“Toda situación colonial que destruye parcial o totalmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la carta de las Naciones Unidas…” (Resolución 2.353 de la ONU, 1967).
El 13 de mayo, la fragata española Méndez Núñez abandonó a la escuadra estadounidense cuando se dirigía al estrecho de Ormuz. El objetivo era intimidar a Irán, y mostrar su poder destructivo. La retirada de la fragata fue una pequeña y jugosa alegría para los que recordamos aún las barbaries del imperio en Irak, Siria, y en otras muchas guerras por delegación. El gobierno español mandó a la fragata a votar por correo a India (Bombay), que para eso dicen que es la mayor democracia del mundo, y dejó cuadrado al Abraham Lincoln ante su espejismo persa.
Poco más tarde, el 4 de junio, a instancias de EEUU, marinos reales británicos detuvieron en Gibraltar a un petrolero iraní. Según los asaltantes, llevaban crudo a Siria. Los iraníes alegaron que, debido a la gran capacidad del barco, no podía atravesar el Canal de Suez, y que por eso lo hicieron por Gibraltar. Desde la colonia señalan que la acción se produjo atendiendo a las sanciones de la UE sobre Siria, país árabe que fue bombardeado por destructores americanos estacionados en Rota (USS Ross y el USS Poster).
¿Por qué no llamaron a España? ¿Por qué no reaccionó Europa antes?
El Peñón no atendió ninguna indicación de la UE. Deben de estar muy molestos desde que las instituciones comunitarias reconocieran a Gibraltar como una colonia, algo que la ONU sí ha hecho en varias ocasiones desde 1960. Es todo un acontecimiento que se debería de celebrar en las fiestas de los pueblos del ruedo ibérico, pero es improbable que se haga.
El campo de Gibraltar está vampirizado por traficantes y maleantes profesionales. Es un espacio de subdesarrollo succionado por una colonia, al margen del derecho internacional
Esta colonia de genoveses, marroquíes y andaluces, exterioriza la soberbia de un país que hace mucho que perdió su imperio marítimo, pero sobre todo, su legitimidad ética y moral para intervenir más allá de sus fronteras.
Todo este proceso ha culminado en un desaire a la soberanía de España, pero también a Europa. Además, el embargo sobre la nación persa es ilegal y mafioso, tal y como sucedió en Irak.
Los beneficios que UK recibe de su colonia son poca cosa comparados con los daños que causa a España. El campo de Gibraltar está vampirizado por traficantes y maleantes profesionales. Es un espacio de subdesarrollo succionado por una colonia, al margen del derecho internacional.
Pero el éxito del Peñón es innegable. Su PIB es de casi 2.000 millones de euros. La renta per cápita de unos 100.000 €, la tercera del mundo, por detrás de Qatar y Luxemburgo. Multiplica por 3 veces la española, y dobla a la inglesa. Es una economía dopada por el sector financiero y el juego. Treinta mil empresas (algunas fuentes señalan hasta 80 mil), 120 líneas móviles por habitante, y 20 bancos internacionales con servicio offshore están presentes en el Peñón.
Pero una gran parte de esa riqueza se reduce al contrabando, fraude, elusión fiscal, y ahora secuestro de barcos.
Argumentar que hay que aguantar porque España tiene 10.000 trabajadores en la columna de Hércules no es suficiente, y además, parece poca cosa. Es mejor subvencionarlos que aceptar un absurdo así.
A cada gibraltareño le corresponden 100 cajetillas de tabaco al día, lo que daría para una buena intoxicación. Pero ni siquiera los llanitos merecen tanto humo, y por eso hay quien exporta el tabaco defraudando interminables millones de euros a la Hacienda española. Con ese dinero se podrían financiar muchos hospitales, porque la estafa ascendía a 1.000 millones de euros anuales, al menos hasta el acuerdo entre UK y España firmado en marzo de este año, en el que se comprometían a luchar contra el fraude británico.
Pero el daño que la colonia causa va más allá de lo económico. Es de carácter ético, porque es un foco de corrupción.
Aviso a la Unión Europea
El asalto del superpetrolero es un aviso claro a la UE: el imperio, y sus aliados, manejan los pasos más importantes del mundo.
Es cierto que los estrechos son esenciales para el cobro de “portazgos militarizados”. Ormuz, Gibraltar, Dardanelos, Malaca, Mandeb, Suez, Panamá, son los caminos angostos por los que penetra su poder. Son la puerta hacia una especie de útero por el que circulan dos mercancías simultáneas: las ideas y los productos que generan éstas. Pero si todo lo que tiene que ofrecer Gibraltar es piratería y fraude fiscal, es mejor que deje de existir tal y como lo hace en la actualidad. La realidad es que esa colonia no es viable sin la ocupación ilegal del istmo, el aeropuerto, y el abuso manifiesto de las aguas y costas.
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