Existe un numeroso colectivo de ciudadanos que necesitan ejercitar su derecho al sufragio para intentar que sus condiciones de vida, su salud, su educación, su trabajo, su vejez, sean protegidas por los poderes que ellos mismos eligen en votación democrática. En unas ocasiones, esos ciudadanos deciden que los poderes públicos estén dirigidos por opciones políticas conservadoras, y en otras deciden que sea una opción progresista. Cuando ambas opciones son difícilmente identificables por el ciudadano, se produce el desapego y el desprestigio de la política.
Desapego que se ve amplificado en una juventud que valora la gravedad de todo lo que sucede en relación con la renovación del Consejo General del Poder Judicial o con los mítines que dará la vicepresidenta segunda en esta campaña electoral, pero que no creen asuntos prioritarios en relación con lo que esperan del debate político.
La juventud española –como la del resto del mundo- tiene miedo a un futuro que saben que se articulará al margen de unos gobiernos que se encuentran maniatados frente a las todopoderosas empresas que manejan las Inteligencias Artificiales a su antojo o a su interés económico.
Los jóvenes saben que cuando buscan en Google, lo primero que encuentran son páginas de Inteligencia Artificial que ya pueden hacer trabajos que ellos llevan una decena de años preparándose para realizarlos. Seguramente su formación académica no les resulte útil para encontrar un trabajo que la Inteligencia Artificial hará mejor, más rápido y más barato que ellos. Son conscientes de que esas Inteligencias Artificiales, públicas y gratuitas, que ellos encuentran en el buscador, son una especie de juego infantil comparadas con el nivel que presuponen existe en las Inteligencias Artificiales que poseen las grandes y poderosas empresas.
Nadie ha sido capaz de parar el progreso cualquiera que sea la etapa histórica que analicemos. Tampoco ahora se podrá volver atrás
Ya se sabe que muchas profesiones pasarán a ser realizadas por los nuevos algoritmos. La cuestión no es debatir si nos han superado ya o lo harán próximamente. La cuestión es si seremos capaces de legislar correctamente el uso de las Inteligencias Artificiales avanzadas. Nadie ha sido capaz de parar el progreso cualquiera que sea la etapa histórica que analicemos. Tampoco ahora se podrá volver atrás. La Inteligencia Artificial seguirá avanzando hasta límites que no podemos siquiera imaginar. Como no se podrá detener, sí se podría intentar conjugar progreso con mantenimiento de los derechos ciudadanos y con la adivinación de un futuro que solo puede ser definido si se une la inteligencia de las distintas fuerzas políticas, económicas, sociales, culturales para ofrecer un hálito de esperanza a una juventud que, si bien vive mejor que generaciones anteriores, mantiene un nivel de incertidumbre sobre su futuro como nunca había ocurrido en generaciones precedentes. Temen que la España seca se achicharre por el calor insoportable de un cambio climático que ven irreversible si no se toman medidas radicales para evitarlo. Y temen que las Inteligencias Artificiales profundas sustituyan cerebros humanos por cerebros mecánicos privándoles de derechos y de profesiones para las que se están preparando o se han preparado a lo largo de varios años.
A estos temores es a los que los jóvenes esperan que hagan frente las fuerzas políticas, obviando la gravedad de debates parlamentarios que por muy importantes que parezcan, solo rozan tangencialmente el interés de los jóvenes españoles y europeos.
Cuando en 2016 Facebook decidió usar los datos que posee de millones de ciudadanos para manipular de forma ilegal el resultado electoral en las elecciones presidenciales de EEUU, descubrimos que una empresa privada atesoraba más poder que la poderosa Administración norteamericana. A posteriori se descubrió la manipulación y se percibió que la seguridad y la legalidad del país más poderoso del mundo tenían comprometida su democracia por la Inteligencia Artificial profunda de una empresa privada. Se constató que la ley va por detrás de la tecnología.
Ahora, las Inteligencias Artificiales sí piensan autónomamente, sin que podamos adivinar qué mundo existirá mañana
La política no ha llegado a comprender que no hay nada más peligroso que toda una generación sienta que, tal vez, esté perdiendo su tiempo, su esfuerzo y su dinero, porque cuando quieran desarrollar su aprendizaje y poner en práctica sus conocimientos, un cerebro mecánico se interpondrá en su camino como un obstáculo insalvable.
Nunca se sintió ese vértigo de saber que la tecnología va muy por encima de los ciudadanos y de sus gobiernos, y de que no existe capacidad de adaptarse a esas Inteligencias Artificiales que piensan por sí mismas. Nunca antes había ocurrido así. La revolución industrial llevó las máquinas al mercado laboral, pero esas máquinas no pensaban por sí solas. Ahora, las Inteligencias Artificiales sí piensan autónomamente, sin que podamos adivinar qué mundo existirá mañana.
Es obligatorio que la política se reconecte con la realidad virtual para tratar de dar respuesta a estas interrogantes que la juventud necesita que sean despejadas.
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