Opinión

Islamofobia, un deber moral

La libertad religiosa no está por encima de la libertad ciudadana, está por debajo y sujeta a la libertad

Hace pocos días pudo verse (no sé si por lo del mes de Ramadán) a un grupo numeroso de jóvenes musulmanes ante el Arco de Triunfo barcelonés. Se dedicaban a aporrearse el pecho. Al tiempo que se golpeaban, como poseídos por una deidad energúmena, emitían una especie de cántico espeluznante. Hay poca discusión (o ninguna) acerca de lo sensato o prudente de permitir que grupos de inmigrantes, en vez de aceptar y adaptarse a las reglas de la civilización occidental (la única civilización que existe), se dediquen a importar a Europa sus macabros rituales religiosos y, de paso, sus normas machistas, misóginas y oscurantistas.

Y digo que hay poca discusión porque Europa (sus intelectuales sobre todo, siempre tan cobardes y canallas), por el contrario, se dedica a justificar y ocultar detrás de un espeso muro de buenismo retórico, la realidad de que Europa está siendo invadida. Debido a ese muro retórico, que escamotea la realidad y la razón, es necesario puntualizar algunas obviedades respecto al Islam.

El Islam es una religión que mata. Que yo sepa, es la única religión que mata a los que no creen en ella (infieles), en nombre de su dios. Preferentemente, mata a cristianos. Cuya pacífica religión se fundamenta en el amor y el perdón, por cierto. En África, los fanáticos musulmanes discriminan, persiguen y masacran a los cristianos. Y en Europa los matan cada vez que pueden, no me voy a poner ahora a mencionar casos, todos los conocemos. El tratamiento de la prensa a estos asesinatos religiosos suele ser nauseabundo, les interesa no molestar a la llamada “comunidad musulmana”, no señalar con claridad a los asesinos y denunciar la barbarie de su credo fundamental. Un loquito, un perturbado, un radicalizado, un lobo solitario. Dicen de los que matan. Pero. Son asesinos musulmanes. Asesinos de Alá. Asesinos religiosos.

¿Es misógino y primitivo considerar a las mujeres seres inferiores, a los homosexuales monstruos merecedores de la horca? Toda persona civilizada diría que sí

La libertad religiosa no está por encima de la libertad ciudadana, está por debajo y sujeta a la libertad ciudadana. En las democracias, la libertad religiosa existe gracias a la libertad y a las leyes y normas de convivencia que se han dado los ciudadanos libres e iguales. En el momento en que esa libertad religiosa entra en conflicto con la libertad ciudadana, se convierte, al promover la imposición de un Dios político, en fuerza segregadora y por tanto en enemiga de la democracia que la tolera y permite. Y en enemiga de la estética. ¿Sólo a mí me parece un espectáculo grotesco la hecatombe de corderos  durante la llamada Fiesta del Cordero?   

La islamofobia como insulto y mácula, es una creación de la izquierda cuya consecuencia ha sido y es la estigmatización de todo ciudadano europeo que se resista a la entronización, importada, de una religión misógina, autoritaria y primitiva, incompatible con la democracia: el Islam. ¿Es misógino y primitivo considerar a las mujeres seres inferiores, a los homosexuales monstruos merecedores de la horca? Toda persona civilizada diría que sí. Lo que ha hecho la izquierda al convertir la llamada islamofobia en un tabú social y cultural, es demonizar el lógico rechazo a la cohabitación en sociedades laicas y libres, con una fuerza antidemocrática y fanática hasta el punto que, en sus manifestaciones extremas, llega al asesinato indiscriminado, a la barbarie. Es decir, lo que ha hecho la izquierda es convertir a los defensores de la libertad y la democracia, en enemigos de la libertad y la democracia, y facilitar la colonización islámica de Europa. 

Intransigencia y violencia

La islamofobia en los países con gobiernos laicos, los únicos democráticos, ha de ser un deber moral. El objetivo final del Islam es islamizar. Como puede comprobarse en cualquier capital europea donde existan grandes poblaciones musulmanas. El islam no es sólo una religión, es un proyecto colonizador. Es cierto que, en mayor o menor medida, todas las religiones lo han sido. Pero el islam es una religión aún no domada por la civilización, y en consecuencia, practica la intransigencia, la violencia y el terror para lograr sus fines. Al contrario de las otras grandes religiones monoteístas, el cristianismo y el judaísmo, que hace siglos los han descartado.

Ante esta amenaza, ya claramente tangible en muchos países de Europa,  es de sentido común ser islamófobo. El Islam es una religión misógina, violenta, antidemocrática, machista y, en sus manifestaciones extremas, terrorista. A los hechos me remito. Bastan unas caricaturas para desatar su salvajismo. Cree que las mujeres son inferiores, y que los homosexuales merecen ser colgados de una grúa o ser lanzados desde una azotea. En cuanto a las mujeres, sostiene que tienen que andar tapadas porque son putas de nacimiento, cuya razón de ser es provocar a los machos. Las mujeres según el Islam, deben ser obedientes, sometidas al macho y si se portan mal (ofenden a Alá, Mahoma, o a sus machos delegados) pueden ser azotadas, humilladas o reventadas a pedradas.

En vez de, al llegar a Europa, civilizarse, el Islam pretende imponer su atraso religioso. Toda persona civilizada, todo demócrata, debe ser islamófobo. No sólo es de sentido común, es un deber moral.

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