Nuestra flamante influencer y, ocasionalmente, ministra de igualdad, Irene Montero, confirmó en un programa de televisión que la reforma del 'sólo sí es sí' va a devolvernos a las mujeres la libertad sexual que un día nos fue arrebatada por el malvado patriarcado de derechas. Qué gran 'esloganera' es la señora ministra.
El problema llegó cuando la presentadora insistió para que concretase las medidas con las que nos hará recuperar nuestro libre albedrío amatorio. Pero Irene es experta en disimular su ignorancia recurriendo a la mentira. Así que, en lugar de contestar, recurrió a la tan manida excusa de que en nuestro sistema judicial falta perspectiva de género porque “cuando una mujer denuncia una agresión sexual en comisaría se le pregunta si iba vestida con una minifalda". Irene uniformando sus mentiras con minifaldas y mostrando nula sensibilidad ante el drama que padecen las mujeres agredidas. La banalización de las agresiones sexuales concentrada en esa minúscula prenda de vestir.
Montero está decidida a agitar el avispero a costa de mancillar el honor y la reputación de aquellos cuya intervención ha evitado tantas agresiones y muertes: las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado
Más allá de la sinvergonzonería y la desfachatez, lo que se desprende de la respuesta es que Irene Montero no tiene ni idea de cómo funcionan las denuncias por un delito de agresión sexual y de la labor que realizan los distintos profesionales que intervienen (muchos servidores públicos). Ni la tiene ni quiere tenerla, porque la realidad le importa un bledo a la ministra. Existen protocolos de actuación integrales a nivel autonómico, así como protocolos de actuación sectoriales (sanitarios, jurídicos…). Frente a las mentiras con minifalda de la ministra, la verdad desnuda de quienes asisten a las víctimas.
Pero es que sin victimización no hay paraíso y, lo que es más importante, votos. Así que Irene está decidida a agitar el avispero a costa de mancillar el honor y la reputación de aquellos cuya intervención ha evitado tantas agresiones y muertes: las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Ni se despeinó la buena de la ministra.
En el fondo, ella sabe que este tipo de maldades son su mejor baza: agitar a las masas en torno a un problema magnificado, tergiversado o inexistente para que el rebaño la erija en la líder suprema capaz de solucionar el problema. Ya lo hizo a raíz de la sentencia del caso de 'La Manada', sobre cuyo contenido mintió de forma vergonzante. Y no sólo no le pasó factura, sino que le granjeó un ministerio.
Cabe p noreguntarse, obstante, cuál será el contenido de esta famosa y, según la ministra, necesaria reforma legislativa si lo único que ha sido capaz de explicar sobre la misma es que lo primero que se le pregunta a una mujer cuando denuncia una agresión sexual es si existió consentimiento uniformado. Con minifalda, se entiende. El nivel es, desde luego, paupérrimo y no hace presagiar nada bueno.
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