El independentismo dependiente que padecemos ha ofrecido esta semana una doble exhibición de su agresivo victimismo con la indispensable colaboración del PSOE. La clave está siempre en el PSOE de Pedro Sánchez, en el autosecuestro de su alma constitucional para utilizar, desde el Gobierno, las instituciones del Estado contra el Estado. Y el independentismo dependiente se beneficia de esa apariencia constitucional del PSOE como prueba de vida para que Frankenstein pueda seguir sosteniendo el desgobierno que nos gobierna.
Son tiempos de oxímoron: de autosecuestro consentido, de independentismo dependiente, de indultos con amenaza de reincidencia, de dilución constitucional con apariencia constitucional, de feminismo machista, de victimismo agresivo, de élites iletradas, de desgobierno gobernante, de contorsionismo imposible… con o sin alas de Pegaso.
Vamos con el martes. El Tribunal Supremo aceptó revisar los indultos no pedidos, sin ápice de arrepentimiento y con la fanfarronada del “ho tornarem a fer” por parte de los indultados. El independentismo dependiente respondió con un regalo: concedió a su benefactor el privilegio de defenderle. Lo ejecutó con entusiasmo la ministra portavoz: “El Gobierno defiende la legalidad de todas sus actuaciones. En el caso de los indultos, no sólo la legalidad, sino la utilidad en aras de la convivencia y la recuperación de la normalidad en Cataluña”. ¿La legalidad de todas sus actuaciones gubernamentales? ¿Seguro? ¿También de las que han sido declaradas abiertamente inconstitucionales por el Tribunal Constitucional? Se entiende mejor lo de “la recuperación de la normalidad”. Eso que el presidente Sánchez resumió la semana pasada con su célebre metáfora de los Piolines. ¡Ya no hacen falta Piolines porque hasta los del PSOE se han hecho Silvestres!
Eso que el presidente Sánchez resumió la semana pasada con su célebre metáfora de los Piolines. ¡Ya no hacen falta Piolines porque hasta los del PSOE se han hecho Silvestres!
En aras de la recuperación de eso que el Gobierno de Sánchez entiende por ‘normalidad’, el PSC ha unido sus votos al independentismo dependiente para urdir una ley autonómica con la que eludir el cumplimiento de la sentencia del 25% de castellano en las aulas de Cataluña y así sortear la ley en vigor. Legislar para burlar el cumplimiento de las sentencias y de la ley es otra innovación de estos tiempos de oxímoron: aprobamos leyes para legalizar la ilegalidad.
Si un tribunal (el TSJC) dictó sentencia firme para que se cumpliera una ley, pero esa ley ha quedado superada porque el Parlament de Cataluña ha aprobado otra para sustituirla, y lo ha hecho antes de que se cumpla el plazo de ejecución de esa sentencia, ¿sobre qué ley pretende quién que se cumpla la sentencia? ¿Sobre la que había o sobre la que se aprueba en su lugar? ¡Astucia superlativa!, ¡jugada maestra!, clamará el separatismo, con el auxilio socialista.
Dejémoslo en actuación fraudulenta y en maniobra de dilación para que siga siendo imposible un mínimo aprendizaje de la lengua común de España en una comunidad autónoma en la que, pese a todo, la mayoría de los niños tienen el español como lengua materna. ¡Y aunque fueran una exigua minoría! Pero, eso sí, para que todo tenga apariencia de normalidad, constitucionalidad y españolidad, el PSOE (vestido de PSC) ha capitaneado la insumisión con sus votos. Esta novedosa ley de desconexión, ahora para el muy delicado asunto de la lengua en Cataluña, cuenta con el aval del socialismo que manda en España.
Es el deshonor de los crímenes de honor que hunde en el más sepulcral silencio al siempre vociferante feminismo machista
Vivimos tiempos de oxímoron, donde -por ejemplo- el feminismo machista guarda un estruendoso silencio ante el asesinato de dos mujeres, de 20 y 24 años, hermanas de origen paquistaní y residentes en Tarrasa, que viajaron engañadas por sus familiares a su país de origen para que allí las torturaran y estrangularan sus hermanos y sus tíos por no querer someterse a los matrimonios de conveniencia, con unos primos, que les habían impuesto. Es el deshonor de los crímenes de honor que hunde en el más sepulcral silencio al siempre vociferante feminismo machista.
Llegamos al miércoles con otro indulto, esta vez aplaudido por otra sorprendente versión del feminismo: el que va contra la paternidad. Para que nadie pueda decir que el Gobierno solo indulta a sus socios independentistas, ha dictado su medida de gracia a favor de una mujer protegida por Podemos. Había sido condenada por sustracción de menores: secuestró a su propio hijo. Antes se entretuvo en presentar denuncias falsas contra su expareja y padre del menor. Esta indultada siguió la estela de los separatistas indultados y también declaró su voluntad de reincidencia en el delito.
Las medidas de gracia de este Gobierno tienen muy poca gracia. Y aún estamos a mitad de semana.