“Va a venir a por mí”. Esta frase de una mujer de Granada, aterrorizada porque su exmarido quedará libre por la (pen)última chapuza de este Gobierno, la ley del ‘solo Sí es Sí’ de Irene Montero y su Ministerio de Igualdad, es la que mejor resume el efecto que tendrá en la opinión pública la rebaja de penas permitida por una ley hecha desde la ideología, la ineptitud y obviando las advertencias de los expertos como el CGPJ.
No es de extrañar que en Unidas Podemos estén de los nervios, espoleados por Pablo Iglesias –la pareja de la ministra- que en teoría está fuera de la política y no tiene cargo orgánico alguno en la formación pero que, en la práctica, sigue manejando la agenda y los hilos de las Montero, Belarra y del dóberman tuitero, Pablo Echenique.
Y no es de extrañar que estén de los nervios, dándose de baja de los medios afines –el diario de Escolar está ahora al servicio del socialismo y la SER es vomitiva, Echenique dixit- porque en la calle, que abusadores, violadores, profesores pederastias y hasta miembros de la Manada queden en libertad tiene un efecto demoledor. Mucho más allá y más visible –todos tenemos hijas, hermanas, mujeres- porque desde la aplicación de esta ley, ellas están mucho menos seguras. “Va a venir a por mí…”.
Irene Montero, sola; Pedro Sánchez en Seúl
Al responsable último de todo este desaguisado, la chapuza del ‘solo sí es sí’ le ha pillado oportunamente entre Bali y Corea del Sur, a bordo del Airbus y con el falcon vacío acompañándole “por si acaso”. Pedro Sánchez, a miles de kilómetros, ha ordenado dejar sola a Irene Montero, con la única defensa de su pareja y de los más fieles soldados de Podemos: Echenique, Rosell, Isa Serra, Sánchez Mato…
Al silencio de Sánchez se ha sumado el de Yolanda Díaz, la principal enemiga de Montero e Iglesias y su proyecto morado. La venganza es un plato que se sirve frío, y Díaz no olvida la campaña permanente de Iglesias contra ‘Sumar’ y el permanente recordatorio de que ella le “debe” haber sido ministra.
Sánchez ordenó desbloquear la ley hace dos años y sacar a Carmen Calvo de la ecuación, dando plenos poderes a Irene Montero para que “puliera” los detalles con el entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Campo
En Podemos, como contaba este viernes Javier Portillo, tiemblan ante la posibilidad de que Sánchez aproveche la chapuza de Montero para hacer crisis de Gobierno, expulsar a los ministros de Podemos, presentarse a las autonómicas y municipales de mayo como el ‘líder’ que suelta lastre para volver a centrarse –los ‘barones’ aplaudirían con las orejas- y, para terminar de dar la puntilla a Iglesias y Podemos, mantener a Yolanda Díaz para dar alas a su proyecto 'Sumar' frente a los morados. Un sudor frío se apodera de Iglesias cada vez que le plantean este panorama.
Pedro Sánchez ha demostrado en todos estos años al frente de Moncloa ser un auténtico cínico, campeón a la hora de moldear el relato que más le interesa. En el patético episodio del ‘solo sí es sí’, ha sido capaz –desde la distancia- de colgarle el ‘muerto’ en exclusividad a Irene Montero.
El PSOE, cuyos ministros aprobaron en el Consejo la ley y cuyos diputados la aprobaron –solo PP, Vox, la CUP y el diputado de Revilla votaron en contra para oprobio del resto, incluido algunos con brillantes abogados del Estado en sus filas- aparece como un espectador víctima de la chapuza y como el único capaz de arreglarlo. Por ello, los barones, los ministros –desde Marlaska a Robles pasando por la portavoz- se han lanzado a pedir que se reforme la ley de Montero. Una reforma que, hay que recordar, no servirá para volver a aumentar las penas a los que la vean rebajadas en estos días.
Y hay que recordar que sí, que el responsable último de esta dramática chapuza –como lo es del otro proyeto estrella de Montero, la ley Trans- no es otro que Pedro Sánchez. Él fue quien, al comienzo del verano de 2021 decidió apartar de la ley del ‘solo sí es sí’ a Carmen Calvo y dar plenos poderes a Irene Montero, que como en la Trans, mantenían un pulso entre PSOE y Podemos por el control de las asociaciones feministas y LGTBI.
Fue Pedro Sánchez quien ordenó desbloquear la ley hace dos años y quitar a Carmen Calvo de la ecuación, dando plenos poderes a Irene Montero para que “puliera” los detalles con el entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. Una labor de ‘pulido’ que, visto lo visto, tuvo un éxito comprobable.
“La victoria política de Montero ante Calvo fue incuestionable”, dicen fuentes socialistas. Ni una ni otra salieron a la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Fue la única concesión de Moncloa a la derrotada ministra Calvo, que su rival no la presentara ante las cámaras. Calvo había perdido tanto en el 'solo sí es sí' como en la ley Trans –aún en tramitación-. Calvo avisó del famoso informe del CGPJ que se opuso a la distinción entre abuso y violación…
Dio igual. Esa ley se presentaba el 7 de julio de 2021 y tres días después el presidente remodelaba el Gobierno: Carmen Calvo salía del Ejecutivo. Pedro Sánchez la había dejado a los pies de los caballos de Montero. Pidió la salida cinco minutos antes de que la echaran. Y Montero tuvo el campo abierto para sacar adelante su ley.
Desde entonces, con la aquiescencia de Moncloa, Irene Montero ha pasado a manejar un presupuesto de 573 millones para 2023 en plena crisis económica: 48 millones más que en 2022 y 114 más que en 2021. Ha pasado de gastarse 3,5 millones en personal a triplicar esta partida para 2023 y destinar 9,1 millones en nóminas.
Los asesores de Irene Montero
En cuanto a los asesores –esos que no han servido para advertir de la chapuza del ‘solo sí es sí’- Irene Montero gastaba 385.980 euros en 2021 y en 2023, la ministra gastará 518.370 euros en pagar al personal que tiene elegido a dedo en su ministerio. Montero ha pasado de 12 asesores en 2021 que cobraban entre 46.000 y 61.000 euros, a 17 en 2023, más que la mayoría de Ministerios incluidos Defensa, Justicia o Interior. Entre ellos, Carlos Sánchez Mato y la condenada Isa Serra, dos de los pocos –es de bien nacido ser agradecido- que han salido en su defensa estos días.
Y sí: el responsable último de este despilfarro, todo este gasto en asesores en plena crisis, de haber dado carta blanca a Montero frente a Calvo y, en definitiva, de que hoy muchas mujeres tengan miedo porque “va a venir a por mí”, no es otro que Pedro Sánchez. Aunque el relato que intenten colocar ahora sea otro.
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