Mi gozo en un pozo. Esa es mi sensación tras los primeros meses de Núñez Feijoo al frente del Partido Popular. Esperaba que su moderación en la forma fuera acompañada con un discurso de fondo más jugoso, de más enjundia que el de su predecesor. Que tuviera un proyecto de país, su proyecto, para poder debatirlo sosegadamente. Pero no solo es que me haya equivocado en mis pronósticos sino que sus errores en materia económica, para el tiempo que lleva, son incluso de mayor calibre que los de Casado. Sus patinazos cuando habla de economía son incomprensibles para alguien que debería tener un equipo de asesores que, al menos, dentro de su visión del mundo, no le hiciera cometer errores, que en algún caso rozan el esperpento.
No les pido que estén a la última de toda la investigación reciente que echa por tierra la visión del dinero que recogen los libros de texto, o que asuman de una puñetera vez que la inflación nunca ha sido un fenómeno monetario. Siendo condescendiente, tampoco les pido que dejen de decir bobadas sobre la relación entre el salario mínimo y su impacto en el empleo (las curvas de demanda de trabajo implícitas usadas por la ortodoxia en su aproximación son el cuento infantil al que se agarran). Incluso, siendo magnánimos, tampoco demando que entiendan que no existe el libre mercado, especialmente en determinados sectores estratégicos, como el eléctrico, donde el coste marginal se aleja notoriamente del coste medio cuando los precios del gas y/o de los derechos de emisión de CO2, fijados en los mercados de futuros, marcan la evolución del precio de la luz. Dos trabajos académicos como botón de muestra. Por un lado, Mouthino et al. (2011) “The crucial relationship among energy commodity prices: Evidence from the Spanish electricity market”. Por otro, Füss et al. (2014) “Electricity derivatives pricing with forward-looking information”
Sin embargo, no se puede, en tan poco tiempo, confundir la prima de riesgo con el tipo de interés del bono soberano a diez años, ofrecer una cifra de afiliados a la Seguridad Social falsa, muy por debajo de la real, y poner en duda que la Comisión Europa diese el visto bueno a la excepción ibérica poco después de que ésta lo hiciese. Si fuera honesto debería exigir ¡ya! que se cree un sistema de fijación de precios más aburrido, pero más saludable para nuestras empresas y familias, consistente en añadir un “mark-up” al coste medio. De esta manera evitaríamos además la extracción de rentas succionadas por los ejecutivos de las empresas eléctricas y sus accionistas, en su mayoría extranjeros.
El problema es que todo ciclo de deuda privada que alimenta una burbuja de precios financieros o inmobiliarios acaba como el rosario de la Aurora, empobreciéndonos masivamente
Por encima de todo, lo más preocupante de su discurso es esa visión thatcheriana sobre el papel de la deuda pública, y, por ende, de la deuda privada. La aplicación de esta visión es otro cuento infantil devenido en cuento de terror para familias y empresas, sí, también para empresas. Alguien le debería explicar que la única herencia real en materia económica de su partido, el Partido Popular, fue el inicio del mayor incremento de deuda privada de nuestra historia, vinculada a la mayor burbuja inmobiliaria conocida hasta la fecha, y que tan gustosamente fue continuada por el primer Gobierno Zapatero. Mientras duró, todo fue sobre ruedas. El problema es que todo ciclo de deuda privada que alimenta una burbuja de precios financieros o inmobiliarios acaba como el rosario de la aurora, empobreciéndonos masivamente. Son estas visiones o ensoñaciones las que les lleva a no reprimir su deseo más profundo, que el Banco Central Europeo suba masivamente los tipos de interés, deje de comprar deuda en los mercados soberanos y todo se vaya al garete. ¡Patriotas de hojalata!
Permítanme, por lo tanto, algunas aclaraciones, primero, sobre el papel de la deuda privada y la deuda pública en la economía, y, segundo, en un blog posterior, sobre el papel de los Bancos Centrales. Mientras sus correligionarios Mario Draghi y Emmanuel Macron, nada sospechosos de rojos peligrosos, en un artículo publicado a finales de 2021 en el Financial Times, bajo la rúbrica “The EU’s fiscal rules must be reformed”, pedían lo obvio, reformar las absurdas y tramposas reglas fiscales de la Unión Europea, usted está animando a Bruselas a que se implementen duros ajustes fiscales. Sorprendente, bien por su ignorancia sobre las consecuencias de todo ello, o bien por una mala leche si en realidad las conociera.
Para entender lo absurdo de las reglas fiscales de la UE, es muy recomendable un artículo académico que echa por tierra sus argumentos. En “Nonlinearities in the relationship between debt and growth:(no) evidence from over two centuries” publicado en 2019 en Macroeconomic Dynamics, el autor, en un análisis para 27 países, desarrollados y en vías de desarrollo, no encuentra pruebas de una relación de equilibrio a largo plazo entre la deuda pública y el crecimiento económico. Dado que una relación de equilibrio a largo plazo representa un requisito previo para cualquier causalidad a largo plazo entre ambas variables, ésta no existe. Termina el artículo en su último párrafo diciendo: “Los resultados que se presentan en este documento socavan algunas de las conclusiones populares sobre este tema tan cargado de política que representan el ajuste fiscal como una necesidad para la estabilidad y la sostenibilidad económica a largo plazo..... En realidad, destaco la ausencia de pruebas de no linealidad, como el popular umbral del 90% de la deuda soberana en relación con el PIB, o de especificaciones polinómicas en la relación a largo plazo entre la deuda soberana y el crecimiento y desarrollo, que ha sido el objetivo explícito de la literatura empírica que cito y reviso”.
Pero, paradojas de la vida, señor Feijóo, la deuda que sí importa y mucho, es la deuda privada. Vayamos de nuevo a los datos. Para ello me apoyo en un artículo académico “Persistence in the private debt-t -GDP ratio: evidence from 43 OECD countries”, publicado en julio de 2021, en Applied Economics. En él, los autores investigan econométricamente la persistencia de la relación entre la deuda privada y el PIB en 43 países de la OCDE. En casi todos ellos, muy especialmente en España, se encuentra que dicha relación es altamente persistente. Ello sugiere efectos de larga duración de cualquier perturbación sobre la relación entre la deuda privada y el PIB. Por ejemplo, durante la Gran Recesión, el racionamiento del crédito se vio acompañado de un aumento de la colateralización con efectos duraderos significativos y adversos sobre el proceso de desapalancamiento y el crecimiento económico. Es clave, concluyen los autores, la política macro-prudencial como uno de los pilares de la política macroeconómica. En definitiva, otro artículo que valida la hipótesis de inestabilidad financiera de Hyman Minsky.
Por lo tanto, queda claro que la deuda pública y la política fiscal no eran esos ogros que algunos, por instinto de clase, nos vendían; lo que sí es nocivo es un endeudamiento privado masivo que ponga en jaque a la economía global.
Permítame, para terminar esta primera incursión, sin acritud, recomendarle un artículo publicado recientemente en esa revista tan peligrosa, The Econonomist, cuna del comunismo bolivariano que diría su correligionaria madrileña, de cuyo nombre no quiero acordarme. El título lo dice todo, “Does High Inflation Matter?” Creo que será de su interés señor Feijóo.
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