Inglaterra eliminó este lunes casi todas las restricciones relativas a la pandemia, incluidas las mascarillas en interiores y los límites de aforo en bares, restaurantes, cines y teatros. Los cambios se aplican solo a Inglaterra. Escocia, Gales e Irlanda del Norte establecen sus propias normas de salud pública, pero en general se mueven en una dirección similar. No ha sido como andan diciendo muchos desde el lunes un salto al vacío y una insensatez propia de un loco como Boris Johnson. No han pasado de cero a cien, Inglaterra estuvo semiconfinada hasta el mes de mayo, luego se levantaron algunas restricciones, pero todo permaneció esencialmente cerrado y con multitud de medidas que impedían el contacto social hasta el 21 de junio.
Ese iba a ser el “freedom day”, pero apareció la variante delta, que empezó a extenderse a gran velocidad desde principios de mes. Johnson prefirió esperar para ver como reaccionaba la población vacunada, que ya era muy numerosa, a la variante en cuestión. Durante este último mes los contagios, casi todos de la delta han crecido mucho, el Reino Unido ha pasado de unos 3.000 positivos al día a finales de mayo a 50.000 a mediados de julio. El aumento de contagios no se ha traducido en un incremento notable ni en las hospitalizaciones ni en los fallecimientos y eso ha permitido que el día de la liberación, aplazado al 19 de julio, entrase finalmente en vigor.
Es evidentemente una apuesta, una apuesta personal del primer ministro fundamentada en la vacunación masiva, la seroprevalencia, que ronda el 20% en muchas zonas del país, y el sentido común de los ingleses. Sumadas las tres cosas, el Gobierno de Johnson espera que sirva para esquivar otra ola de covid. El propio Johnson ha apelado a la responsabilidad individual recordando a sus compatriotas que el virus sigue ahí. A partir de ahora serán los ingleses quienes decidan por sí mismos qué riesgos están dispuestos a asumir. Serán ellos quienes determinen si se ponen o no la mascarilla, si acuden a un concierto o si se van de fiesta a bailar hasta que el cuerpo aguante.
Un chico para todo que se ha terminado contagiando, lo han hecho público y eso ha obligado a Johnson, que pasó la covid en abril de 2020 y llegó incluso a estar ingresado en un hospital londinense, a encerrarse
Algunos han calificado este plan como un experimento cuyos resultados son inciertos por lo que ha ocasionado un agrio debate dentro del Reino Unido. Por de pronto, el propio Johnson ha tenido que aislarse porque ha estado en contacto estrecho con Sajid Javid, el ministro de sanidad. Javid es alguien de la máxima confianza de Johnson, antes de Sanidad ocupó la cartera de economía y con Theresa May fue ministro de Interior. Un chico para todo que se ha terminado contagiando, lo han hecho público y eso ha obligado a Johnson, que pasó la covid en abril de 2020 y llegó incluso a estar ingresado en un hospital londinense, a encerrarse justo cuando el resto de los ingleses han sido completamente liberados.
Cae la incidencia hospitalaria
Que Johnson haya dado este paso, que entraña sus riesgos, lo explica la alta tasa de vacunación en el país y la demostración a lo largo del último mes de que las vacunas funcionan no para evitar el contagio, pero sí para evitar que la gente termine en la UCI o en la tumba. A finales de enero estaban muriendo de covid en el Reino cerca de 2.000 personas al día. Hoy rondan los 30 ó 40. El promedio a siete días de nuevos casos superó los 46.000 el lunes, más del doble de lo que se detectaba a finales de junio y es un récord desde enero. Pero el número de hospitalizados y fallecidos supone una fracción de los que tenían hace sólo seis meses. Los ingresos hospitalarios rondan hoy los 600 al día, a finales de enero superaron las 4.000, lo que sometió a muchísima presión al sistema hospitalario. Hoy el NHS no padece colapso alguno y hay UCI disponibles de sobra. Tenían la duda de si esas mismas vacunas serían efectivas para la variante de la India y esa incógnita se ha despejado este último mes. Lo son en tanto que la cifra de fallecimientos se ha mantenido baja. La agencia de salud pública de Inglaterra estima que la vacuna de Pfizer reduce el riesgo de hospitalización en más de un 90% y la de AstraZeneca en más de un 80%. El riesgo de morir es aún menor.
Hoy dos tercios de los británicos han recibido al menos una dosis de vacuna y más de la mitad están completamente vacunados. Un porcentaje parecido al de España, que empezó a vacunar más tarde, pero con gran determinación. Ese dato es necesariamente parcial, porque los efectos de la covid se complican con la edad. Si retiramos a los menores de edad de la ecuación tenemos una tasa de vacunación parcial del 88% y de vacunación total de casi el 70%. Resumiendo, que quien tiene que estar vacunado ya lo está o lo estará antes de que termine este mes. El Gobierno de Johnson tiene todas sus esperanzas depositadas en que incluso si el número de casos sigue aumentando (Javid cree que los casos podrían llegar a 100.000 por día) la vacunación masiva no doblegará al NHS, al menos durante el verano. Poniéndose en lo peor, la reapertura total sería más arriesgada si se retrasara hasta el otoño o el invierno cuando se junta la covid con la gripe y los catarros invernales.
Advierten que el levantamiento de las restricciones podría ocasionar la aparición de nuevas variantes, ya que la proliferación de casos le da al virus más oportunidades de mutar
No todos están de acuerdo. La sociedad británica está dividida. El 55% de los encuestados la semana pasada por YouGov cree que reabrir es algo incorrecto. Otra encuesta reciente de Ipsos Mori reveló que el 70% de los encuestados quería que el uso de mascarillas fuera obligatorio en el interior durante un mes más. Algunos alcaldes han mantenido la obligatoriedad de las mascarillas en dependencias municipales y en el transporte público. Aparte de eso, un grupo de científicos firmó una carta que publicó la revista The Lancet en la que califican el plan del Gobierno como "peligroso y prematuro". Advierten que el levantamiento de las restricciones podría ocasionar la aparición de nuevas variantes, ya que la proliferación de casos le da al virus más oportunidades de mutar. Eso mismo es lo que sucedió en la India, donde Narendra Modi ignoró el asunto durante meses y cuando quiso reaccionar era demasiado tarde y había aparecido una variante, la delta, mucho más contagiosa que la original.
Es una posibilidad, pero la otra opción es seguir con las mismas restricciones que están devastando la economía británica y los ánimos de sus habitantes. Para que no parezca que se han olvidado del tema quedan en vigor algunas medidas como el aislamiento forzoso si se da positivo, o la cuarentena para los que lleguen del extranjero con excepción de los que presenten un certificado de vacunación de los países de la lista ámbar, entre los que se encuentra España y casi todos los países de la Unión Europea.
La libertad recobrada
Lo que suceda a partir de ahora en Inglaterra es de interés más allá de sus fronteras. En la Europa continental lo miran con expectación para responderse a una pregunta crucial: ¿una combinación de vacunación e inmunidad adquirida permitirá tratar la covid como otras enfermedades tipo la gripe o los resfriados comunes? El Reino Unido proporciona un ejemplo muy útil porque la vacunación está muy avanzada y ha resistido bastante bien a la variante delta. Pero la covid no sólo se manifiesta en forma de enfermedad más o menos grave y muerte. En algunos casos los síntomas se mantienen durante largos periodos de tiempo en lo que han bautizado como covid persistente. Falta por saber qué porcentaje de contagiados desarrollan la covid persistente y estudiarla más a fondo de lo que se ha hecho hasta ahora. Falta también encontrarle una cura.
Otra de las preguntas es cómo reaccionará la gente ante la libertad recobrada. En la televisión se mostraron imágenes de las discotecas el domingo de madrugada con gente saltando, bailando y abrazándose sin tomar medida alguna. La noticia era esa y querían ponerla bonita y visualmente impecable. Pero la televisión es tan sólo una simplificación muy esquemática de la realidad, a veces ni eso, a veces es una realidad paralela creada por la misma televisión. Pero aún asumiendo que el periodista está ateniéndose a lo que ve, aunque lo adorne, las imágenes contaban solo una pequeña parte de la historia. Las encuestas revelan que, incluso entre los discotequeros más entregados, casi las tres cuartas partes aún no están dispuestos a volver a la discoteca. Lo mismo con otros eventos de alto riesgo como conciertos. La afluencia de público en las tiendas minoristas se sitúa en el 74% sobre el nivel de 2019, en comparación con el 86% a principios de junio. Es decir, que la gente es más precavida de lo que los políticos piensan. Siempre habrá gente insensata, pero a estas alturas sabemos lo que nos jugamos. Espero que a Johnson el experimento le salga bien porque si es así tras los británicos iremos todos los demás y eso necesariamente es una buena noticia.
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