Opinión

Un Hara-Kiri calculado

Las declaraciones ante el tribunal de Junqueras y Forn este jueves pasado se parecen como un huevo a una castaña. El segundo busca la rendija para escabullirse; el primero, busca

Las declaraciones ante el tribunal de Junqueras y Forn este jueves pasado se parecen como un huevo a una castaña. El segundo busca la rendija para escabullirse; el primero, busca pasar a la historia.

El líder de Esquerra debe conocer muy bien la leyenda de los 47 Ronin y ha decidido ponerla en práctica a lo largo de este proceso. Negándose a contestar a nadie que no sea su abogado defensor y declarándose preso político ha desgranado un discurso que parecía el de un candidato a la presidencia de la república catalana. Su alegato es difícilmente admisible como defensa, porque el historiador no quiere eso. Lo que ha hecho, y es un estrategia cuidadosamente pensada a lo largo del largo tiempo que lleva en la cárcel, es despojar a Puigdemont y a la neo convergencia del menor resto de dignidad política, convirtiéndose él y su partido en los únicos referentes del mundo separatista. Su vindicación del 1-O ha hecho mella en no pocos independentistas que ven como mientras el de Waterloo se pasea por Europa, Junqueras da la cara con dignidad. Eso sí, haciéndose un Hara-Kiri jurídico que le puede costar años de condena. Pero eso le da igual, porque piensa a largo plazo y sabe que tiene la batalla política ganada entre los suyos. No desea tanto la libertad como la hegemonía política y dejar a Esquerra como única fuerza separatista consolidada. No en vano decía a sus colaboradores que, sin Puigdemont y los suyos, habría presupuestos y Sánchez no estaría obligado a convocar unas elecciones que, muy posiblemente, den como resultado un gobierno de derechas nada favorable a las pretensiones separatistas. Pero, insistimos, Junqueras tiene mucha paciencia, una paciencia que no atrevemos a calificar casi de oriental, fatalista, estratégica.

Los 47 Ronin, samuráis que buscaban vengar a su señor, supieron esperar año y medio ocultos, sin llamar la atención de la justicia. Sus afanes se dedicaban al porvenir, no al presente, llegando a hacerse pasar por mendigos, incluso borrachos, degradando así su condición de guerreros nobles y conculcando todas las normas de conducta del Bushido. Pero, cuando la ocasión les fue propicia, asesinaron al causante de la muerte de su Daimio, su señor feudal, asesinando al infame Kira Yoshinaka y a toda su familia. Tras lo cual, salvado su Giri, su honor, se entregaron a las autoridades las que, piadosamente, les concedieron el honor de dejar este valle de lágrimas cometiendo Seppuku, el suicidio ritual.

El republicano ha esperado este momento para vengarse del de Waterloo y lo ha hecho abundantemente

El republicano ha esperado este momento para vengarse del de Waterloo y lo ha hecho abundantemente. Esa es la pauta que va a presidir toda su defensa, es decir, no defenderse, sino afirmarse en sus principios, sin buscar atajos o componendas, negándose a nada que no sea decir en voz alta lo que esperan escuchar aquellos a los que el bluf del 1-O dejó estupefactos. No precisa internacionalizar el proceso ni abrir embajadas ni crear organismos como el Consell de la República que, CUP dixit, son pretextos para que los que siempre han vivido de esto lo continúen haciendo sin que se avance hacia la independencia real. Junqueras es, a día de hoy, una carga de profundidad tremenda en la ya de por sí deteriorada línea de flotación convergente, es una bomba de relojería que justo ahora ha comenzado a explotar.

Eso lo han visto claramente en Bélgica y en el Palau. Lo temían, pero no esperaban que fuese tan espectacular, según nos confesaba un dirigente de la Crida. “Verlo con la corbata negra, de traje oscuro, sin levantar la voz, diciendo lo que dijo con aquella dignidad me impresionó hasta a mí”, se lamentaba dicho dirigente. Nada que ver con el chisgarabís de Puigdemont y ya no digamos con el chillón Toni Comín. Junqueras se ha propuesto ser el Mandela del separatismo y quien dirija la política catalana desde la cárcel, convirtiendo su celda en lugar de peregrinación al que los separatistas acudan a buscar orientación, a pedir consejo, a demandar instrucciones. Sabe que no pisará jamás la tierra prometida, siéndole tan solo otorgado el don de verla. Su Jordán es ya inaccesible puesto que, además de la pena de cárcel, se añadirá a esta la de inhabilitación para cargo público. Entre una y otra, va a estar mucho tiempo sin poderse presentar a nada.

Mezcla de personaje de Mishima y del Padre Sergio de Tolstoi, el máximo dirigente de ERC mira lejos, muy lejos, buscando figurar en los libros de historia junto a la famosa fotografía de Companys detrás de los barrotes. A los que se sienten preocupados por el devenir de nuestra tierra, entre quienes me cuento, eso debería inquietarnos más que los CDR o las frases histriónicas de Eduard Pujol. Porque un político capaz de sacrificar su libertad personal en aras de su ideario representa un adversario formidable. Y este hombre, en sede judicial, se ha clavado el puñal en el abdomen con toda la tranquilidad del mundo sin mover una ceja. Ha sido un Hara-Kiri perfectamente calculado.

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