen otros dos abogados defendiendo sus agendas respectivas, Jerome Powell, presidente de la FED y la jefa del BCE, la numeróloga Christine Lagarde, siendo la peor la nuestra, aunque ambos, con su intrusismo profesional, han cometido uno de los errores típicos (hay más) de quien usurpa el oficio de banquero central, como es que, metidos en una espiral inflacionaria han esperado a ver si mejoran los datos con el paso de los meses. Es cómo para decirles a estos amateurs: "A ver, ¿qué parte de espiral no habéis entendido?"
Luego, a nivel español, tenemos, para colmo, un Gobernador del Banco de España que aplica sumisamente la agenda de Davos sobre banca progresista, otro invento que daña todavía más la oferta, y eso por no hablar de la inflación de comisiones oligopólicas que permite a los bancos españoles. Y todos saqueando en plan progresista a los ahorradores pues, a menor renta, más comisiones o peores tipos de interés y, cuando demuestras los daños de esta "élite" partitocrática a la población, te llaman populista y cuela, porque la gente quiere que la engañen.
Finalmente y sin entrar en temas geopolíticos, dada la enorme responsabilidad de estos progresistas incompetentes en la economía global y si atendemos al caso francés, se puede decir sin riesgo a error que al menos la mitad de la inflación es debida a ellos. Similar razonamiento ha de hacerse sobre la recesión que habrá que inducir para poder conseguir que el sistema alcance el equilibrio y, quién sabe, a lo mejor el correspondiente ajuste fiscal se lleve por delante el orden podrido que padecemos. En todo caso, ¡Feliz Pascua Florida!, que es, por cierto, una de nuestras fiestas que más detesta el progresismo imperante. Pásenlo bien y cuídense mucho.
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