Subir el salario mínimo es un bien, por supuesto, y mucho más establecer una cantidad tan alta como sea posible. Echo de menos, para ser más honesto y en defensa de la igualdad, dos cifras más para la reflexión: la del salario máximo y la de la proporcionalidad.
Con la primera me refiero a la cantidad máxima que desembolsa el estado a un asalariado en un mes. ¿Qué nos impide establecer el techo del salario máximo y que por ley nadie pueda superarlo? Si un alto funcionario recibe de los Presupuestos generales unos diez o doce mil euros al mes, establezcamos, en busca de la claridad, un tope de referencia. Citémoslo cada vez que hablamos del salario mínimo. Digamos continuamente que la horquilla de las nóminas del estado se establece entre los diez mil como máximo y los mil como mínimo para todo funcionario.
Y necesitamos otra cifra más, la de la proporcionalidad, las veces que el salario máximo contiene al mínimo. Estamos en diez, aproximadamente. ¿Quiere eso decir que una persona vale, por su formación o su inteligencia, diez veces o nueve o siete más que otra? ¿Es eso cierto señora Díaz? ¿Usted que es comunista merece por su trabajo ocho veces más que un funcionario de base? No creo. El ministro de Cultura no tiene carrera universitaria, y ahí está. Titulación de mileurista, salario de súper-ricos.
Vamos a darles unos eurillos más al mes para que vean cuán generosos somos los comunistas. Pero mi sueldo que no lo toquen
Contemplemos la realidad sin demagogia. Una vicepresidenta que recibe unos ingresos mensuales muy por encima de sus gastos (seguro que le sobra bastante todos los meses) dice luchar, con aire chulesco y mirada de prócer, para mejorar la vida de los pobres. Vamos a darles unos eurillos más al mes para que vean cuán generosos somos los comunistas. Pero a mi sueldo que no le toquen. Si acaso auméntenlo un poco porque yo, que soy vicepresidenta y chulísima, me lo merezco más que nadie.
Deje de reírse de nosotros, excelentísima señora, deje de engatusar. Si las tres cantidades van juntas para dar transparencia, mínimo 1.000, máximo 10.000, proporcionalidad 1/10, le sugiero, lady Díaz, para que las cosas sean chulísimas, que promueva la igualdad y busque con esmero acercar el máximo al mínimo, el techo al suelo. Y descubrirá que toca, como en todo tiempo de crisis, bajar el máximo en busca de una proporcionalidad más justa. Eso sí sería un excelente itinerario social, y no el pastiche de su compañera de gabinete, Irene Montero. Y no me diga que en la empresa privada se puede ganar más porque no es verdad. Usted, en la empresa privada apenas superaría el salario de cajera de su colega. No todos los funcionarios pueden ganar como Lionel Messi o Berlusconi.
Es sabido que el electorado fiel tiene vocación sumisa y anhela obedecer ciegamente a un líder y repetir sus consignas. Acusan del actual desastre a la guerra de Putin y nada mencionan de su sus propios errores
A ustedes les encanta el desequilibrio, sobre todo el que rebaja al hombre a la condición de culpable ante el testimonio de una mujer y el que beneficia a las formaciones independentistas. Es sabido que el electorado fiel tiene vocación sumisa y anhela obedecer ciegamente a un líder y repetir sus consignas. Acusan del actual desastre a la guerra de Putin y nada mencionan de su propia gestión económica, la restricción de libertades, encarecimiento de los productos básicos y otras decenas más de tropelías. Su afición parece encantada y, lo peor, ajena a la incompetencia de los responsables.
El Falcon es símbolo de soberbia; los ERES, de avaricia; Bildu, del blanqueo del terrorismo; Galapagar, de la arrogancia; la niñera, del abuso, mientras Cuba y Venezuela se dejan ver en el horizonte. Sánchez, un señor sin escrúpulos. Este gobierno se ha tapado los ojos mientras intenta camuflar el precio de la energía, la subida de los carburantes y los ajustes de las pensiones. Han cultivado con mimo los inmensos beneficios de los suyos: puestos de trabajo, prebendas, beneficios... Ahí donde muestran destacada habilidad es en el manejo de la propaganda. Entre los muy fieles al partido, el paro es cero.
Facilitar trabajo, impulsar empleo
Toca frenar la capacidad del social-comunismo para calar con sus mensajes frentistas. Vamos tarde. La pasividad, la indolencia, la pereza, incluso la confianza, son lujos que no nos debemos permitir, y mucho menos quedarnos en la superficie discutiendo el salario mínimo porque lo que levanta a un país es el empleo, y no precisamente el empleo público. Facilitar el trabajo.
Subir el salario mínimo no soluciona nada más allá de los beneficios en votos. Aumentar el salario mínimo no va a ser la ruina pero tampoco la solución. No destruye empleo en países prósperos cuando la economía crece, aquí sí. Ajustar el salario máximo de los altos funcionarios tampoco cambiaría la estructura económica, pero sería un gesto apreciado en tiempos de crisis, y el único paso progresista en busca de mitigar las desigualdades.
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