En las últimas horas, la mayoría de las ciudades israelíes han sido objetivo de millares de cohetes lanzados desde Gaza con la finalidad de diezmar y aterrorizar a la población civil, y para provocar un caos que se torne amenaza existencial. Simultáneamente, numerosos grupos de Hamas han penetrado en territorio israelí, procediendo a secuestrar y asesinar civiles. Las imágenes de personas masacradas en sus casas, de madres secuestradas con sus hijos, de adolescentes israelíes siendo exhibidas por las calles, sus cuerpos mancillados, revuelven el estómago. Los salvajes islamistas palestinos muestras orgullosos su verdadera e inhumana cara.
Estamos ante una operación de gran envergadura que sin duda pasará a la historia por sus consecuencias, la primera de las cuales, como no podía ser de otro modo, ha sido la declaración de guerra de Israel contra Hamás, grupo dirigido por Irán, cuyos máximos representantes ya han celebrado la operación.
Pero lo más importante es lo que no tendríamos que invocar por evidente: Israel está siendo víctima de una agresión exterior coordinada y masiva, y tiene derecho a defenderse. Sin cortapisas. Sin peros. Es una desgracia que solamente el hogar nacional de los judíos tenga que invocar aquello que se sobreentiende de inmediato en cualquier otro supuesto, cualquier supuesto donde Israel no sea parte. Pues bien, la parte agredida esta vez es una nación democrática y socialmente avanzada que está sufriendo un ataque sin precedentes en plena fiesta de Simjat Torá. Las familias, con infinidad de ciudadanos de camino a las sinagogas, se han encontrado con unos enemigos que los buscan precisamente a ellos, los civiles, para infligirles el mayor daño posible. En sus casas. En sus coches. En las paradas de autobús. La inhumanidad y la crueldad vuelven a ser el sello característico de los terroristas que gobiernan Gaza con la legitimidad de unas elecciones celebradas tras la salida de todos los israelíes de la Franja hace dieciocho años. Elecciones que, por cierto, nunca volvieron a repetirse.
Las imágenes de personas masacradas en sus casas, de madres secuestradas con sus hijos, de adolescentes israelíes siendo exhibidas por las calles, sus cuerpos mancillados, revuelven el estómago
En centenares de ocasiones ha advertido Israel que los generosos fondos occidentales enviados a Gaza —supuestamente para construir infraestructuras civiles— se estaban utilizando en realidad, de forma sistemática, para armar otro tipo de infraestructuras de tipo bélico, como la red de túneles, o para financiar un potente entramado terrorista. La práctica totalidad del territorio israelí, incluyendo Jerusalén y Tel Aviv, están ahora bajo los cohetes. Las bandas de terroristas fuertemente armados están siendo perseguidas tras sus infiltraciones por ciudades y comunidades del Sur de Israel. Tras un período caracterizado por serios intentos israelíes de pacificación (que beneficiarían también a la población de la Franja), resulta que ese tiempo estaba siendo aprovechado por Hamás, siempre bajo el control y la voluntad de Irán, para lanzar este ataque sorpresa de gran intensidad en varios frentes, atrapando al pueblo de Israel en un momento de vulnerabilidad, dadas las celebraciones de la fecha.
El término "terrorista", que tanto han luchado por rechazar las instituciones y la prensa europeas para calificar a Hamas, no necesitaba confirmación, pero, aun así, ahí la tienen. ¿Van a seguir negando su condición y naturaleza? Por otra parte, es el momento de insistir en el patronazgo de un Estado soberano como Irán sobre Hamás y sus actos criminales. El régimen de los Ayatolás viene declarando abiertamente su intención de borrar del mapa a Israel.
Todo esto debería avergonzar a las potencias occidentales. Estados Unidos (antes y después de Trump) y el responsable de Exteriores y Seguridad de la Unión Europea nos tienen acostumbrados a un discurso y a unos planes que hoy se pueden calibrar mejor: el discurso y los planes del pacto nuclear con Irán, disfrazado de bondadosas intenciones civiles cuando es un secreto a voces que el régimen de los Ayatolás solo busca en la cooperación tecnológica occidental el arma nuclear para destruir Israel. Es Irán quien mueve como peones a los desalmados terroristas que lanzan millares de cohetes contra poblaciones indefensas, que secuestran familias y que asesinan inocentes, sin olvidar las bárbaras celebraciones de sus crímenes de lesa humanidad.
Es intolerable que una parte del Gobierno de España —la que corresponde al grupo político de la vicepresidenta Yolanda Díaz— se posicione, con mentiras y desinformación clamorosas, del lado de los agresores, de los asesinos de civiles, celebrando a los sembradores de terror, adoptando su narrativa. Cómplices de los bárbaros en el corazón del Gobierno de España. Y es una decepción —no por esperable menos amarga— el bajo tono de condena de la parte del Gobierno español correspondiente al Partido Socialista, incluyendo a su presidente Pedro Sánchez. En España, como en muchos otros países occidentales, resulta ya evidente que la izquierda política ha tomado el testigo de la inveterada judeofobia, hoy disimulada bajo el término "antisionismo". Como si postular que el hogar nacional de los judíos carece del derecho a existir no fuera el caldo de cultivo perfecto para la pervivencia del atávico antisemitismo europeo en el siglo XXI.
En la guerra que Irán promueve y Hamás acaba de desatar nos encontraremos con las trampas habituales: el uso de la población palestina de Gaza como escudos humanos, la ubicación de centros operativos junto a hospitales y escuelas, y también la propaganda victimista que, inconcebiblemente, los agresores logran aún activar contra los agredidos en la percepción occidental. No hay un Estado en el mundo que tome más precauciones que Israel para minimizar los riesgos de la población civil del enemigo en sus acciones bélicas. Es decir, para hacer exactamente lo contrario que su agresor. Esa línea de actuación la conoce cualquiera a que se haya tomado el interés de conocer el conflicto palestino-israelí más allá de la propaganda y de los infames titulares de la prensa mainstream. Esta ha puesto ya en marcha sus deliberados equívocos en busca de una falsa e infamante equiparación entre las partes, cuando no de una escandalosa inversión de culpas. Como fuere, Israel sabe bien que su única posibilidad de sobrevivir es no perder ninguna guerra. Pese al sufrimiento infligido, pese a la voluntad exterminadora de Irán, pese a tantos enemigos, y pese al antisemitismo que rezuman las organizaciones internacionales, Israel tampoco perderá esta guerra.
Ansurez
Este conflicto dura demasiado,con lo cual parece que nadie está interesado en arreglarlo y si ahora los palestinos están dirigidos por Hamas es porque han perdido la esperanza,el que Israel sea una democracia no quiere decir que sus políticas sean acertadas a la hora de resolver el conflicto
vallecas
Batalla perdida Sr. Mas. La Izquierda ha enfermado a Europa con notable "éxito". En España desde hace 40 años la izquierda ha dividido la sociedad en 2 partes. Buenos y Malos. A partir de esto hay que etiquetarlo TODO. no hay tercera opción. Se está en un sitio o en otro. Siempre etiquetado. Echenique = bueno Inés Arrimada/Ayuso = malas Palestinos = buenos Israel =malos Cuando se entiendo esto, se entiende todo.
Norne Gaest
Totalmente de acuerdo. Claro y directo. ¿Oiga, y por qué no escribe Vd. más en este periódico? Israel representa representa la civilización y Hamás la barbarie. Tomar partido por la barbarie o pretender la equidistancia, como hace buena parte de la impresentable izquierda española, es moralmente perverso.