Cuando hace años se engendró la teoría del efecto mariposa como una consecuencia de la globalidad que habíamos construido, todos pensamos que se trataba de otra superproducción de los nuevos gurús del pensamiento ideada para epatar en los auditorios en los que actúan. Pasado un tiempo, los palmarios ejemplos que corroboran la teoría nos han convencido de que, esta vez sí, los gurús tenían razón.
Lamentablemente, la mayor evidencia de la existencia del efecto está resultando auténticamente dramática. Sin la intensa movilidad de personas y de mercancías propias del mundo global, el maldito virus generado en una lejana provincia china jamás habría tenido las consecuencias asesinas que está teniendo en el planeta. Pero existen más pruebas de los tsunamis provocados por las alas de las mariposas.
Hace pocos días un carguero de enormes dimensiones se atoró (como diría Mafalda) en las arenas del canal de Suez. Casi inmediatamente, estamos conociendo la gran debacle producida en el comercio mundial: más de 200 buques atascados haciendo cola para cruzar el canal, millones de barriles de petróleo varados haciendo que se dispare el precio del crudo en el mercado internacional …
Si cambiamos de plano y hacemos un zum para observar de cerca la realidad política española, comprobamos que el aleteo del lepidóptero soltado desde Moncloa ha revolucionado el tablero del ajedrez político español, y son varias las piezas -negras- que han caído ya, otras -también negras- las que están en riesgo de ser comidas, y alguna -blanca- que puede llegar a coronar y convertirse en reina.
Nula fiabilidad
Pueden citarse varios de los efectos provocados por la jugarreta que, concebida por el Goebbels de Sánchez, contó con la interesada aquiescencia de la dirección de Ciudadanos. Para empezar, los que decían querer ocupar las casillas centrales del juego han quedado desacreditados como partido. La desfachatez -ética y política- de Ciudadanos autocensurándose en la Comunidad y el Ayuntamiento de Murcia, ha desvelado su incoherencia total, su nula fiabilidad y su absoluta deslealtad.
Junto a lo anterior, el fracaso casi general de la intentona ha desnudado políticamente a Inés Arrimadas, cuya nadería, incapacidad e inconsistencia han quedado expuestas en la plaza pública.
En el ámbito madrileño, la asonada ha supuesto la muerte política del peón Ignacio Aguado que pasará a la Historia pequeña de la pequeña política como un paradigma de la ambición, traición y defunción de un político ramplón.
Muy soso y poco serio
A la extrema izquierda del tablero, ha provocado la salida del gobierno de la torre negra que, congestionada y a la desesperada, escapa hacia la Comunidad de Madrid. Si falla la apuesta todo al rojo que ha formulado Iglesias, éste puede ver definitivamente sepultada su ya decadente carrera política.
En el mundo socialista se ha quebrado la imagen de infalible cerebro de la estrategia que se venía auto fabricando entre los suyos el redondo alfil negro de Pedro Sánchez. Y al tiempo, los primeros escarceos preelectorales de Ángel Gabilondo han demostrado que soso sí y mucho, pero que formal y serio no tanto. Al negar ahora que en materia fiscal vaya a hacer si gobierna lo que hace un mes, sin gobernar, propuso que se hiciera, revela que su informalidad y falta de seriedad están al nivel de los más informales y de los menos serios.
Y entre las fichas blancas, la asonada ideada desde Moncloa por Iván el Chamán está sirviendo para entronizar a la actual presidenta madrileña que parece va a lograr un significativo respaldo electoral de los madrileños. Si como prevén las encuestas consigue revalidar su presidencia, Isabel Díaz Ayuso se convertirá en la gran reina blanca de la partida. Definitivamente, el tsunami provocado por las mariposas monclovitas habrá adoptado la forma de boomerang estrellando su fuerza contra quien las lanzó.
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