A sus 29 años ya era diputada por la tierra que la vio nacer, en donde nadie la recuerda o se le reconoce arraigo alguno. La pamplonica Ione Belarra tuvo la suerte de conocer a Irene Montero en Madrid, donde estudiaban Psicología. Lo que se dice, una férrea amistad. Las compañeras de pupitre pasaron a serlo de bancada en el Congreso y, más tarde, compartieron mesa en el Consejo de Ministros, la primera como ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, y la segunda, de Igualdad.
Si ya es casualidad trabajar con tu amiga de la facu, imagínate que sea bajo el amparo y el mando del mismo líder, Pablo Iglesias, el gurú de la izquierda surgida del 15-M. Ambas se convirtieron en el rostro visible de Podemos en las Cortes, Montero como portavoz y Belarra como su segunda, portavoz adjunta. Siempre juntitas, siempre cuchicheando, siembre bromeando, las 'Pili y Mili' de Pablo, les decían.
Gracias a su capacidad, mérito y esfuerzo, todo ese sacrificio se vio recompensado en forma de una cartera ministerial, hiperdotada presupuestariamente y de una eficacia aún por descubrir
Caramba, claro que sería injusto empañar el currículum de Irene Montero el hecho de ser la pareja de Iglesias y su chalet en Galapagar. Ella asegura que fue su compromiso con Podemos y con los desfavorecidos (en esto un poco Tamara) lo que la llevó a rechazar una beca en Harvard y a no terminar su tesis doctoral. Gracias a su capacidad, mérito y esfuerzo, todo ese sacrificio se vio recompensado en forma de una cartera ministerial, hiperdotada presupuestariamente y de una eficacia aún por descubrir.
“¿Vivir juntos es convivir?”, se preguntaba Belarra en un estudio académico sobre refugiados antes de entrar en la política. La ahora ministra podría haber impartido con la portavoz del Gobierno cursillos prematrimoniales, si el subtítulo de este trabajo no hubiera sido: “Un análisis en profundidad de la convivencia en pisos de acogida para población de origen subsahariano en el municipio de Madrid”.
La joven navarra, seguramente muy influida por Teresa de Calcuta, centró su trabajo académico en el ámbito de la caridad y de los derechos humanos, colaboró con la Cruz Roja, se entregó a la ayuda a los refugiados y se mostró muy beligerante contra los CIEs en los tiempos de Mariano Rajoy. Llegado Sánchez al poder, estas 'cochiqueras para inmigrantes' dejaron de despertar interés alguno en el sensible corazón solidario de Belarra, empeñada ya tan sólo en la escalera política y su ascenso hacia la cúpula del poder.
Su escalada fue lenta pero decidida. Ocupó en Podemos algunos puestecillos poco reseñables, siempre a la vera de su amiga Irene y bajo el amparo del jefe de la tribu. Finalmente tocó el cielo del Gobierno antes de que Iglesias se estrellara contra el muro de Ayuso en su intentona por asaltar los cielos Madrid.
Belarra tiene una presencia ful, de burguesita de provincias, un verbo insípido y un peso político más que liviano, evanescente. Es el puro retrato de la nada
¿Bolsa quieres?, le preguntaría un paisano ante tantos bienes, porque ella continuó recibiendo cargos y soldadas por parte del profeta podemita devenido ahora en aburrido tertuliano. Ya ministra, fue elegida, enjoyada y nombrada secretaria general del partido, lo que permitió que muchos de sus correligionarios y seguidores descubrieran su existencia, porque, no nos engañemos, Belarra tiene una presencia ful, un verbo insípido y un peso político más que liviano, evanescente. Es el puro retrato de la nada.
Se las prometía muy felices, como si fuera la protagonista de un cuento de hadas binarias, en el sillón ministerial y en la cúspide de su partido. Hasta que llegó la bruja de la historia, Yolanda de nombre y de apellido Díaz. Una gallega impulsiva y ruidosa, con el poso del comunismo en las venas y con unas incontrolables ansias de alcanzar el frontispicio del poder. Iglesias se equivocó y la nombró su heredera. En ello está Yolanda, en dinamitar el magma podemita, ya decrépito, y situarse a la vera de Pedro el Hermoso como número dos del futuro Gobierno de la Nación.
Belarra se ha quedado en pura anécdota gritona. Incluso se vio obligada a nombrar secretara de Estado a Lilith Vesrtrynge, quien aspira a su cargo y malmete por las esquinas moradas en su contra. Su única carta para recuperar un cierto nivel protagónico era la controvertida Ley de Familia. Empeño vano. Apenas ha conseguido colar algunas de sus iniciativas en los Presupuestos de Calviño. Muy poca cosa.
Han montado una campaña de autobuses que circulan por toda España -como los de aquella secta antiabortista de cuyo nombre no quiero acordarme- para exigir la igualdad legal entre los perros y perras de caza. Sobre 'les perres' nada dice la norma.
Logró, eso sí, reclutar para su causa a algunos famosos televisivos como Susanna Griso, Fernando Tejero o Jorge Fernández (el de la ruleta, no el ministro meapilas mariano), todos ellos militantes de su Ley de bienestar animal, un engendro incomprendido que no le gusta ni a los hamsters. Menos aún, a la gente de campo, incrédula ante la ignorancia supina de los autores del texto, que no distinguen un perro ovejero de un armario empotrado. Total, han montado una campaña de autobuses informativos que ya circulan por toda España, como los de aquella secta antiabortista de cuyo nombre no quiero acordarme, para exigir la igualdad legal entre los perros y perras de caza. Sobre 'les perres' nada dice la norma.
Las responsabilidades ministeriales de Montero y Belarra son tan determinantes que, después de tanto tiempo en el cargo, resulta difícil de explicar a qué se dedican. La respuesta benevolente es a “marear la perdiz” porque tenemos un Gobierno con otros 19 ministerios que bien podrían hacer asumir las competencias de los negociados de esta parejita absurda o de Alberto Garzón.
La otra respuesta sería “a enredar” porque crean problemas donde no los hay, siembran cizaña entre propios y ajenos y se atribuyen méritos que no les corresponden. No sorprende que los de cajón desastre como son “Igualdad”, “Derechos sociales y Agenda 2030” y “Consumo” se puedan sustituir por lo que los anglosajones llaman las 3Fs. Esto es, family, friends and folks, que en este caso sería and fools, o sea, familia, pandilla y demás tontos. Todos, eso sí, todos ellos cobrando del erario.
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