Finalmente lo ha hecho. El Gobierno de Sánchez ha cedido ante la presión de su componente morado y en el último (de momento) Plan Anticrisis, aprobado en un Consejo de ministros extraordinario, ha tenido a bien incluir su intención de imponer un nuevo impuesto (o recargo sobre el actual Impuesto sobre Sociedades) que gravará solo a determinadas empresas pertenecientes a un único sector empresarial. Por si esto no resultara ya anómalo, el Gobierno ha anunciado además su propósito de hacer retroactivo el rejonazo fiscal proyectado. De este modo, su pretensión es aprobar una medida fiscal en lo que queda de año que, sin embargo, gravará los beneficios obtenidos desde el pasado 1 de enero, circunstancia cuya viabilidad jurídica es cuando menos dudosa. Modificar en perjuicio del contribuyente su tributación a mitad del periodo impositivo en el que se aplica este cambio que le perjudica no parece compatible con el principio de seguridad jurídica. Pero como ya sabemos, eso son zarandajas para el “ilustrado” Sánchez y sus también “muy ilustrados” ministros. Para ellos, conceptos como la seguridad jurídica no son sino inventos de la derecha para mantener los privilegios de los “poderes ocultos”, expresión esta última que ha empezado a utilizar nuestro presidente del Gobierno ¡Va de retro Satanás!
Ofrece interés recordar la fundamentación con la que se pretende justificar el nuevo rejonazo fiscal que se proyecta. Según sus defensores, determinadas empresas se están beneficiando extraordinariamente -beneficios caídos del cielo- de una circunstancia excepcional sobrevenida como es el aumento del precio del producto que comercializan, al tiempo que el conjunto de la sociedad se estaría empobreciendo por la misma causa. El proyectado hachazo fiscal vendría a reequilibrar las cosas.
Además de recaudar más IVA por la subida general de precios, también aumenta lo recaudado en el IRPF por su negativa a deflactar la tarifa y a actualizar los parámetros monetarios del impuesto
Así justificado, es inevitable considerar que también el Estado está obteniendo un beneficio extraordinario -caído del cielo- a través de la elevada inflación que sufrimos, que le provoca un excepcional aumento de sus ingresos tributarios mientras reduce la renta real de los ciudadanos. Mutatis mutandis, el Estado y su gestor -el Gobierno- se encuentran en la misma posición que las empresas que van a ser víctimas del proyectado sablazo fiscal. ¿Por qué Sánchez está dispuesto a corregir el beneficio caído del cielo en el caso de algunas empresas afectadas y se niega a corregir el que del cielo le cae a su Gobierno en tanto que gestor del Estado? Frente a lo que cantaba el inolvidable Bob Dylan, la respuesta no está en el viento, sino en la indecente actitud del Gobierno que, además de recaudar más IVA por la subida general de precios, también aumenta lo recaudado en el IRPF por su negativa a deflactar la tarifa y a actualizar los parámetros monetarios del impuesto. Adaptando la famosa frase de aquel asesor de un candidato presidencial de USA, el Estado se está enriqueciendo y los individuos nos estamos empobreciendo por un evidente motivo: ¡La indecencia de Sánchez y sus ministros, estúpidos, la indecencia!
Crecimiento de recaudación por IVA e IRPF
No será además porque sea pequeño el beneficio que el cielo le está regalando al Estado en forma de inflación, no, porque desde el 1 de enero al 31 de mayo del presente año, los ingresos tributarios recaudados han crecido ¡un 19%! respecto de los obtenidos en el mismo periodo de 2021, incremento sideral cuyo principal motivo es la inflación. Como prueba, los ingresos recaudados por IVA están creciendo al ¡21,4%!, en tanto que por la indecencia gubernamental antes reseñada los del IRPF lo hacen al 14,8%.
Como hemos explicado, el Gobierno de Sánchez aplica aquello de “consejos vendo que para mí no tengo” y está dispuesto -aunque sea contra legem- a decretar ahora una subida impositiva retroactiva que grave los llamados beneficios extraordinarios obtenidos desde el 01-01-2022 (a ver cómo son capaces de cuantificarlos, que esa es otra), mientras que simultáneamente él se apropia de los ingresos tributarios que nos cobra ilegítima e indecentemente por no actualizar el IRPF. Es obligado repetirlo: ¡La indecencia de Sánchez y sus ministros, estúpidos, la indecencia!
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