Opinión

La guerra de TikTok

Los datos pasan por China porque la empresa matriz es de allí, tiene la sede en el mismo Pekín. Luego, esos datos pueden terminar en manos del Gobierno chino

TikTok es una de las redes sociales más populares y también la más polémica desde el punto de vista político. Hace algo más dos años, poco antes de que Trump abandonase la Casa Blanca, tuvo un rifirrafe con su Gobierno, que amenazó con prohibirla en todo el país si no se buscaba un socio tecnológico local para que custodiase y gestionase los datos que la aplicación obtiene de sus usuarios. En aquel momento no llegó la sangre al río porque un juez intervino y Oracle se comprometió a encargarse de los datos, pero los problemas han continuado. TikTok ha sido prohibida en los dispositivos del Gobierno federal, también por varios Gobiernos estatales y, desde esta misma semana, los empleados de la Comisión Europea tampoco podrán tenerla instalada en sus dispositivos profesionales.

Aducen que la probabilidad de que los datos recopilados por la aplicación terminen en manos del régimen chino es muy alta ya que TikTok es propiedad de la compañía china ByteDance, una empresa privada sí, pero con acreditados vínculos con el partido comunista. TikTok recoge muchos datos de sus usuarios: puede acceder al nombre, edad, número de teléfono, dirección de correo electrónico, modelo del dispositivo y red móvil que está usando, lo que escribe, donde se encuentra e incluso información biométrica. El algoritmo de TikTok también rastrea lo que ven los usuarios y cuánto tiempo pasan en cada video para poder recomendar contenidos más ajustados a los sus gustos.

No es un modo de proceder extraño. Eso mismo hacen las principales aplicaciones de redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram. El que empieza a usar estos servicios sabe a lo que se enfrenta. Facilita mucha información personal a cambio del contenido que ofrecen gratuitamente. Pero otras redes sociales gestionan sus datos aquí donde la regulación es más estricta y están sometidos a auditorías. En el caso de TikTok los datos pasan por China porque la empresa matriz es de allí, tiene la sede en el mismo Pekín. Luego esos datos pueden terminar en manos del Gobierno chino.

El riesgo es evidente. TikTok ha reconocido que sus datos, incluso si se almacenan fuera de las fronteras chinas, pueden ser consultados por su personal en China. Esto se sabe porque hace unos meses unos empleados de la empresa reconocieron que habían accedido a la información de dos periodistas occidentales que les estaban investigando. Los directivos de TikTok se disculparon, despidieron a esos dos trabajadores, insistieron en que no comparten datos con el Gobierno chino y que no lo harían aunque se lo pidiesen, pero ByteDance podría verse obligada a hacerlo por que la legislación china así lo establece.

Buena parte de la información que recopila TikTok ya está disponible en el mercado gracias a los corredores de datos, gente de la que nunca hemos oído hablar

Con estos antecedentes prohibir TikTok puede parecer atractivo, pero no impediría del todo que China acceda a datos sobre estadounidenses y europeos, especialmente de los primeros ya que en EEUU la regulación sobre datos no es tan estricta como en Europa. Pero ni siquiera les harían falta hackers para obtenerla. Buena parte de la información que recopila TikTok ya está disponible en el mercado gracias a los corredores de datos, gente de la que nunca hemos oído hablar y que comercia con ingentes cantidades de datos personales. Se trata de empresas que se hacen primero y venden luego esa información para que sus clientes la utilicen en anuncios segmentados por edad, lugar de residencia o sexo. De modo que si el Gobierno chino quiere datos sobre los estadounidenses no tiene más que acudir al mercado y pagar por ellos.

El problema, por lo tanto, no son los datos. Esos están disponibles con o sin TikTok. Estamos volcando continuamente datos personales en la red y allá arriba sobra gente que los recoge, los procesa y los vende. El problema no es ese, sino que TikTok es muy grande e influyente. Si se tratase de una red social con 20 millones de usuarios en todo el mundo nadie había reparado en ellos, pero es que tiene unos 1.500 millones. En EEUU se estima que hay 140 millones de usuarios, un 42% de la población. En Europa con 125 millones de usuarios el porcentaje sobre el total de la población es algo menor, un 30%. Llega a mucha gente, especialmente jóvenes, aunque de un tiempo a esta parte ya no tan jóvenes. Con semejante penetración los líderes chinos pueden verse tentados a obligar a TikTok a censurar algunos temas, promover ciertos contenidos o influir en los asuntos políticos de otros países.

No sólo no estaría en las tiendas de aplicaciones, tampoco podría valerse de los servicios en la nube de Amazon o Microsoft y no se podrían insertar anuncios entre los vídeos de los usuarios

Pueden hacerlo y lo han hecho. TikTok admitió ante el parlamento británico en 2020 que ocultó algunos videos sobre la región china de Sinkiang y lo que el régimen de Xi Jinping está haciendo con los uigures allí. La empresa asegura que eso no ha vuelto a hacerlo, pero nadie termina de creérselo y es por ello por lo que muchos piden que se prohíba, ya que no es más que un arma de un poder extranjero a la que los jóvenes occidentales son adictos. Pero no sería algo tan fácil. Podría eliminarse de las tiendas de aplicaciones Apple y Google. Esto imposibilitaría nuevas descargas y las actualizaciones de los que ya la tienen descargada, pero no impediría que en Occidente se pudiese acceder a TikTok. Quien quisiese podría descargar la aplicación de internet y seguiría accesible desde los navegadores.

Otra opción sería la que propuso Trump en 2020, prohibir a las empresas occidentales trabajar con TikTok. No sólo no estaría en las tiendas de aplicaciones, tampoco podría valerse de los servicios en la nube de Amazon o Microsoft y no se podrían insertar anuncios entre los vídeos de los usuarios. Eso le haría mucho daño, pero lo más seguro es que apareciesen soluciones imaginativas por doquier para saltarse las prohibiciones. ByteDance podría trasladar sus servicios a México o a Turquía, vender la publicidad desde allí y emplear servicios en la nube alternativos. Los videos se cargarían algo más lento, pero para la mayor parte de los usuarios lo aceptaría.

Podrían también prohibir su uso, es decir, convertirlo en algo clandestino como la droga. Pero es que eso va contra los principios fundacionales de las democracias occidentales. Además, no hay un sistema que permita prohibir sitios que no gusten al Gobierno. Una prohibición total del uso de TikTok requeriría un cortafuegos como el de China o entregar poderes especiales al Estado para obligar a los proveedores de contenido a censurar todo su tráfico. Aquí eso sería abiertamente ilegal y no duraría mucho una ley como esa. Si al Gobierno impone la censura en una cosa puede imponerla en otras, así que deberán conformarse con que los datos se gestionen aquí asumiendo el riesgo que eso conlleva. Lo contrario sería cerrar la sociedad y no creo que compense una cosa por la otra. Al igual que no se pueden poner puertas al mar, tampoco se pueden poner puertas a internet. Para los más celosos de su intimidad quizá lo mejor es que se abstengan de utilizar ciertas aplicaciones tipo TikTok, Instagram o Facebook, un consejo innecesario porque creo que ya lo hacen.

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