Opinión

La bendición de las burbujas

No hará falta ser un coloso de Silicon Valley para lanzar algo que necesite IA

  • Imagen creada con Inteligencia Artificial (Grok 2)

La empresa más discutida y comentada durante los últimos días en Estados Unidos ha sido DeepSeek, una pequeña startup china. Los ingenieros de la compañía se las han arreglado para crear un modelo de inteligencia artificial capaz de dar resultados comparables a los sistemas más avanzados de Silicon Valley, pero a una fracción de su coste.

No soy programador y, la verdad, entiendo bien poco sobre los fundamentos de estos sistemas y las innovaciones de software que tienen a las empresas del sector tan preocupadas. DeepSeek ofrece su modelo en código abierto, así que el resto de empresas van a intentar replicar sus logros lo antes posible. Lo que parece bastante claro es que las enormes inversiones de capital en inteligencia artificial estos últimos meses quizás estaban siendo destinadas a una montaña de servidores y tecnología completamente innecesarios para obtener buenos resultados.

Soy de los que creen que los sistemas de inteligencia artificial en desarrollo estos días son genuinamente revolucionarios y tienen el potencial de transformar cómo trabajamos. En vista de las montañas de dinero que Wall Street ha lanzado a paletadas en el sector y las valoraciones desmesuradas de muchas de sus empresas, no obstante, no es descabellado creer que lo que estamos viendo es una burbuja.

En apenas un par de años, vimos cientos de páginas web, con modelos de negocio increíblemente cuestionables, pasar de la oscuridad más absoluta a tener cientos o miles de millones de valoración en bolsa. Muchas de ellas gastaron toneladas de dinero en publicidad y se hundieron espectacularmente, arruinando a muchos inversores

Burbujas, por supuesto, ha habido muchas. Las empresas tecnológicas suelen tener un producto que todo el mundo en el sector insiste que es el futuro cada dos o tres años, antes de caer rápidamente en el olvido. El volumen de capital físico en servidores y hardware con la inteligencia artificial, así como las mareantes cifras invertidas, ponen esta en particular en una escala solo comparable a las puntocom de finales del siglo XX.

Y ese paralelismo, probablemente, hace que sea aún más optimista sobre ellas.

Para los que hayan olvidado esos días, lo de las puntocom fue realmente delirante. En apenas un par de años, vimos cientos de páginas web, con modelos de negocio increíblemente cuestionables, pasar de la oscuridad más absoluta a tener cientos o miles de millones de valoración en bolsa. Muchas de ellas gastaron toneladas de dinero en publicidad (la Super Bowl de 1999 es célebre por tener más de una docena de anunciantes que habían desaparecido como empresas dos años después), no consiguieron un céntimo de beneficio y se hundieron espectacularmente, arruinando a muchos inversores.

Aunque casi nadie recuerda a las Pets.com, Computer.com, Epidemic.com, LifeMinders.com, Netpliance, OnMoney.com, OurBeginning.com y Oxygen.com más que como pufos infames, su corta existencia tuvo un efecto colateral curioso. De forma paralela a estos chiringuitos inconsecuentes, los años de la burbuja se vieron acompañados por una colosal inversión en infraestructura de telecomunicaciones, tanto en banda ancha como en el desarrollo de telefonía móvil de datos de tercera generación. La demanda esperada de servicios en internet era inmensa, así que todo el sector invirtió como posesos esperando esas industrias mágicas del futuro… que quebraron en masa inmediatamente después, ya que nadie tenía un modelo de negocio. Esto se tradujo en un enorme exceso de capacidad, que acabó por generar una caída de precios considerable en ancho de banda, servidores y acceso a internet.

Amazon crece de verdad estos años; Facebook nace en 2004, Google sale a bolsa ese año; YouTube aparece en 2005. El santo grial tecnológico que realmente cambia todo, el iPhone llega al mercado en 2007. La internet que conocemos, esa fuerza dominante de nuestra economía y sociedad, está construida sobre las cenizas de la burbuja que la precedió

Los 2000 empiezan entonces en un mundo distinto en el que tener servidores es barato, y casi todo el mundo tiene acceso a banda ancha. Existen redes de telefonía enormes, pero nadie sabe qué hacer con ellas. Es en esta época, cuando los costes de la infraestructura física de internet han caído en picado, cuando realmente empieza a generar negocios viables y empresas que ganan dinero. Amazon crece de verdad estos años; Facebook nace en 2004, Google sale a bolsa ese año; YouTube aparece en 2005. El santo grial tecnológico que realmente cambia todo, el iPhone llega al mercado en 2007. La internet que conocemos, esa fuerza dominante de nuestra economía y sociedad, está construida sobre las cenizas de la burbuja que la precedió.

Predecir el futuro es harto complicado, pero si realmente DeepSeek es lo que promete ser, quizás acabemos en una situación parecida. Resulta que todo ese capital físico y los chips de IA supersofisticados no eran necesarios, y que hay decenas de empresas que han hecho promesas enormes sobre valoraciones imposibles sin un modelo de negocio claro. Muchos van a perder muchísimo dinero de la forma más estúpida posible. Lo que también tendremos, a su vez, será un exceso de capacidad bestial en procesamiento de datos, tanto en servidores como en producción de chips. El exceso de oferta traerá una bajada de precios y, con ello, menores barreras de entrada al sector; no hará falta ser un coloso de Silicon Valley para lanzar algo que necesite IA. Y dado que la IA es esencialmente software, los costes no harán más que bajar.

Un petardazo la mar de sano

No me sorprendería en absoluto que, tras un petardazo la mar de sano este año o el que viene, la inteligencia artificial pase a un segundo plano relativo… solo para ver emerger una oleada enorme de empresas en otra etapa mucho más creativa e innovadora que esta.

Una burbuja, sí. Pero esto no ha hecho más que empezar.

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