Como sea que no me fío ni un pelo del encargado Sánchez, de bata azul desgastada por el frote-frote con terroristas y golpistas y lápiz despuntado de tanto escribir mentiras, he decidido realizar personalmente ese inventario que ha resultado tan clarificador como espeluznante. Empecemos. Tenemos más delincuentes campando a sus anchas por las calles que hace un año: violadores, golpistas, ladrones, okupas, asesinos etarras, vendedores de drogas, pandilleros, gentuza con machetes, estafadores, violentos de ultra izquierda, asediadores de periodistas, okupas, vividores de la subvención, políticos corruptos, pedófilos, y no sigo porque sería el cuento de nunca acabar. El almacén de España está hasta los topes de esa mercancía averiada, podrida, que hace que todo huela a defecación moral.
Por otra parte, compruebo que tenemos muy poca decencia, poca independencia mediática –estamos casi sin existencias-, menos libertad individual que ayer pero más que mañana, menos dinero en nuestros bolsillos, menos apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, menos políticas sociales de verdad, menos transparencia en los asuntos públicos, menos vergüenza en nuestros gobernantes, menos esperanza, menos futuro y menos España.
¿Hay superávit? Efectivamente. Tenemos un sobrante infinito en egoísmo, falacias, desprecio, autoritarismo, incompetencia, ombliguismo social, incultura, ágrafos, listillos, acomplejados, bestias pardas, amiguetes, conmilitones y lame traserillos. Ni que decir tiene que hay palés enteros de cajas que contienen adjetivos como fascista, nazi, cobarde, derecha insolidaria, franquista, retrógrado, loco, ida, cara polla, ultra derecha y otras lindezas que, aunque sean de consumo diario por parte del encargado y sus adláteres, incluso llegando a consumir por encima de sus posibilidades, no parecen acabarse de tantas existencias como hay.
Tenemos un sobrante infinito en egoísmo, falacias, desprecio, autoritarismo, incompetencia, ombliguismo social, incultura, ágrafos, listillos, acomplejados, bestias pardas, amiguetes, conmilitones y lame traserillos
El almacén está descuidado, sin barrer, con telarañas atávicas, con archivadores manipulados para que los hechos históricos que en ellos se guardan parezcan blancos cuando son negros, con parlamentos regionales inútiles pero carísimos y con un Congreso al que se le ha cortado el sonido, la luz, los taquígrafos y su función como representante de la soberanía nacional. La Justicia tiene tantos rotos y desconchados que será difícil restaurarla. La economía está, exigua y desatendida, en un rincón, abandonada de la mano de Dios y del Gobierno. Pero lo más importante del almacén, lo que le da sentido, que somos los españoles no estamos en ningún sitio. El encargado ha decidido dejarnos a la intemperie a nuestro albur, sin protección ni cobijo.
La Justicia tiene tantos rotos y desconchados que será difícil restaurarla. La economía está, exigua y desatendida, en un rincón, abandonada de la mano de Dios y del gobierno
Acabo concluyendo que no es el almacén el que precisa reformas, porque lo que hay que reformar es a quien se encarga del mismo. El encargado Sánchez no ha hecho más que estropearlo todo con su descuido, rompiendo elementos de difícil compostura y dejando que se estropeen otros de igual importancia. No hay que cambiar a España, hay que cambiar a Sánchez, hay que poner en su lugar a alguien con sentido común que sepa apreciar todo lo que contiene nuestro almacén y lo mejore. Cuanto antes sea, mejor, porque el techo tiene demasiadas goteras y las carencias son enormes. No sea que cuando venga otro encargado se encuentre con que ya no hay almacén.
No sé si me explico.
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