Opinión

Iglesias vuelve a Alcampo

Confieso que de un político admiro, entre otras aptitudes, su capacidad de sugestión sobre la masa y he de reconocer que Pablo Iglesias se reveló este lunes como un consumado

Confieso que de un político admiro, entre otras aptitudes, su capacidad de sugestión sobre la masa y he de reconocer que Pablo Iglesias se reveló este lunes como un consumado maestro. Descamisado ad hoc para ese vídeo en su despacho vicepresidencial con el que renunciaba urbi et orbe a los placeres mundanos de La Moncloa, por un momento creí que iba a volver a vestirse en los pasillos de los híper sin probadores y a volar low cost en Ryanair, no como la casta...

¡Qué va! es todo mucho más prosaico. Se va a dar una vuelta por el Alcampo de Vallekas, sí, a hacer que compra camisas y a cantar en los mítines de extrarradio el Sí se puede abrazado a Juan Carlos Monedero, pero, en realidad, vuelve solo para recoger un buen puñado de votos el 4 de mayo; y cada noche regresará a dormir a su residencia en el más acomodado Galapagar dónde vas a parar.

Vuelve para evitar que los morados desaparezcan de la Asamblea de Madrid en las elecciones del 4 de mayo ante el huracán Isabel Díaz Ayuso y, por qué no decirlo, ante el empuje en la izquierda madrileña de quien hace dos años era una desconocida, la candidata de Más Madrid, Mónica García y en lo que va de legislatura se ha comido al socialista Ángel Gabilondo, no digamos a la morada Isa Serra.

Hablamos de una formación, Unidas Podemos, que en las elecciones del 12 de julio de 2020 quedó fuera del Parlamento Gallego después de haber sido la segunda fuerza en 2016, que ese mismo día cayó de once a solo cinco diputados en el Parlamento vasco, que no está en el castellanomanchego desde 2015 y que en el andaluz anda a la greña con una Teresa Rodríguez, a la que ha faltado tiempo para dar de lo lindo a Iglesias por este nuevo triple salto mortal con tirabuzón.

¡Ah! y que, en las pasadas elecciones catalanas, En Comú Podem, ese socio que controla la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no él, se limitó a salvar los muebles. Este es el magro balance de una fuerza en franco declive, que llegó a tener 72 diputados en el Congreso -ahora 35 y bajando, según el último CIS-, y de un líder que se llegó a ver durmiendo a pierna suelta en La Moncloa... él, no Pedro Sánchez.

Teniendo en cuenta que en 2019 Podemos casi se queda fuera de la Asamblea de Madrid y que ni Montero ni Garzón ni Mayoral querían enfrentarse al ‘huracán’ Ayuso, al ‘Gran timonel’ no le ha quedado más que bajar al barro para frenar la hecatombe

Teniendo en cuenta que en 2019 a punto estuvo la candidatura liderada por Isa Serra de quedarse fuera de la Asamblea de Madrid -superó por poco la barrera del 5% de voto-, que ella ya ha renunciado a repetir y que, empezando por la pareja del ex vicepresidente en diferido -no se irá hasta el inicio de la campaña-, Irene Montero, siguiendo por el ministro de Consumo, Alberto Garzón, y terminando en su compadre Rafa Mayoral, los tres le han dicho: frente a Ayuso vete tú que tienes más grasia.

Pocas salidas le quedaban al Gran Timonel que no fueran un gran golpe de efecto marca de la casa para frenar la hecatombe que se le viene encima al segundo partido del Gobierno de coalición y que no está del todo conjurado.

Su problema empezará el 4 de mayo si Unidas Podemos queda como quinta y última fuerza en la Asamblea... ¿De verdad el todavía secretario general de Podemos, el hombre que ha nombrado -con Sánchez de viaje en Francia- vicepresidenta Segunda en sustitución suya a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y ministra a Ione Belarra, de verdad se va a conformar con un modesto despacho en el edificio parlamentario de Vallekas?

¿De verdad se va a resignar a que su móvil deje de sonar, a que un Sánchez durmiendo, ahora sí, a pierna suelta, ya no esté pendiente de la última de sus ocurrencias?

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP