Mientras Gabilondo sigue negando la subida de impuestos en los próximos dos años en el caso de que llegue a presidir la CAM, la ministra de Hacienda y portavoz, María Jesús Montero, ya nos ha anunciado que el año que viene habrá hachazo en los impuestos de Sociedades, Patrimonio y Sucesiones. Es la marca de la Casa Común de la Izquierda que incapaz de gestionar con crisis o sin ella, siempre opta por el camino más corto, el atajo de meter a los ciudadanos en la Termomix, hasta dejarnos secos.
Si el 4 de mayo el mejunje de frutos rojos consigue el poder en Madrid nos van a dejar tiesos como la mojama. Ese cóctel de impuestos puede acabar con las clases medias y hacerle un roto a la locomotora de la economía española. El día 5, las colas para la vacunación pueden ser un chiste comparado con la cola para cruzar la frontera con Portugal. El impuesto de Sociedades desincentivará la creación de puestos de trabajo en unas empresas que ya están, muchas de ellas, tocadas de muerte. Ni puestos de trabajo ni inversiones que Sánchez quiere suplir engordando aún más la monstruosa administración. Algo que tiene dos ventajas a corto plazo para el césar de la Moncloa. Comprar voluntades hasta que a Bruselas se le pase la pájara y nos pida cuentas y, mientras, seguir manteniendo la ficción de que las cosas van relativamente bien.
Los ministerios inútiles reciben presupuestos increíbles para no hacer otra cosa que regar con nuestro dinero los chiringuitos de asociaciones afines, normalmente compuestas por vagos y maleantes
El impuesto de Patrimonio recaerá también en la gente normal y corriente que tras muchos años de trabajo han podido conseguir unos ahorros pensando en complementar su pensión para poder disfrutar moderadamente una vejez sin sobresaltos económicos. Y por último el impuesto más confiscatorio de todos. Cuántos herederos directos, o sea cuántos hijos, no han podido hacer frente en las comunidades gobernadas por los socialistas a las cantidades desorbitadas que Hacienda les ha pedido por un piso normal y corriente. Muchos.
Si Madrid cae en manos de esta depredadora izquierda, apaga y vámonos. Y luego nos hablan de 202 medidas para salir de la crisis de las que apenas sabemos nada pero hay que temerse lo peor. El dinero del rescate europeo no llega, y salvo 10.000 millones que podrían estar en caja en este año, no podemos soñar con más. Mientras tanto el número de asesores, de pelotas con sueldo público, no para de crecer. Los ministerios inútiles reciben presupuestos increíbles para no hacer otra cosa que regar con nuestro dinero los chiringuitos de asociaciones afines, normalmente compuestas por vagos y maleantes que revientan mítines y apedrean a una policía de la que para nada se ocupa esa decepción llamada Marlaska.
Desde Sánchez hasta el último mono, en este caso Fernando Simón, deberían pagar al menos políticamente su fracaso, sin olvidarnos de Salvador Illa cuyo único efecto es su inutilidad como ministro de Sanidad
Y mientras tanto la campaña electoral en Madrid se enfanga con Sánchez utilizando datos falsos sobre la incidencia de la pandemia y la vacunación, mientras que Fernando Simón, que está ya al borde del frenopático, le desmiente al menos en parte. La utilización de la covid como arma electoral es, sencillamente, repugnante y pone de manifiesto la catadura moral del presidente del Gobierno, sus ministros y ministras, y del propio Gabilondo que se va a dejar por el camino su prestigio a base de seguirle la bola a su patrón político.
La gestión de la covid es una vergüenza. Desde Sánchez hasta el último mono, en este caso Fernando Simón, deberían pagar al menos políticamente su fracaso, sin olvidarnos de Salvador Illa, cuyo único efecto es su inutilidad en los largos meses como ministro de Sanidad. Ahora se dedica a guardar silencio y a esperar que ERC termine en sus brazos cuando a Junqueras y los suyos se les hinchen las narices ante la locura del delincuente y fugitivo Puigdemont.
Porque mientras mejoran los números de la pandemia gracias a la vacunación que esperemos que alcance pronto su velocidad de crucero, el resto de los problemas de España, que son muchos y difíciles de abordar, ahí siguen estancados. Nadie del Gobierno habla de Cataluña que sigue sin gobierno. Bueno en realidad no lo ha tenido en años ante la actitud de avestruz del presidente de media España. La otra media no cuenta en sus planes salvo para aplastarla. Cuánto va a tardar esa gran parte del país en enterarse de que nos estamos jugando no ya lo que les está pasando a nuestros hijos que no ven futuro por ninguna parte, sino el de nuestros nietos.
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