A finales de diciembre, con las dudas ya sembradas ante una posible invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, el sector industrial mantenía cierta perspectiva optimista, dado que se confirmaba que el invierno iba a ser menos frío de lo previsto, no obstante, esta cuestión ocupaba un lugar en la agenda de cualquier Consejo de Administración.
Unas semanas después, las peores previsiones se han cumplido y además de la inexorable crisis humanitaria, la crisis energética golpea de nuevo al sector industrial español, en esta ocasión, con el gas en el foco de todos los escenarios, y teniendo una posible y difícil solución: un cambio de modelo de provisionamiento energético a corto plazo por parte de la Unión Europea. Dicha alternativa apunta a reducir la dependencia del gas ruso, con la búsqueda de proveedores alternativos y un impulso de otras fuentes de energía, en particular, las renovables, aunque esta acción atañe más al medio y largo plazo.
Lo cierto es que, mientras tanto, la -nueva- crisis energética ya está afectando a España. Tras haber experimentado este pasado martes otro registro histórico -de 700 euros el megavatio/hora (MWh)-, podemos vislumbrar que si no se acometen medidas urgentes y realistas que están debatiéndose en Europa, en nuestro país podemos encontrarnos con que a principios de abril se produzcan ERTEs masivos en diferentes industrias españolas que, hasta el momento, han podido subsistir con las compras que han realizado siguiendo una correcta estrategia, pero que ya están teniendo que reducir producciones, o directamente, parar.
Esta semana hemos asistido a un nuevo capítulo en esta crisis, cuando el lunes, los mercados abrían totalmente desbocados por el miedo a un corte inminente del suministro de gas ruso, provocado, bien por la propia Rusia como respuesta a las sanciones establecidas; pero también por el anuncio del embargo de petróleo y gas ruso por parte de EEUU. Este hecho provocó una escalada en los precios del gas que, en cifras, podemos ubicar que un cliente que normalmente pagaba 1.000.000 de euros por suministro de gas ahora esté pasando a los 20.000.000: un impacto que puede alargarse hasta el 2023 de materializarse esas reducciones de flujos rusos.
Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha afirmado tajantemente que Europa tiene que liberarse del gas, del petróleo y del carbón ruso, ¿pero realmente es tan fácil? La dependencia de Europa, en cuanto al gas ruso, supone aproximadamente el 40%, es decir, Rusia era el principal aprovisionador, y recordemos que el mercado del gas es estrecho. Ya era así antes de desatarse el conflicto, de hecho. Con todo, a priori, no va a ser tan fácil desmarcarse en un mercado en el que no existen excedentes de gas y en el que aquellos que podrían serlo, tampoco resultan realmente cómodos por conflictos internos bélicos, cómo podría ser el caso de Emiratos.
Por otra parte, la opción de contar con energías renovables en un corto plazo no parece muy realista: los trámites y licencias requeridos para un acoplamiento de un proyecto de este calibre requerirían muchos meses y, además, hay que poner sobre el tablero el aumento del coste de las materias primas y el desabastecimiento de aquellos proyectos que ya contaban con licencia.
La industria, ante una situación inédita
Nos enfrentamos una situación inédita y las grandes compañías pueden llegar a enfrentarse a cortes de suministro, de no implementar urgentemente medidas realistas, que, deben pasar por dar más importancia a las reservas de gas estratégicas, e incluir normativas, en este sentido, que supongan la obligación de reservas mínimas establecidas por parte de cada aprovisionador. Es necesario dotar de la importancia que requieren las reservas geopolíticas y geoestratégicas, incrementando así la eficiencia y evitando un grave problema si este conflicto persiste de cara al invierno, como afortunadamente Europa ha comenzado a comprender.
Se deben articular mecanismos y fondos europeos que permitan rellenar las reservas de gas de manera urgente, antes de que nuestra industria quede asfixiada ante los precios y las medidas que, poco o nada, contribuyan a estabilizar los mercados.
Entre tanto, la situación se complica todavía un poco más: EEUU ya ha anunciado que prohibirá la importación de petróleo ruso; una nueva vuelta de tuerca para una Industria que requiere de soluciones concretas cuanto antes, y cuya situación puede continuar complicándose: ¿Qué ocurriría en el caso de llegar a producirse ese corte de los flujos de gas ruso? Esta situación llevaría a Europa a un escenario nunca vivido, que puede llegar a producir el colapso de los mercados de energía europeos.
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