Opinión

Agua de mayo

A finales de febrero, entre bambalinas del socialismo madrileño barruntaban tormenta: “va a haber elecciones en Madrid antes del verano, por muchas razones”. Un par de semanas después de las

A finales de febrero, entre bambalinas del socialismo madrileño barruntaban tormenta: “va a haber elecciones en Madrid antes del verano, por muchas razones”. Un par de semanas después de las elecciones en Cataluña, a bote pronto, tras de la debacle de Ciudadanos, una pizca de intuición. Bien es cierto que sin algo de información, no hay cábala posible. El olfato del veterano detecta el movimiento como el sonar de un submarino de combate: “la presidenta de Madrid suma todo a favor y a diferencia del resto de España, donde al PP le muerde Vox, aquí quien tiene el problema es Vox y se llama Isabel Díaz-Ayuso”.

Los meses de pandemia han descubierto en el PP un liderazgo inesperado que ha dado frutos muy pronto. En el socialismo de Madrid saben que la resistencia de Ayuso frente a Sánchez ha calado por igual entre los distintos trozos del centro derecha. Ayuso viene reunificando bases sociales desde hace meses con su manera de hacer política. En el PP de los últimos diez años es una novedad tras el paso de los gestores y los burócratas.

La señal llegó de Murcia, pero podría haber procedido de Valladolid. En Sol tenían pensado qué hacer en el momento en el que Ciudadanos hiciera el primer movimiento. Arrimadas quiere tener vida propia desde que se fue Rivera. La velocidad se demuestra andando, aunque sea al borde de un precipicio. El PP de Madrid tenía ya las orejas tiesas, oteando el horizonte. Por si faltaba alguna pista, el portavoz del PSOE en el Senado, Ander Gil, confirmaba la semana pasada en TVE, que había contactos con Ciudadanos para derrocar a Fernández Mañueco en Castilla y León.

El ruido de la moción de censura empezaba a escucharse de fondo, pero rompió por Murcia. Las alertas del equipo de Ayuso llevaban tiempo encendidas y con las pilas puestas. ¿Cuándo empezó todo? Fue el día en que fueron convocadas las elecciones en Cataluña para el 14 de febrero. A partir de esa fecha, como ha ocurrido, Ciudadanos podría entrar en descontrol, a la desesperada, bajo el síndrome UPyD. No hay que olvidar que los pactos autonómicos de 2019 los firmó Rivera con el PP, antes de su descalabro en las generales de noviembre.

Las ambiciones de Arrimadas

El líder de Ciudadanos todavía aspiraba a superar a Casado a base de ser el mas duro contra “la banda de Sánchez”, como le ocurre ahora a Abascal. Nadie más incómodo con aquel acuerdo que el actual vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea que se dejó querer por el socialista Tudanca hasta que Villegas, en nombre de Rivera, mando parar.

Lo de Murcia ha confirmado las precauciones tomadas, desde el otoño pasado, por la gente de Ayuso ante el impredecible comportamiento de Ciudadanos tras su previsible debacle y el nuevo fracaso del PP en las autonómicas catalanas. Casado resiste. Desde el 14 de febrero aguanta a los de dentro. Fuera ya sabe lo que hay. El PP confirmó en las últimas autonómicas el desastre de 2017 en Cataluña. El presidente del PP acusa el peso de “la desilusión del constitucionalismo” tras la gestión del Gobierno Rajoy. Como explica David Jiménez Torres en 2017. La crisis que cambió España (Deusto, 2021), son “los lastres de los que no podía escapar Soraya Saénz de Santamaría ante el electorado conservador, y que ayudan a explicar su derrota en las primarias del PP seis meses después”.

Casado tiene dos problemas de origen. Uno es el peso de esos lastres y otro que su partido no digiere que el presidente haya sido elegido tras dos votaciones de los militantes y no a dedo. Los barones regionales no respetan su liderazgo, cada día con menos disimulo. La operación iniciada, sin sutilezas o matices por García Egea, para controlar las organizaciones provinciales, trata de sumar para Casado el poder real del tejido productivo del PP. En política, solo se dan las batallas que se pueden ganar, tal y como dice el libro primero del marianismo. La convocatoria de las elecciones en Madrid se convierta en la oportunidad de Casado. Un cambio de tendencia después de las bofetadas recibidas desde que los militantes cambiaron a la desesperada el rumbo de un partido gastado y cansado.

Díaz Ayuso y Almeida son los dos pilares del liderazgo de Casado frente al poder de los 17 partidos en los que está dividido el PP a imagen y semejanza del Estado fragmentado. Las elecciones adelantadas en Madrid son para Casado agua de mayo. Ayuso se juega todo, incluyendo el futuro de quien la designó. Si consigue emular a Núñez Feijoó -un ex del PP como Borja Semper pronostica mayoría absoluta de Ayuso- el método del político gallego ya no sería el único para reunificar el centro derecha en toda España.

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