Opinión

Los juristas de Yolanda Díaz

Es una obsesión de la propaganda sanchista vendernos que en España hay extrema derecha, pero no, extrema izquierda. Resulta admirable la facilidad con la que la oposición a Pedro Sánchez asume la tramposa y malintencionada equiparación

Es una obsesión de la propaganda sanchista vendernos que en España hay extrema derecha, pero no, extrema izquierda. Resulta admirable la facilidad con la que la oposición a Pedro Sánchez asume la tramposa y malintencionada equiparación como extremos de, por un lado, Vox y, por otro, Bildu y los independentistas. Lo cierto es que en España, además de separatistas y herederos de ETA, existe la extrema izquierda, una de las más reaccionarias de Europa, como se puede comprobar ahora mismo con las justificaciones “políticas” de las matanzas terroristas de Hamás que está haciendo, entre otros, el secretario general del Partido Comunista (PCE) Enrique Santiago.

Que formen parte del gobierno es otro de los méritos del PSOE. Más, si tenemos en cuenta el protagonismo comunista adquirido en las negociaciones con Puigdemont para lograr la próxima investidura. Este martes, en el Ateneo de Barcelona, la exhibición de los llamados “juristas de Sumar” para protagonizar la explicación del proyecto de amnistía ridiculiza al Partido Socialista. Que nadie se engañe. No es que el grupo coordinado por Asens -“España tiene ocho naciones, Murcia, no”- sea desleal con los socialistas al adelantarse, sino que Sánchez es dependiente de lo que le digan desde el partido de Yolanda Díaz. Al candidato socialista solo le importa la votación que le haga presidente.

A nadie debería sorprender una posición contraria a la Constitución en el PCE de los últimos años; lo increíble es que los socialistas les sigan como corderos

Basta seguir la pista de Pérez Royo, el ideólogo de la iniciativa presentada, para comprobar que, como señalaba Allende, “los comunistas no son gente improvisada”. Este jurista escribía ya en diciembre de 2020, después de descalificar al Tribunal Supremo por la sentencia del 1-0, un artículo titulado “¿Por qué no una proposición de ley de amnistía?”, precisamente. Entonces, el Partido Socialista consideraba anticonstitucional la amnistía, hoy, ya no. ¿Quién guía a quién? A nadie debería sorprender una posición contraria a la Constitución en el PCE de los últimos años; lo increíble es que los socialistas les sigan como corderos.

La Conferencia política del Partido Comunista de España de junio de 2008 proclamó su “ruptura con el pacto constitucional de 1978” y su compromiso con la apuesta republicana y federal como “objetivo estratégico para la etapa presente”. En septiembre de 2012, Antonio Romero y Alberto Garzón proclamaban “nuestra Constitución es papel mojado” en un escrito titulado “Apuntes para avanzar hacia un Nuevo Proceso Constituyente”. Resulta desconcertante la pérdida de orientación del PSOE, pero no debería extrañar a nadie la posición anticonstitucional de Pérez Royo y todos sus camaradas de trazabilidad comunista, y mucho menos la de la militante Yolanda Díaz.

Dicen los ministros socialistas que su opinión sobre la amnistía no coincide con la de Sumar, pero se desconoce cuál es la suya. Ocultan lo obvio, que la única posición sobre la amnistía será la que acuerden comunistas e independentistas, la que finalmente Sánchez presentará como propia -diferente, dirá mintiendo-. Él solo espera que le hagan el trabajo para poder proclamar “es constitucional”. De momento no se sabe quiénes son los juristas de Sánchez y es obvio que el volante lo llevan los comunistas.

Si Pérez Royo proclama “el constituyente prohibió los indultos generales, pero no la amnistía”, los de Sánchez lo reproducen como loros, plató a plató. Si constitucionalistas como Teresa Freixes evidencian que es un argumento absurdo, como demuestra que los constituyentes rechazaran dos enmiendas con propuesta de incluir la amnistía, qué más les da a los socialistas que cambian de opinión a conveniencia. Los coherentes son los camaradas del PCE, castristas confesos como su presidente José Luis Centella.

Cuando escribe “hay que hacer saltar el fusible de la Monarquía”, no es tanto un ataque contra Felipe VI, como contra la Constitución

Pérez Royo, de procedencia comunista, pone al servicio de la causa un “constitucionalismo mágico” orientado a lograr cambios sin necesidad de modificar la Constitución. Sigue la estela del PCE que se ha marcado como objetivo “revolucionario” liquidar la España del 78. Cuando escribe “hay que hacer saltar el fusible de la Monarquía”, no es tanto un ataque contra Felipe VI, como contra la Constitución. Igual que al afirmar “un referéndum de autodeterminación será inevitable” en Cataluña. Su pensamiento, que orienta al sanchismo político y mediático, lo resume al afirmar “el Tribunal Constitucional dio un golpe en Cataluña”.

Desgraciadamente, hoy no hay en el Partido Socialista alguien como Fernando de los Ríos, enviado en 1931 a Barcelona para detener el golpe de Maciá contra la República recién nacida. Ahora el PSOE está en el golpe.

Desde El País advierten a Sánchez de la necesidad de explicar su posición sobre la amnistía si quiere mantener la confianza de los electores socialistas desconcertados. No asumen los de Prisa sanchista que el candidato socialista no sigue un criterio propio, sino el de los “juristas de Yolanda”. Aunque disimule por necesidades del guion. Preocupa a los relatores mediáticos sanchistas que su candidato pueda parecer un bobo cuando hace afirmaciones ininteligibles sobre la diversidad -en un país que lidera el ranking mundial de descentralización- o sobre el objetivo de convivencia de la amnistía -por parte de quién concedió ya un indulto general para lo mismo-. Es lo que tienen.

No es fácil mantener el tipo en las tertulias televisivas en la defensa de un Sánchez que tiene el cuajo de vender que sostiene hoy “lo que yo he defendido siempre con mi palabra”. Así, paso a paso, van logrando todos ellos que España se ancle en el territorio de la inseguridad jurídica. Un mensaje demoledor para los potenciales inversores, insustituibles para sacar el país del pozo. Es lo que hay.

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