"Siempre ha sido igual. A Redondo le pasó con Basagoiti, con Albiol y con Monago: llega un momento en que se cree indestructible y, sin entender bien por qué desde su torre de marfil, todo empieza a salirle mal. Y ese momento parece haberle llegado con la moción de censura en Murcia, que creía que iba a ser el golpe decisivo para consolidar a Pedro Sánchez y puede ser su puntilla".
Un consultor de la capital que conoce bien desde hace años la trayectoria de Iván Redondo describe lo que define como "el fin de la baraka" del rasputín de Moncloa. "Desde la catástrofe de Murcia, todo le ha ido mal, y hasta la presentación de su plan España 2050 se ha visto como un ejercicio de fuegos artificiales. Hace meses, probablemente habría sido un éxito: hoy, solo ha reflejado, entre otras cosas, lo alejado que está del sentimiento de la gente". Y lo solo que están tanto él como Pedro Sánchez.
La buena estrella de Redondo se ha apagado. Aunque probablemente su declinar comenzó con el fiasco del 'plan Illa', meses antes de la fallida moción de Murcia, cuando Teo García Egea -el 'aceituno' como peyorativamente le motejaban en Moncloa- le ganó por la mano y dio la vuelta a la tortilla, convirtiendo una operación destinada a ser el golpe maestro final para consolidar la 'era Sánchez' en el comienzo de la gran debacle.
Semana Fantástica de Redondo
Tras Murcia llegó la convocatoria electoral en Madrid, la designación de Ángel Gabilondo como candidato -el PSM culpa directamente a Redondo- y el sorpasso histórico de Más Madrid el 4-M. Gabilondo tuvo que abandonar, machacado por una campaña plena de bandazos y una arritmia que le hizo decir basta. Pablo Iglesias, que salió de najas de Moncloa, se inmoló a los pies de Ayuso y acabó cortándose la coleta. Y, para colmo, en la semana en que debían venderse "las luces largas" de la España 2050 -la obra magna de Redondo- la incompetencia de Exteriores provocó la crisis de Ceuta y opacó la que debía ser la Semana Fantástica de Iván.
La cuesta abajo del gurú Redondo ha puesto de manifiesto las vergüenzas de un Gobierno cada vez más solo dentro y fuera de nuestras fronteras, y con las costuras reventándose entre ministros que no se aguantan -el vídeo de Nadia Calviño echando los ojos al cielo al escuchar a Yolanda Díaz por enésima vez anunciar la derogación de la reforma laboral de Rajoy o las prisas de Fernando Grande-Marlaska por filtrar que Interior se opuso a recibir en un hospital de Logroño al líder del Polisario, la (pen) última metedura de pata de Arancha González Laya- son solo dos ejemplos que han trascendido en esta semana.
La soledad de Sánchez fuera de nuestras fronteras es más que evidente. El presidente de los Estados Unidos sigue sin dignarse a levantar el teléfono para hablar con el jefe del Gobierno español ("es algo inaudito", insisten fuentes del Cuerpo Diplomático). En esta crisis de Ceuta, los 'gestos' han sido como sonoras bofetadas: el secretario de Estado norteamericano habló con Rabat, pero no con Madrid, y cuando el Departamento de Estado se pronunció con una escuálida nota, fue de una equidistancia insultante al llamar a "España y Marruecos a trabajar juntos" por arreglar la crisis.
Por no hablar de las maniobras que comienzan en 15 días en Marruecos con EEUU como socio preminente y la ausencia de España. Todo mientras la inefable González Laya lidia con la indignación en su departamento por la falta de un plan de vacunación para funcionarios y diplomáticos; la petición de UGT de que haya ceses en la cúpula de su Ministerio por el "desgobierno"; que el sindicato hermano 'suplique' a Ayuso que les vacune ante la inacción del Departamento o que el Brexit, por echar la vista atrás, le pille sin un nuevo embajador y prorrogando in extremis el mandato del actual que debía haberse jubilado ya.
Le pasó lo mismo con Basagoiti, con Albiol y con Monago: siempre les llevó a la derrota en las segundas elecciones. Cuando se le agota la 'baraka' no es capaz de enderezar su suerte"
Con estos antecedentes, ¿quién podía imaginar que fuese una buena idea traerse de Argelia -algo que rechazó Alemania- al líder del Polisario con un nombre falso, ocultárselo a la propia justicia española y meterlo en un hospital sin tantear primero a Rabat? La primera reacción de Laya, cuando ya habían entrado miles de marroquíes por el Tarajal, fue que “no le constaba” que era una respuesta a su fallida operación con el líder polisario. A estas alturas, le debe haber quedado claro.
Florentino y otros que se borran
Pero la soledad de Sánchez empieza a ser evidente dentro de nuestras fronteras. No es Pablo Iglesias el único que salta del barco. La estrella de Redondo ya no brilla, y las ausencias del Ibex -dicen que son los primeros en olfatear el cambio de ciclo político- fueron más que llamativas en el Museo Reina Sofía para la presentación del Plan España 2050. Hace tres años, cuando Sánchez y Redondo celebraban sus primeros cien días en Moncloa, acudieron a la Casa de América Florentino Pérez, Abril Martorell, Rosell, Entrecanales... Botín no estuvo entonces ni ahora.
El pasado jueves, solo Galán, Gallego y Pallete repitieron. Y eso que el reparto del maná de los fondos europeos es un canto de sirena para el Ibex.
Las encuestas animan también ese ambiente de cambio de ciclo que empieza a hacerse espeso en Moncloa, dando ganador al PP por encima del PSOE y hasta el CIS del ínclito Tezanos recorta la distancia de Casado hacia Sánchez. Y nuestro consultor nos insiste: "Le pasó con Basagoiti, con Albiol y con Monago: siempre les llevó a la derrota en las segundas elecciones. Cuando a Redondo se le agota la 'baraka' no es capaz de enderezar su suerte".
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