Opinión

El infinito en ZP

Después de que Irene Vallejo triunfara con El infinito en un junco reaparece el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero siguiendo esa línea para obsequiarnos desde el vestíbulo de un hotel distinguido de San Sebastián una intervención desc

Después de que Irene Vallejo triunfara con El infinito en un junco reaparece el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero siguiendo esa línea para obsequiarnos desde el vestíbulo de un hotel distinguido de San Sebastián una intervención desconcertante -nada que ver con los discursos en campo abierto de Azaña- dedicada al infinito. Alcanzó unos momentos de inspiración arrebatada -¡fuera papeles!-, de íntima conexión con una audiencia embelesada a la que puso en trance, impulsándola para que le acompañara en el ascenso al monte Tabor mediante el suministro de imágenes audaces que reflejaban perspectivas insólitas. El ex presidente empezó por el principio con una tautología contundente al estilo de la de “fútbol es fútbol” que enunció Vujadin Boskov. En el caso que nos ocupa ZP se arrancó diciendo “el infinito es el infinito”, un postulado donde resonaba también el eco de aquella memorable intervención de Mariano Rajoy el 1 de diciembre de 2015, en Benavente (Zamora), a propósito del alcalde y los vecinos

Zapatero fue a más, abandonó el área de las certezas para introducir otro término, el “universo”, del que predicó como muy probable la cualidad de la infinitud. Enseguida, disuadió a los escuchantes del propósito de imaginar cómo es el infinito, al declararle incapaz de caber “en nuestra cabeza”. Luego, como cualquier cuentacuentos, trajo a escena dos nuevos elementos: el planeta Tierra, al que pertenecemos, y la especie humana, a la que considera como absolutamente excepcional. De ahí concluyó que “somos el único sitio del Universo, del Todo, si es que tuviéramos capacidad de concebir el Todo, donde se puede leer un libro y se puede amar”. De manera que ZP equipara el Universo al Todo y, a la vez, excluye que podamos concebirlo, es decir, imaginarlo. Esa incapacidad nuestra deja, sin embargo, abiertas dos posibilidades únicas -leer un libro y amar-, accesibles sólo a quienes allí se encuentren ubicados. 

Zapatero fue a más, abandonó el área de las certezas para introducir otro término, el “universo”, del que predicó como muy probable la cualidad de la infinitud

Llegados a este punto Zapatero, compenetrado con su audiencia como bien se reflejaba en el video, se dejó seducir por el asombro, que es el principio del filosofar, y dio rienda suelta a su compromiso ecológico. Así, lanzó su canto a “ese planeta que es asombroso, que ha logrado un sistema en el que la vida emerge y se mantiene con un equilibrio impresionante, que ha atraído a las mejores mentes en la historia de la humanidad para entenderlo”. De ahí que sumara en su declamación a otro protagonista, la vida emergente, que sólo subsiste si se mantienen los necesarios equilibrios. Momento en que ZP se entregó al reproche, reconociendo que “ese planeta lo estamos poniendo en riesgo, en cuestión, con nuestra acción depredadora”. Después entró en el área de los ejemplos para referirse a las playas e indicar que el planeta tierra en el universo apenas sería como un grano de arena. Una comparación análoga a la utilizada por los padres jesuitas en los ejercicios espirituales para referirse a la eternidad. 

El mitin entraba en el minuto de oro y, entonces, el orador, cayó en la cuenta de que la derecha se iba de vacío. Por eso, cambiando el tono, advirtió que “ahora viene esa derecha derechizada y desquiciada que dice que esto del cambio climático… Allá ellos. Nosotros cumplamos con nuestra misión en la historia”. Que la misión política tenga prórroga para Zapatero y sus adictos dependerá de los resultados que arroje el escrutinio de las urnas en la noche del domingo 23 al lunes 24 de julio. ¿Cuántos votantes socialistas han decidido en firme que esta vez no votarán a Sánchez sin haber despejado todavía el por qué no a Feijóo?    

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