Pocos esperaban que Putin se atreviera a tanto. Incluso si nos imaginábamos un conflicto, la mayoría lo veía circunscrito a la franja más al este del país. Sin embargo, el jueves de madrugada se hizo palpable el peor escenario posible: una invasión total del territorio de Ucrania por parte del ejército ruso. Pero más allá del drama humano, del escenario bélico, e incluso del geopolítico (sin duda el más complejo en estos momentos puesto que la aceptación de hechos consumados parece una invitación a que cualquier otra gran potencia pueda “comerse” a cualquier país o territorio, como podría ser el caso de China con Taiwán), el que más puede afectar directamente al español medio, es el económico.
En un contexto de precios altos, que ya llevan meses machacando al consumidor, y de problemas de suministro, la escalada militar rusa ha extremado aún más el dolor llevando este jueves a máximos de ocho años al precio del crudo, de diez años al del trigo y el maíz, y a altos históricos el del gas europeo. A eso hay que sumar el efecto alcista en los productos agrícolas y ganaderos que puede tener la sequía actual de nuestro país.
Esas son suficiente razones “lógicas” para que los que poseen acciones hayan querido venderlas. De hecho, el principal índice bursátil de Wall Street, el S&P500, ya estaba viviendo el peor comienzo de año desde hace 13 años, incluso antes de esta semana. Pesaban por supuesto razones económicas y geopolíticas pero sobre todo, el principal argumento bajista fue el cambio de sesgo de la Reserva Federal, que empezó a hablar de subir tipos en marzo e incluso de empezar a reducir balance (en la práctica, sacar liquidez del mercado) antes de final de año.
Como el BCE estaba más prudente, y al revés de lo que viene siendo habitual, las bolsas europeas se estaban comportando mejor que las estadounidenses, destacando incluso el Ibex, que fue de los índices que menos buen comportamiento tuvieron en 2021. Sin embargo, la guerra de Ucrania empeora mucho el panorama europeo, al que va a afectar mucho más el grave error de Merkel (quizás el mayor de su exitoso mandato) de renunciar a la energía nuclear tras el accidente de Fukushima. Ahora Alemania depende del gas natural ruso y esta misma semana el Bundesbank advertía que el país iba a entrar en recesión (dos trimestres consecutivos con tasas negativas de PIB) pues ya fue ligeramente negativo el último trimestre de 2021 y consideraban probable que el primero de 2022 también lo fuera (previsión realizada antes de la invasión rusa).
Las criptomonedas no funcionaron como activo refugio y el jueves se desplomaron, incluso en mayor proporción que las bolsa
Este cúmulo de factores nos ofrece unos números muy preocupantes para los inversores en renta variable que ven que en dos meses han perdido, incluso tras el rebote desde los mínimos del jueves, casi el 10% de capitalización (caso del S&P500 o del Dax alemán) e incluso más en el caso del Nasdaq. El Ibex se ha comportado mucho mejor y tras el cierre semanal marca tan “sólo” una caída, en lo que llevamos de 2022, del 2,6%. Un inciso: una vez más, las criptomonedas no funcionaron como activo refugio y el jueves se desplomaron, incluso en mayor proporción que las bolsas. Como ya hemos comentado alguna vez, son un activo especulativo más.
No es consuelo para los accionistas occidentales el que la bolsa rusa valga ahora casi la mitad que hace dos meses, aunque es evidente que tampoco es algo que vaya a alegrar mucho a los rusos que poseen acciones (sólo el jueves bajó un 38%). Es cierto que el país está teniendo unos ingresos extraordinarios de divisas desde hace ya algún tiempo debido a que cobra en dólares sus exportaciones de crudo, gas y otras materias primas, por las que, curiosamente gracias a la política belicista de Putin, cada vez ingresa más. Esto permite que las cuentas públicas aguanten mejor la caída del rublo.
En cuanto al gasto de la guerra sospecho que se lo harán pagar a los invadidos de un modo u otro. Por supuesto las sanciones, por mucho que se hayan preparado, afectarán negativamente a la economía rusa con lo que perdemos todos… o más bien, pierde la mayoría, que seguro hay unos pocos que se han beneficiado de todo esto. En eventos así, en los que unos pocos son los únicos que saben exactamente lo que va a pasar, siempre sospecho que aprovechan esa circunstancia para posicionarse (ellos mismos o personas y grupos afines) en algún activo especulativo, y con apalancamiento, para multiplicar aún más los beneficios. De este modo, los mercados financieros pueden convertirse en financiadores involuntarios de aquellos que provocan los sucesos que los mueven.
La guerra de Ucrania empeora mucho el panorama europeo, al que va a afectar mucho más el grave error de Merkel de renunciar a la energía nuclear tras el accidente de Fukushima
El caso es que en menos de dos años han sucedido dos sucesos improbables que han impactado en las bolsas: los confinamientos provocados por la pandemia y una guerra en Europa. Lo primero fue con diferencia un evento más extraño, con un daño económico que la mayoría de los países han tardado más de un año en superar, y algunos -como España- aún no han conseguido. A pesar de ello, la mayoría de bolsas (el Ibex no) recuperaron lo perdido en relativamente poco tiempo, por lo que tiene sentido pensar que el impacto de la invasión de Ucrania será breve.
El problema es que esta vez, y no como en febrero de 2020, la tendencia anterior a la guerra ya era de bajada, con dos preocupaciones relacionadas entre sí: la alta inflación y el cambio de política de los bancos centrales. Las bolsas llevan desde marzo de 2009 subiendo gracias a la liquidez en los mercados (que también ha impulsado a las criptomonedas, a las materias primas, a la deuda con tipo de interés en negativo etc.) y si ésta se reduce, y además las previsiones económicas empeoran por las consecuencias de la guerra, tanto en el comercio como por la subida de precio del gas y el crudo, es difícil ser optimista en las bolsas.
Además, el Ibex este año lo estaba haciendo mejor gracias a sus bancos, felices con la posibilidad de tipos más altos, algo que este conflicto aleja ya que BCE será aún más prudente. No obstante, mi opinión es que sigue habiendo mucho dinero buscando inversiones, y el dinero en el banco no sólo no renta nada, es que, con esta inflación, es una constante pérdida de poder adquisitivo el tenerlo ahí. Por lo tanto, no invito a comprar pero mi opinión es que, más allá de cómo acabe el año, veremos niveles más altos que los actuales antes del verano.