Si Sánchez está haciendo lo que hace es porque puede. Según parece, esa Constitución que “nos hemos dado” no puede detener a quien se ha apropiado de todos los poderes del Estado. La oposición no puede hacer nada, los jueces no pueden hacer nada, los fiscales no pueden hacer nada, las FSE no pueden hacer nada, el IBEX no puede hacer nada, el Rey no puede hacer nada… En cambio, Pedro todo lo puede. Incluso cualquier cosa que le pida Puigdemont. Qué pena que el 'pastelero loco' no se haya inspirado en Himno nacional —el primer capítulo de la serie Black Mirror—, así al menos podríamos desquitarnos jaleando a Sánchez mientras mantiene relaciones sexuales con un cerdo.
Y mientras una España atada de pies y manos encaja una humillación tras otra —ahora parece que también le vamos a pagar la escolta a Puchi, manda cojones—, la otra aplaude a rabiar, celebra el advenimiento del paraíso en la tierra y acusa de facha a su yo de hace tres meses, ese que estaba rabiosamente en contra de la amnistía. Alguien ha compilado esta deriva colectiva en el minimetraje 7 votos después, en el que podemos ver —entre otros ministros— a un Iceta al borde de la apoplejía gritando desatado: “¡No va a haber amnistía!¡No va a haber amnistía!”. Entonces les ofendía muchísimo la mera insinuación de que pudieran llegar a hacerlo; pero ahora les desquicia que no entiendas que la amnistía nos traerá la mejor de las convivencias y el más feliz de los reencuentros.
A nosotros lo único que nos parece mal de esta violencia es que sólo la ejerza la policía de Grande-Marlaska contra pacíficos manifestantes e incluso contra gente que sólo pasaba por la calle
Sin embargo, los indepes se burlan de que el PSOE insista en que se han vuelto constitucionalistas y que con esta claudicación del Estado se pasará página: “No hemos cambiado de objetivo, continúa siendo la independencia de nuestro país”, asegura Laura Borrás (Junts). Y el primer día de la investidura de Sánchez, tanto Rufián (ERC) como Miriam Nogueras (Junts) le amenazaron con dejarle caer si no admite abiertamente que el objetivo final es el referéndum y la autodeterminación. Si no fuera porque seremos nosotros quienes paguemos la cuenta —mínimo 15 000 milllones—, habría sido divertida esa sesión de sadomaso en la que Sánchez, ergo España, era el sumiso. Me pregunto cuánta árnica habrá necesitado su ego magullado y qué terrible venganza estará rumiando en el trono de su triada oscura (narcisismo, maquiavelismo y psicopatía).
Ya no puede quedar ninguna duda de que lo de la concordia y el reencuentro era mentira, pues él mismo ha admitido en sede parlamentaria que ha sacrificado la unidad de España y ha humillado a la nación para conseguir los 7 votos que le faltaban para ser investido; que es lo mismo que confesar que España y los españoles sólo somos el medio para que él consiga su fin: ser Presidente de España. Porque Sánchez, tal y como le reconvino Feijóo, no podría soportar no ser Presidente, y ni siquiera disimula que es un tipo capaz de cualquier cosa —cualquier cosa— por amarrarse al poder. Y si malo es que esté perpetrando un golpe de Estado, peor es que, además, se chotee de nosotros y nos tome por gilipollas. Por eso muchos españoles llevan dos semanas manifestándose ante las sedes del PSOE, ¡España acaba de despertar, hijos de puta!
“Lo malo son los alborotadores”, dicen los bienintencionados, esos que quizá todavía no comprenden el alcance de lo que está sucediendo. Pero quienes abominamos de la partitocracia sabemos que no se logrará nada cantando “Pedro Sánchez, hijo de puta, hijo de puuutaaaaaa” o rezando el rosario en Ferraz, ni siquiera enarbolando muñecas hinchables para poner de manifiesto la hipocresía del gobierno más progresista, feminista y putero de la Historia de España. A nosotros lo único que nos parece mal de esta violencia es que sólo la ejerza la policía de Grande-Marlaska contra pacíficos manifestantes e incluso contra gente que sólo pasaba por la calle. ¿No hay entre los disidentes profesionales que entren a repartir estopa cuando la clase media pliega la bandera para irse a casa a cenar?
No sabemos en qué acabará todo esto, como tampoco sabemos quién ha intentado matar a nuestro compañero Alejo Vidal-Quadras (El silencio mediático al respecto es atronador)
La famosa Constitución que parecía garantizar la libertad y la igualdad entre españoles ha resultado ser papel mojado, y el sistema del 78 ya sólo nos trae corrupción, redes clientelares y, finalmente, “la dictadura de los votos” de la que Sánchez habló en el debate de investidura —después Armengol censuraría a Abascal por llamarlo golpe de Estado—. No sabemos en qué acabará todo esto, como tampoco sabemos quién ha intentado matar a nuestro compañero Alejo Vidal-Quadras (El silencio mediático al respecto es atronador). Pero deberíamos tomar ejemplo de Pedro Sánchez y hacer de la necesidad virtud. Aprovechemos la ola para cambiar las cosas y dejar de ser una nación permanentemente chantajeada por quienes quieren destruirla, una nación en la que haya verdadera separación de poderes, una nación en la que los españoles sean iguales ante la ley y en la que los políticos respondan ante sus votantes y no ante su partido.
Que arda Troya.
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