El asunto Montero sigue coleando. Tras la ley de autor del ministerio de Feminismo, y tras sus visibles y previsibles consecuencias, han ido apareciendo las declaraciones que cabía esperar.
La muestra de solidaridad más relevante la dio el señor Arnaldo Otegi, conocido por haber sido primero miembro destacado y después protector oficial de una banda terrorista que asesinaba a hombres y mujeres por igual. ETA asesinó siempre con una exquisita perspectiva de género, podrían decir hoy en su defensa, y no tanto por las cifras, en las que la brecha es evidente - las mujeres no representan el 10% de las víctimas totales-, sino porque en esos asesinatos no parecía haber machismo. De todas las mujeres asesinadas por la banda de Otegi hay dos que son especialmente importantes: Carmen Tagle y María Dolores González Catarain. A la primera la asesinaron no por ser mujer, sino por ser fiscal de la Audiencia Nacional. Su trabajo consistía en investigar casos de terrorismo. Interrogó con dureza a un tal José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera para los amigos. En 1999 los ciudadanos vascos colocaron al dirigente de ETA de diputado en el Parlamento vasco y miembro de la Comisión de Derechos Humanos. Diez años antes, la banda terrorista asesinaba a Carmen Tagle a la salida de su casa. Veinte años después, Miravalles amanecía con muestras de cariño hacia el etarra Urrutikoetxea y muestras de rechazo hacia Albert Rivera y Maite Pagazaurtundua. Los titulares de la prensa progresista se refirieron al acto de Ciudadanos como un fracaso o una provocación. Después de lanzar insultos y abucheos durante el minuto de silencio por las víctimas de ETA, la izquierda moderna limpió el escenario con lejía; pero no saltó ninguna alerta, porque si algo quedó claro ese día es que los hombres de Bildu son los que más colaboran en la limpieza del hogar.
El señor Otegi podrá haber sido un secuestrador, miembro de una banda terrorista y líder del partido político más indecente de España, pero al menos no es un señoro, y dijo lo siguiente sobre el violentísimo ataque contra la ministra:
Asistimos a una auténtica cacería mediática contra @IreneMontero. No estamos hablando de debates de naturaleza jurídica, estamos hablando de un linchamiento continuado que las y los independentistas vascos conocemos bien.
Esperaron a la concejal del PP en la puerta del Ayuntamiento para poder gritarle de nuevo “fascista” y además añadieron “hija de Franco”
Y tanto que los conocen bien. A Dolores González Catarain la asesinaron porque no quiso seguir dirigiendo a asesinos. A Carmen Tagle la asesinaron porque no quería dejar de perseguir a asesinos. Y a otras muchas las sometieron a un linchamiento continuado sin caer nunca en el machismo intolerable de quienes dirigen cualquier crítica a una mujer como Irene Montero. A Mari Carmen Sánchez, por ejemplo, las y los independentistas vascos le regalaron palabras como “asesina”, “cerda” y “fascista” durante una sesión en el Ayuntamiento de Galdácano. Un joven pudo ser identificado y le cayó una multa de 360 euros; días después, otros independentistas vascos esperaron a la concejal del PP en la puerta del Ayuntamiento para poder gritarle de nuevo “fascista” y además añadieron “hija de Franco”. Nada en comparación con lo que tuvo que sufrir Ricardo Gutiérrez Solana, a pesar de que no era una mujer. Primero le pintaron una diana en su casa; después unos encapuchados hablaron con su hijo de nueve años y arrojaron carbón en el felpudo de su puerta; por último, dejaron una carta en el buzón de sus vecinos en la que invitaban a sus vecinos a echarlo de allí para que ellos no sufrieran ningún daño, puesto que el concejal era objetivo directo de sus “acciones”.
Todo eso ocurrió en un año. En las municipales de 2007 no salió elegido, pero la campaña continuó; fue agredido mientras tomaba un café con su hijo en una cafetería cercana al colegio electoral. Finalmente, Ricardo Gutiérrez se marchó del pueblo.
En España no existe una campaña machista para destruir, devaluar o desprestigiar a las mujeres en la que todos los hombres son cómplices
Es interesante que la semana en la que han vuelto a aparecer carteles que denuncian una inexistente violencia organizada contra las mujeres, Irene Montero y sus hermanas hablen en el Congreso de “violencia política” contra ella por unas palabras soeces de una diputada de Vox.
Se ha dicho muchas veces, pero es conveniente repetirlo porque hay medios de comunicación, secretarías de Estado y ministerios empeñados en construir una realidad falsa: en España no existe una campaña machista para destruir, devaluar o desprestigiar a las mujeres en la que todos los hombres son cómplices.
Es conveniente repetirlo, y es necesario hacerlo en los términos correctos, porque lo que sí existe es una campaña generalizada mediante la que se pretende extender la idea de que todos los hombres son culpables de algo. Del machismo, de los errores del Gobierno, del mal rato de la ministra, de las guerras, de las violaciones o de todos los asesinatos en los que la víctima es una mujer. Esa campaña no sólo existe, sino que es la campaña que cuenta con más apoyo institucional de toda España. La semana pasada se pudo ver un cartel que habían lanzado desde el Ayuntamiento de Vilafranca del Penedés para el 25N. El cartel hay que verlo. Un chaval, un hombre cualquiera -lo esencial es “cualquiera”, no “hombre”- con un ramo de flores que en realidad, en la sombra, revela lo verdadero: un cuchillo. El diseño es obra de una escuela de arte municipal, y ha contado con el apoyo del Ayuntamiento, de la Diputación de Barcelona y de la Generalidad de Cataluña.
Es una campaña que se dirige a todos los hombres “para interpelarlos como causantes de las violencias contra las mujeres”, y se centra en una pregunta: “Si no es nadie, ¿entonces quién?”
El cartel es una salvajada, pero se sitúa en el mismo plano que la campaña salida del laboratorio perturbado de Montero, Rodríguez y Rosell. Es una campaña que se dirige a todos los hombres “para interpelarlos como causantes de las violencias contra las mujeres”, y se centra en una pregunta: “Si no es nadie, ¿entonces quién?”.
Entonces tú, claro. Un hombre cualquiera. Porque se trata de eso, de seguir perpetuando la idea de que en España existe una violencia generalizada y organizada contra las mujeres de la que todos los hombres son de algún modo responsables. Se trata de que cualquier crítica política a una mujer es “violencia política”, y toda violencia debe ser erradicada. Y se trata también de que mujeres como Irene Montero, Ángela Rodríguez o Victoria Rosell puedan seguir viviendo de combatir un mal que no existe en los términos en los que ellas lo describen, a pesar de que precisamente por eso ese mal, que existe, se hace más difícil de combatir.
Es conveniente repetirlo precisamente en días como el 25N. En España hay millones de hombres -la inmensa mayoría- que nunca han sido cómplices del asesinato de una mujer, que nunca han homenajeado al asesino de una mujer o que nunca han justificado el asesinato de una mujer; Otegi, socio del Gobierno, no es uno de ellos.
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