Opinión

El insulto como una de las bellas artes

Al fin se populariza un brillante eufemismo que viene a sustituir un insulto, uno de los más agresivos de la lengua española. Lo ha creado la presidenta de la

Al fin se populariza un brillante eufemismo que viene a sustituir un insulto, uno de los más agresivos de la lengua española. Lo ha creado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y lo han propagado sus seguidores, pues allí donde va la presidenta es vitoreada, y allí donde va el presidente, que acaba de pactar con la extrema derecha catalana, es vituperado.

Podría la líder del PP haber contenido su rabia al oír los insultos de Sánchez en el parlamento, o bien podían haberla evitado las cámaras, en cuyo caso no existiría el eslogan, pero fue cogida con la articulación inequívoca. La transformación de su espontánea repulsa ha tenido dos fases. En la primera, Ayuso interpreta los movimientos de boca y los sustituye con,me gusta la fruta’ que tiene parecida hechura, pero todavía no triunfa. Hay que esperar al apoyo social que la difunde. Ahora ya es un eufemismo que bien puede servir en el futuro, si no se olvida, como sinónimo light del más generalizado de los insultos. Esta circunstancia que parecía adversa para la presidenta se ha transformado en un dardo para el presidente. Solo ese ‘que te vote Txapote’ de tan eficaz rima había alcanzado cierto rango en los últimos días, pero este lo supera.

Los expertos en el uso de una palabra o expresión amigable con intención de hacer daño, no lo dudemos, están en la izquierda. Uno de los eufemismos más eficaces puede ser ‘extrema derecha’ acompañado de la capacidad para impedir que crezca ‘extrema izquierda’ al otro lado del abanico. El uso es tan perverso que se extiende y desarrolla una corriente de opinión que pone en contacto a Vox con lo desmedido, lo excesivo, lo rechazable. Y lo que sigue es colocar a su lado al PP. 

En el PP, sin embargo, son más de afilar navajas. Las individualidades y su séquito se empujan para que no les quiten el puesto. Los mayores enemigos del PP están en el PP

Se podría evitar con un contrataque que utilice las mismas armas y que, pongamos por caso, llamara sistemáticamente en femenino a los socialistas, la PSOE, a modo de empresa, o de secta, exterminados en toda Europa y todavía vivos aquí, pero a las iniciativas de la derecha les cuesta triunfar porque en el PSOE son una piña, y en la derecha no tanto. En la familia socialista se protegen y cambian de opinión tantas cuantas veces sea necesario con un lema interno ‘todo por el partido’. Así, las voces críticas pronto se silencian, salvo los jubilados, que pueden expresar libremente su opinión porque ya no tienen nada que perder. En el PP, sin embargo, son más de afilar navajas. Las individualidades y su séquito se empujan para que no les quiten el puesto. Los mayores enemigos del PP están en el PP.

El uso de eslóganes intoxicados que parecen palabras bondadosas es una práctica sutil exclusiva del PSOE no solo en las campañas electorales, sino también, y sobre todo, fuera de ellas. El último vino a falsear (con ánimo de ofender, según interpreto) la realidad de los resultados electorales. Se las han arreglado para que parezca lo contrario de lo que dijeron las urnas con el lanzamiento de ‘mayoría social’, idea más falsa que las monedas de cartón y que consiste en asociar todos los partidos que no son PP y VOX, esencialmente los secesionistas. En eso la derecha, desbaratada, se muestra torpe y holgazana para frenar consignas, y mucho más lerda para crear las propias.

El veneno no se queda ahí. A ese grupo que impide que la derecha tome el poder han venido a llamarlo `bloque progresista` sin que nadie alce la voz suficientemente por apropiarse de un léxico que desfigura la realidad. Haría falta una reacción capaz de frenar esa hipocresía. Una cosa es llamar 'internos' a quienes residen en las prisiones y otra nombrarlos 'ciudadanos ejemplares'. Algo así como llamar 'hermanos de la caridad' a los asesinos de ETA. El silencio de los seguidores de la izquierda que dependen del partido es abrumador.

Queda así la consigna asimilada para aparentar que es cierto que gracias a partidos independentistas de extrema izquierda y extrema derecha, catalanes y vascos, que derrochan lo que tienen y lo que no en busca de su huida de España, se va a crear un gobierno… para todos los españoles...

En su política de bellas frases perversas, llaman ‘guerra de la derecha contra el catalán’ a la solicitud para implantar el español en la enseñanza

En tiempos de Zapatero se inventó ‘Alianza de civilizaciones’, un bodrio abyecto, un ladrido a la razón que ya se ha olvidado. Instalaron también la 'memoria histórica', verdadera aberración que no dice nada, pero viaja con tecnología punta para dejar sentado que la historia es la que la izquierda cuenta.

Las consignas de la derecha, sin embargo, resultan insignificantes si las comparamos con aquel ‘nunca mais` tras la catástrofe del Prestige o el demoledor ‘no a la guerra`.

Es sabido que quienes nacen en familias monolingües de español en Cataluña, que son mayoría, no tienen derecho a la educación en castellano. Pero como la universidad está copada por la izquierda y quien se salga del redil queda marginado, pocos especialistas alzan la voz para criticar la medida. Por eso, en su política de bellas frases perversas, llaman ‘guerra de la derecha contra el catalán’ a la solicitud para implantar el español en la enseñanza. La frasecita tiene su enjundia porque con ‘guerra’ se transmite, y cala bien, que cualquier medida de los otros se inspira en el odio a los catalanes y al catalán, cuando resulta que solo pretenden defender a los de abajo, a los monolingües, que no son precisamente la burguesía.

La palabra ‘plurinacional’ empieza a abrirse paso para remplazar a secesionismo o separatismo. Es el introito, el prólogo de lo que se avecina si nadie le pone remedio. Y como la amnistía es el regalo que reciben los delincuentes por apoyar a Sánchez, nace un eufemismo que la evita: alivio penal. Dominan el lenguaje.

Aznar inventó el último gran eslogan, 'Váyase señor González'. Desde entonces hasta me gusta la fruta no había ganado la derecha ni un peldaño en la invención de consignas.     

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