Las costuras del Frankenstein están reventando. No sólo en el plano político, que ya bastantes titulares ocupa en todo tipo de medios de comunicación, sino también desde el punto de vista económico. Un asunto que está pasando desapercibido ante tanto escándalo, pero que pagaremos durante muchos años usted y yo.
En esta columna ya hemos advertido de que Pedro Sánchez y su equipo de gobierno está más preocupado en maquillar los problemas que de solucionarlos (lean y lean). Ahora, en año electoral, el castillo de naipes se está cayendo como si estuviera construido al borde de un acantilado en pleno Océano Atlántico.
En los últimos días hemos asistido a una colección de cifras e informes que evidencian la debilidad de España, la asfixia fiscal a la que estamos sometidos, y el nivel de matonismo que demuestra el Gobierno de España cuando a alguien se le ocurre actuar ante el despropósito continuado durante los últimos cuatro años, como ha sido el caso de Ferrovial.
Veamos qué hay detrás del maquillaje gubernamental, ahora que ya hay informes y datos solventes sobre asuntos relevantes.
Mercado laboral: España tiene una tasa de paro real del 14%
El mercado laboral ha sido uno de los motivos de debate más airados desde la puesta en marcha de la (no) reforma laboral. El Gobierno se ha empeñado en dar cifras de paro que han oscilado en torno a los 2,9 millones de personas, lo cual supone una tasa de paro del 12,9% y con una evolución que, según las cifras “oficiales”, es a la baja.
Esto, de por sí, no es ningún logro. España sigue siendo el país con mayor tasa de paro de toda la Zona Euro y la creación de empleo es de las más débiles. Pero por si esto fuera poco esta semana hemos conocido que hay 440.000 parados escondidos tras el contrato fijo discontinuo.
Esta cifra está dentro del intervalo que manejábamos los analistas (400.000-500.000 personas). Pero lo más importante es que el número real de parados está más cerca de los 3,5 millones que de los 3 millones y, por lo tanto, la tasa de paro real está en torno al 14%.
Esta cifra, para que se hagan una idea, está por encima de la registrada antes de la pandemia (A finales de 2019 la tasa de paro era del 13,8%) y supone una reducción de tan sólo medio punto desde que Sánchez accedió al poder en 2018.
Más del 50% del incremento de la recaudación tributaria se debe al impuesto oculto de la inflación
El año pasado España ha registrado un máximo histórico en términos de recaudación tributaria. Según datos de la Agencia Tributaria, hasta noviembre de 2022 se recaudó casi 240.000 millones de euros, lo cual supone 33.000 más que en el mismo período de 2021.
Un incremento de la recaudación que el Gobierno siempre atribuía a la buena salud de nuestra economía y que, sin embargo, ahora ya sabemos que es debida en buena parte a la inflación.
Así lo demuestra el Banco de España, quien afirma que este fenómeno explica el 43% del incremento en la recaudación fiscal desde el fin del Covid19 y (ojo) más del 50% de lo que ha ocurrido en 2022.
O, dicho de otra manera, 1 de cada 2 euros de recaudación adicional el año pasado ha sido consecuencia de la subida de precios, lo cual impacta en el IVA y en el IRPF por la no deflactación de este tributo.
El sanchismo deja tras de sí una economía que es el farolillo rojo de Europa y, además, genera más dudas que certezas en relación con la veracidad de los datos oficiales
De hecho, EsadeEcPol, el Think Tank de Esade, ha cifrado este efecto en 9.000 millones de euros sólo para el caso del impuesto sobre la renta. Si repartimos esta cifra entre los 21 millones de declarantes de IRPF nos sale una subida de impuestos encubierta de 430 euros.
O, dicho de otra manera: Los españoles no sólo hemos sido los que más pérdida de poder adquisitivo hemos perdido el año pasado por la inflación, sino que también ha supuesto un sablazo de 430 euros cuyo único beneficiario ha sido Sánchez.
Estrangulamiento de la actividad económica privada y destrucción de empresas
Ya hemos explicado en esta columna que España sigue siendo el único país europeo que no ha recuperado los niveles de riqueza previos a la crisis.
Si cogemos las cifras de empleo y miramos las horas trabajadas ya veíamos que había disfunciones en la cifras oficiales de ocupados, como acabamos de comentar. Pero hay más: más del 50% del empleo creado desde la pandemia corresponde a trabajadores del sector público.
Mientras, el privado se desangra: el número de autónomos creados durante 2022 se cuenta con los dedos de una mano (literal), el año pasado se registró un máximo histórico en términos de disoluciones empresariales y no sólo Ferrovial ha abandonado España. 10.500 pequeñas empresas echaron en cierre solo en el mes de enero y hay 55.000 menos que antes de que estallara la pandemia del Covid19.
O, dicho de otra manera: el hecho de que el sector público ocupe más espacio económico que nunca (52% del PIB, según IGAE) y que esté más preocupado en recaudar y tapar sus vergüenzas que en actuar para mejorar la situación está suponiendo un estrangulamiento del sector privado sólo visto en la crisis de 2012.
La gran pandemia que sufre España desde que Sánchez llegó al poder es el ataque permanente a la prosperidad, al sector privado y a los generadores de empleo. De forma sibilina, sin grandes manifestaciones pero con casos cercanos para todos los ciudadanos, las empresas (y muy especialmente las PyMEs) están sufriendo el paso del caballo de Atila.
Lo pagaremos todos, en términos de empleo, de impuestos y de prosperidad. Porque sin sector privado no puede haber tampoco estado de bienestar.
Sánchez acumula más de 1.200 millones de euros en facturas impagadas
Otro de los asuntos importantes es cómo dejará Sánchez las cuentas públicas cuando salga de Moncloa. Por el momento no hay motivos para pensar que los datos de déficit público sean incorrectos (Italia ha tenido que corregir al alza su cifra de 2020 y 2021, España no), pero sí que hay un asunto que nos debería preocupar.
La irresponsabilidad climática está llegando a tal límite que España es el segundo país del mundo que más incumplimientos de arbitrajes internacionales acumula. Sólo nos supera Venezuela, y el tercero en discordia es Rusia. Ese es el nivel del nuevo logro de Sánchez.
Así funciona el socialismo, especialmente si lo que se quiere es evolucionar hacia un sistema autoritario como el de Argentina, Venezuela o Cuba. Lo pagaremos usted y yo.
La razón es la factura que estamos acumulando como consecuencia de los litigios que estamos perdiendo por las subvenciones a las renovables que puso en marcha José Luis Rodríguez Zapatero, y que ya podrían acumular facturas que no admiten recurso por valor de más de 1.200 millones de euros.
Seguir con este despropósito podría situar a España como país moroso y acarrear consecuencias sobre el ráting de nuestro país y la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Despilfarro y descrédito en la ejecución del mayor plan de estímulos de la historia
Y acabaremos este artículo con el memorable fracaso que están suponiendo los fondos Next Generation EU. Un programa que, hasta este momento, lo único que está generando son titulares de periódico con dudas razonadas sobre el destino de los fondos y la duda razonable de los responsables europeos. Tanto es así que hemos tenido que escuchar de máximos responsables decir que no tienen ni idea de qué se está haciendo con esos fondos.
O, dicho de otra manera: el sanchismo deja tras de sí una economía que es el farolillo rojo de Europa y, además, genera más dudas que certezas en relación con la veracidad de los datos aportados por los organismos oficiales. Y lo hace, además, mientras se está ejecutando el mayor plan de estímulos fiscales y monetarios de la historia de nuestro país y de Europa.
Todo un logro que solamente puede alcanzar quien tiene especial interés en que las cosas vayan bien para poder seguir manteniendo el poder. Como dijo la ministra María José Montero en un mítin el pasado fin de semana, lo más importante es subir las pensiones para que una persona de 80 años pueda seguir financiando la vida a su hijo de 60. Lo que no dice es que la precaria situación del hijo de 60 se produce porque los mismos que le dan migajas con una mano le dan palos con la otra: le impiden trabajar, le saquean a impuestos y le hacen creer que se lo deben todo a ellos.
Así funciona el socialismo, especialmente si lo que se quiere es evolucionar hacia un sistema autoritario como el de Argentina, Venezuela o Cuba. Lo pagaremos usted y yo.
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