No sé si Vds. se han dado cuenta, pero la izquierda está en su peor momento por méritos propios. Incluso peor que la derecha, que ya es decir. El PSOE es una piltrafa de partido puesto al servicio de un doctor fraudulento sin escrúpulos. Sánchez es repudiado fuera y dentro de su organización hasta el punto de que el antisanchismo es la táctica más rentable para llegar al poder, y permite ganar votos incluso entre los socialistas. Pablo Iglesias, por su parte, ha dejado Podemos como Chernóbil: un lugar maldito, lleno de fantasmas, cuyos actores secundarios, mediocres totalitarios, culpan del desastre a un enemigo imaginario: el fascismo. Iglesias alcanzó la antipatía máxima a tanta velocidad y profundidad, que la vida inteligente en Podemos no se detectará hasta pasadas décadas.
Sánchez e Iglesias han hecho lo que se esperaba de ellos: destrozar a la izquierda española. Lo que queda de socialismo y podemismo no es atractivo para nadie culto. Ya no seducen a la intelectualidad, a escritores, profesores, periodistas, cineastas y artistas varios. No hay quien publique un ensayo ni una columna acerca de lo que puede conseguir el proyecto mágico que encabezan. Eso es un serio problema porque un político tiene que seducir y favorecer la ensoñación del que junta letras. En la izquierda esto es mucho más complicado que en la derecha porque su motor son las emociones y los paraísos futuros.
La intelectualidad izquierdista ha encontrado la solución. Estaba mohína y marchita pensando que tendría que descender a la realidad. Incluso había algo más profundo: estaba asustada por el monstruo totalitario que había contribuido a construir con su supremacismo moral, la asfixiante ingeniería social, el puritanismo, y las múltiples identidades de género, sexo, raza y nacionalidad, intolerantes, victimistas y agresivas.
Es la nueva musa del izquierdismo cuqui, del adinerado que goza pontificando que otro mundo es posible, aquel en el que todo sería perfecto si se siguieran sus dictados
Ahora, esos que añoran el tiempo en que daban lecciones a diestro porque ellos eran la siniestra, incómodos con los herederos del 68, han encontrado a quién indultar para salvarse ellos mismos: a Errejón. Es la nueva musa del izquierdismo cuqui, del adinerado que goza pontificando que otro mundo es posible, aquel en el que todo sería perfecto si se siguieran sus dictados. Han encontrado en Errejón el elixir para la eterna juventud, y ven en este plagiador de Chantal Mouffe a un Cohn-Bendit. El creador de Más País es la puerta a su segunda juventud, a esa que han arruinado aquellos a quienes aplaudían hasta hace un cuarto de hora. Lo han indultado porque lo necesitan.
Volverán los oscuros progresistas sus utopías a colgar. Eso es lo que ofrece Errejón, el indultado, un proyecto ecologista y progresista presentado como una religión secular, un dogma irrefutable que nos salvará de nosotros mismos. Es el viejo plan de siempre: con la excusa de la destrucción del hombre por el hombre hay que crear una Sociedad Nueva y un Hombre Nuevo. Incluso pueden decir, como están haciendo, que ese ecosocialismo es lo que se lleva en la “Europa moderna”, y que España, como siempre, llegará tarde. ¿Qué sería la izquierda sin usar las emociones y los complejos?
Verdes que gobiernan en Europa
No obstante, ¿cabe la posibilidad de que cuaje en España una opción ecosocialista? ¿Puede funcionar la “solución sandía”? Los verdes triunfaron en las municipales francesas de 2020 y gobiernan en coalición en seis países europeos: Suecia, Finlandia, Austria, Bélgica, Irlanda y Luxemburgo. Incluso en Alemania están sustituyendo al SPD como alternativa a la CDU-CSU.
Vale. ¿Y en España? El proyecto “verde” supondría seguir la senda de crecimiento del Estado, de intervencionismo e ingeniería social, priorizando “la supervivencia del planeta” frente a los problemas cotidianos, como el paro, la ruina económica, la connivencia con el golpismo, la ruptura del orden constitucional, la pérdida de libertades, o el ataque a la separación de poderes. Nada de eso importa porque lo decisivo es que solo puedan volar en avión los ricos, no se coma carne, se prohíba el coche, y crear “empleo sostenible” vigilado por el Gobierno.
Es importante no confundir con los “verdes-verdes”, que se ubican en el centro y pactan a un lado y otro. Es el caso de Alemania y Austria, pero no el de España
Más País podría situarse entre los “roji-verdes” europeos; esto es, aquellos que, como en Bélgica o Dinamarca, vienen de la izquierda y que solo pactan con “progresistas” para castrar al libre mercado y hacer ingeniería social. Es importante no confundir con los “verdes-verdes”, que se ubican en el centro y pactan a un lado y otro. Es el caso de Alemania y Austria, pero no el de España. No es posible ver a Errejón emulando a alemanes y austriacos para apoyar a Pablo Casado.
En este país solo puede funcionar un partido verde como apéndice de uno de izquierdas. Sus votantes, además, proceden del mismo nicho: una media de 45 años, urbanos, con estudios, de clase media o superior, que se sitúan entre el 3 y el 4 en la escala ideológica, siendo el uno el comunismo soviético.
Así, Errejón, si quiere seguir viviendo del cuento político tendrá que ser “roji-verde”, esa versión marxistoide y aburguesada de la lucha de clases anticapitalista aplicada a la ecología. No podrá ser “transversal” para “construir patria” y gobernar para siempre, que es su sueño húmedo populista, pero podrá ser la encarnación de la virtud, la regañina constante, y el Cohn-Bendit del progresismo patrio. Y la intelectualidad progre tan contenta con su nuevo juguete.
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