Opinión

Indra, Oughourlian y la osadía de gobernar una empresa por WhatsApp

Cuenta un alto directivo de Indra que el ambiente se ha relajado entre los socios del grupo de un tiempo a esta parte. Para explicar este cambio,

Cuenta un alto directivo de Indra que el ambiente se ha relajado entre los socios del grupo de un tiempo a esta parte. Para explicar este cambio, fija su mirada en dos personas: una es el nuevo consejero delegado, José Vicente de los Mozos, figura de buen talante, experiencia a sus espaldas y cintura en su gestión. La otra es Joseph Oughourlian (7,42%), quien entró en el grupo hace más de un año y lo hizo con una beligerancia que se ha aplacado con el paso de los meses.

Lo que ocurrió a su llegada ya es conocido. El Gobierno quería estrechar el control del Consejo de Administración de Indra y a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (25,1%) organizó una especie de golpe de Estado en el grupo que implicó la destitución -a propuesta de Oughourlian- de cinco vocales en la Junta General de Accionistas de 2022.

La acción concertada entre las partes fue de libro, pero la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se negó a sancionarla en una reunión que se celebró en vísperas de Navidad y que pasará a la historia tanto por su rapidez como por la forma en la que los consejeros del organismo hicieron la vista gorda ante lo que pasó en esta empresa estratégica.

Relata el mismo informante -pieza fundamental en la actual Indra- que entre los directivos del grupo surgió un evidente malestar el pasado invierno ante la brusquedad con la que se sucedían las comunicaciones con Oughourlian. Tal es así que, en una conversación con este medio, pronuncia la siguiente frase: “debió pensar que una empresa como Indra podía llegar a dirigirse por WhatsApp”.

Todo es una cuestión de dinero

El dueño de Amber Capital se encuentra en problemas en España. Ha invertido 300 millones de euros en el Grupo Prisa y su acción no remonta, pese a la mejora que han experimentado sus negocios de educación en Latinoamérica (Santillana) y de medios de comunicación en España. La deuda, de 700 millones de euros (31 de marzo de 2023), condiciona el presente y determina el futuro de la compañía... y eso complica a los accionistas y ahuyenta a los inversores.

Una de las vías por las que podría minimizar pérdidas es Indra, especializada en sectores 'prometedores', como son el de las tecnologías de la información y el de la defensa. De hecho, su inversión se ha revalorizado en alrededor de 15 millones de euros en los últimos meses debido a la buena marcha de la acción en bolsa.

Lo que ocurre es que Oughourlian ha demostrado que aspira a más. Por eso, tras la toma del control del Consejo de Administración por parte de SEPI, inició maniobras para convencer a los accionistas de escindir del grupo la filial tecnológica, Minsait, para evaluar una posible venta. La propuesta no caló entre lo socios de Indra -el Gobierno entre ellos-. Incluso provocó un distanciamiento entre el empresario francés y el presidente de Indra, Marc Murtra, tal y como detallan fuentes del grupo.

La tensión se ha aliviado últimamente, entre otras cosas, porque la evolución de los títulos de Indra en el parqué madrileño ha sido favorable para sus propietarios. ¿Será duradera esta paz o simplemente constituye un parón en medio de las hostilidades?

Cabe recordar que las arremetidas con las que el dueño de Amber Capital ganó la guerra a Juan Luis Cebrián en Prisa no fueron continuas. Podría decirse que sucedieron por oleadas. Primero, presionó para que fuera cesado el entonces consejero delegado, José Luis Sainz. Después, comenzó a arrinconar a Cebrián hasta que le emboscó. Para el recuerdo quedará aquella Junta de Accionistas de finales de 2017 en la que Oughourlian pidió el turno de palabra para despotricar contra su presidente.

Cuando logró echarle, el jefe de Amber se enzarzó en una batalla contra un grupo de accionistas que identificaba con Banco Santander -entre ellos, los Polanco- y no paró hasta lograr la destitución de Javier Monzón como presidente. Después, cayó el consejero delegado, Manuel Mirat, y provocó la salida del Consejo de 'sospechosos' como el mexicano Roberto Alcántara.

El posible cambio de Gobierno

Indra no es Prisa. Tampoco es "una empresa que se gestione por WhatsApp", ni, por descontado, es de titularidad 100% privada. De hecho, la voz y el voto del Ejecutivo de turno es fundamental para decidir su estrategia y Oughourlian ha estado claramente alineado con el gabinete de Pedro Sánchez en los últimos años. Se asoma España a un cambio de Gobierno y habrá que ver si Alberto Núñez Feijóo está dispuesto a dar un golpe de timón en Indra. En ese caso, se da por segura la no renovación -cuando toque- de los consejeros más afines al PSOE S.A., es decir, al área del partido que más influye en los nombramientos de las empresas públicas. Por tanto, los Miguel Sebastián de turno seguramente no continuarían en la empresa.

Ahora bien, ¿también afectarían esos cambios al organigrama? ¿Seguiría Murtra o caería como lo hizo Fernando Abril-Martorell cuando lo decidió Pedro Sánchez? En el caso de De los Mozos, parece que habría muchas menos reticencias, dado que en lugares como Castilla y León -como directivo de Renault- ha lidiado con temple con administraciones del PP. Pero nada es 100% seguro. Ya se sabe que los cambios en el poder ejecutivo generan a veces movimientos tectónicos de consecuencias imprevisibles.

La inversión en Prisa

¿Y qué hay de Prisa? Este caso es bastante diferente al de Indra porque, pese a las inyecciones de publicidad institucional, el Estado no es accionista. En Génova 13, no están ni mucho menos contentos con la línea editorial de El País y de la Cadena SER; ni con la presencia en el grupo de Miguel Barroso -exsecretario de Estado de Comunicación con Zapatero en Moncloa- como consejero dominical de Amber Capital. Tampoco con la de José Miguel Contreras, que es otro empresario cercano al PSOE que, entre consejo y consejo a Oughourlian, ha conseguido vender a Prisa su productora audiovisual (LaCoproductora) y un proyecto a medias con Infolibre; amén de algunos lucrativos contratos con RTVE.

En un país en el que la política y la empresa acostumbran a cruzarse por caminos que no están llamadas a transitar, el 23J se presenta como una fecha decisiva para el futuro de un inversor y de un fondo -de tamaño pequeño- que se han convertido en editores de medios de comunicación en España, en co-propietarios de la gran compañía público-privada de defensa... y en una fábrica de noticias sorpresivas que no han dejado indiferente a nadie desde que, a principios de la anterior década, comenzaran a hacer ruido en el ruedo ibérico.

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