Opinión

Una izquierda que ofrezca más

Es hora de que la izquierda deje su constante, inaguantable catastrofismo y sermones interminables

Hace unos días, Elon Musk, el hombre más rico del planeta, escribía en la red social anteriormente llamada Twitter (me niego a aceptar el cambio de nombre) que el futuro iba a ser fantástico. Esto puede parecer fácil de decir cuando eres un plutócrata que nada en dinero y se gana la vida lanzando cohetes al espacio, pero quizá sea un poco más difícil de creer para el resto de los mortales.

Aunque estoy totalmente en desacuerdo con Musk en prácticamente cualquier tema político, creo, sin embargo, que en esto tiene razón.

Soy un optimista. Creo firmemente que la humanidad tiene un futuro brillante ante sí, a poco que juguemos bien nuestras cartas. Eso me hace relativamente inusual dentro de la izquierda, pero creo que el desarrollo tecnológico, ahora mismo, nos ha dejado a las puertas de un mundo mucho mejor.

Tras años de dudas, las energías renovables (especialmente solar, geotérmica y eólica) han sufrido una reducción de precio tal que son prácticamente gratuitas. Las baterías, a su vez, han bajado tanto de precio que almacenar renovables a gran escala es viable. La tecnología para combatir el cambio climático de forma efectiva ya está aquí, e implementarla a gran escala incluso ahorra dinero.

A su vez, los avances en inteligencia artificial ofrecen potencialmente incrementos gigantescos en la productividad en casi todos los sectores económicos. Las revoluciones industriales son una historia de reducción de costes de energía y automatización creciente, y ahora mismo tenemos en nuestras manos revoluciones tecnológicas en ambos lados de esta ecuación.

La izquierda pasó de ofrecer prosperidad a pedir constantemente sacrificios. Pasamos del bienestar material a una obsesión por el consumo responsable y un mensaje de austeridad personal cada vez más cargante. Las ideas de libertad y liberación, que siempre había sido un pilar progresista, paulatinamente se convirtieron en una obsesión por la corrección política

Tradicionalmente, la izquierda, al definirse como progresista, hablaba de forma implícita de una promesa de abundancia. El futuro iba a ser mejor porque íbamos a construir una sociedad en la que todo el mundo podría prosperar. Era una visión optimista, una promesa de una vida mejor.

No sé cuándo sucedió exactamente, pero hubo un momento, quizá a finales del siglo XX, en el que la izquierda pasó de ofrecer prosperidad a pedir constantemente sacrificios. Pasamos del bienestar material a una obsesión por el consumo responsable y un mensaje de austeridad personal cada vez más cargante. Las ideas de libertad y liberación, que siempre había sido un pilar progresista, paulatinamente se convirtieron en una obsesión por la corrección política. En vez de mirar hacia adelante y prometer un mundo mejor, la izquierda abrazó el pesimismo y una infatigable búsqueda de culpables.

El cambio climático es real, despilfarrar recursos naturales es mala idea y debemos tratar a todo el mundo con respeto. Los ricos tienen demasiado dinero, y gente como Elon Musk debería pagar muchos más impuestos. Sigo siendo de izquierdas. Pero, Dios mío, dejemos este pesimismo a un lado.

Es hora de que la izquierda deje su constante, inaguantable catastrofismo y sermones interminables, y vuelva a un mensaje positivo. En vez de hablar de dolor y miedo, la agenda progresista tiene que ser ofrecer “más”. Queremos una sociedad más rica, más próspera, y en la que las maravillas del futuro sean accesibles para todos. Queremos una sociedad en la que la energía sea limpia y abundante, en la que la tecnología nos dé acceso a mayores niveles de bienestar. Queremos un mundo más libre, con más derechos, más oportunidades. Más vivienda, más transporte público, más servicios, más colegios, más, más, más.

Energía limpia, barata y abundante

Dejar de ser unos aguafiestas quejumbrosos, por cierto, no es sólo una cuestión de estrategia para ganar votos: es también la estrategia económica correcta. Estamos a dos pasos, a poco que hagamos las cosas bien (y dejemos que el mercado haga su trabajo asignando recursos), de entrar en una era de energía eléctrica limpia, barata y abundante. Eso vendrá, insisto, justo cuando podremos automatizar una cantidad descomunal de nuevas tareas, acompañado por una absoluta revolución que nos permitirá almacenar energía y hará viables toda clase de robots autónomos. Cualquier gobierno medio sensato debería estar haciendo todo lo posible para acelerar estos cambios ahora mismo y asegurarse de que sus beneficios alcancen a todos.

Basta de ofrecer privaciones y lecciones morales. La izquierda debe ofrecer un futuro mejor, no promesas de dolor y sacrificio con el ocasional impuesto a millonarios. Es hora de ofrecer un mundo más rico, más libre, con más derechos y prosperidad.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP