¡Qué cosas! Esta crisis no hace más que reafirmar a muchos en sus posiciones, confirmarles que siempre tuvieron razón. ¡Cuántas sesudas reflexiones filosóficas trazadas a vuelapluma nos estamos desayunando cada mañana! ¡Cuánto milenarismo que no atiende a la realidad!
La cantidad de papel mojado que se está acumulando entre ideólogos, filósofos de baratillo y ocurrentes de saldo, en contraste con una realidad ya consumada: hay 900.000 empleos destruidos, sin tener en cuenta los ERTE y sin que los datos de afiliación alcancen más allá de finales de marzo. El volumen de adivinaciones es infinitamente mayor que el de proyecciones consistentes: el FMI nos endosa un 20,8% de paro; la Cámara de Comercio, un 30%; Funcas, un 18,8%, BBVA más del 20%, o la última del Gobierno, que entre un 19 y un 20%, nos augura años de dureza. ¡Qué suma y sigue, sin hueco en tantas reflexiones de pensamiento lento y publicación inmediata!
Pero sigamos. Los españoles de entre 40 y 59 años son más del 42% de la población activa en España; es decir, los que soportan la economía nacional, que ya sufrieron en 2008. Los más jóvenes, los nacidos en los 90, los que se incorporaron durante la crisis económica y ahora tienen que empezar su vida con la de la pandemia, representan el 15,5%. Y los españoles de los 80, los que hoy está entre los 30 y los 40, que estaban o bien asentándose en sus empleos o bien esperando un salto cualitativo, representa el 23,3%. Dos generaciones, dos, la X y los millenials, directa y profundamente laceradas por la crisis. ¡Qué panorama! Y qué desazón ver esto y a la vez comprobar que tenemos unas élites en las que, salvo honrosas excepciones, reina el interés particular o el desinterés general.
'Shock' generacional, crisis política
¡Cuánto filósofo de la nada! ¡Cuánto ideólogo de todo a cien! Los que sufrieron la crisis de 2008, acumulando dramas particulares de los que nunca es posible recuperarse del todo, van a ser ahora el centro de la que sobrevenga. Con la descorazonadora coincidencia de que son, además y por mero relevo generacional, las generaciones que hoy se hacen o tendrán que hacerse cargo del país en los próximos años. ¡Tendrán que reconstruir la ruina desde la ruina! Y por toda ayuda se les recetan dosis de pensamiento lento y transversalidad, sin ni siquiera explicarles qué diablos son estas ocurrencias o cómo se conjugan con la terca realidad.
No hay sacrificio si no hay algo que sacrificar y ¿qué podrán inmolar estas generaciones de españoles sin empleo, sin proyección de futuro?
Los milenaristas que vaticinan el futuro obvian que, para poder echarse un país a la espalda, como parece que va a ser necesario cuando el dichoso virus sea pasado, hay que tener capacidad de sacrificio. Y como no han leído o han leído del revés, no saben que sin Ifigenia no hubiera habido libación, Agamenón no habría llegado a Troya y nos habríamos privado de la heroicidad de Aquiles y de la esperanza de Eneas. No hay sacrificio si no hay algo que sacrificar y ¿qué podrán inmolar estas generaciones de españoles sin empleo, sin proyección de futuro?
Intemperie e ideólogos
En esta 'nueva normalidad' a la 'hibernación' le seguirá una recuperación en V asimétrica, que no será una L, aunque se le parezca, sino otra cosa. ¿El qué? Ya veremos, porque esta 'nueva normalidad' es precisamente eso, la fe en que el lenguaje retorcido y los dichosos relatos conforman versiones alternativas de la realidad, como esa en la que una L ya no es una L, sino una “V asimétrica”. Sea en ele o en uve, asistimos a una España que puede verse en la intemperie de una ruptura generacional, en la que nada haya para sacrificar, sin otra expectativa que la de sobrellevarse. Una intemperie que, al tiempo que agota a tantos españoles, alimenta la voracidad de las fieras. La covid-19 no ha hecho al Gobierno renunciar a su proyecto ideológico, al contrario, ha visto en esta crisis la oportunidad de acelerarlo, como demuestra, por ejemplo, la tramitación de la nefanda ley de educación.
Una posibilidad de oro
Los ideólogos de la coalición saben que sus maximalismos tienen una vida limitada. ¿Y qué mejor excusa, qué mejor momento, que un paro terrible para intervenir el mercado?. ¿Qué mejor humus que tantas generaciones laceradas? Los cofrades de Laclau están siempre a la que salta, en un permanente estado de tensión, oteando oportunidades para sus ideologías. Y esta crisis les ofrece una posibilidad de oro, porque no tendrán oposición. ¿Cómo, con las costuras generacionales rotas? ¿Cómo, si creen que a Laclau se le vence con una cuenta de resultados limpia y unas arcas públicas saneadas?
La España de después de la pandemia, que puede ser la España de las dos generaciones defenestradas, no va a cambiar, como se dice, creyendo que los cambios se producen por arte de magia. Algunos creen llegado el momento de cambiarla, sabiendo que, a la costura territorial deshilachada, pronto se le unirá la costura generacional quebrada. Y cualquiera sabe que es más fácil trabajar con retales que con piezas únicas. Estos sastres ideológicos, estos ideólogos de la costura rota, también.
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