Opinión

La bolsa es muy mala pitonisa

La idea de que la bolsa sabe algo que los demás ignoran es un absurdo. Nadie conoce el futuro, ni el mejor informado del mundo

Llevo toda mi vida escuchando que la bolsa es un indicador adelantado de la economía, que si sube cuando todo está mal es que anticipa una recuperación y que si baja cuando todo aparenta estar bien es lo contrario. Es uno de tantos mitos falsos que por ahí pululan. La bolsa no nos quiere decir nada porque no sabe nada, lo que pasa es que a todos nos gusta creer que todo lo que pasa tiene algún significado.

La mayor crisis que se ha vivido en décadas fue la de 2008, y empezó por problemas inmobiliarios en Estados Unidos en 2006, sin embargo en septiembre de 2007 Wall Street marcaba máximos históricos y en noviembre lo hacía el Ibex español, ¿en serio alguien pretende que nos creamos que la bolsa nos estaba avisando en esos momentos de algo cuando iba más que retrasada respecto a los problemas de la economía real?

Claro que luego bajó, y 2008 fue de los peores años bursátiles de la historia pero como bajó en 2020 porque venía una pandemia (que tampoco predijo ya que a mediados de febrero las bolsas marcaron máximos y ya hacía más de dos meses que moría gente en China por la pandemia). Como el dinero es cobarde y las inversiones son expectativas, los movimientos son rápidos y a veces prematuros. Cabría preguntarse, al hilo de esto, ¿cuántas bajadas no han significado nada empezando por el enorme desplome de octubre de 1987? La idea de que la bolsa sabe algo que los demás no, es tan absurda como los horóscopos. Huelga decirlo pero no está de más recordar que nadie conoce el futuro, ni el mejor informado del mundo. El idolatrado (con razón, no lo dudo) Warren Buffet (que por cierto, ha ayudado al último crash bursátil vendiendo parte de su participación en Apple) lleva muchos meses manteniendo una cantidad enorme de dinero sin invertir cuando las bolsas marcaban máximos. Es decir, se ha equivocado. Hasta él lo hace. Lo normal es equivocarse, claro.

A veces gano cuando me equivoco, porque me acerco al mercado con humildad y me adapto a él, y no intento convencerlo de que siga mi criterio, aunque lo tenga muy bien argumentado

El mayor error es la soberbia. Creer que uno no se puede equivocar y apostarlo todo a lo que uno piensa. Más que acertar o no, lo importante es el momento. Estaba convencido de que en otoño de 2020 la bolsa subiría. Hice una gran cartera a precios que hoy son irrisorios (Santander a 1,6 euros por ejemplo) pero Trump no acababa de aceptar su derrota en las presidenciales, me dio miedo y vendí. A los pocos días. Pfizer anunció la vacuna y todo subió como la espuma. Es la reacción al “ruido” lo que nos hará ganar o perder, no el tener razón. A veces gano cuando me equivoco, porque me acerco al mercado con humildad y me adapto a él, y no intento convencerlo de que siga mi criterio, aunque lo tenga muy bien argumentado. La única verdad son los precios que se cruzan y al bono, la acción, la divisa, la cripto o lo que sea en lo que estemos negociando, le importa un pito nuestra opinión.

La suma de voluntades que crean las negociaciones diarias en todos los mercados del mundo desde luego tampoco saben el futuro, si fuera así las bolsas hubieran empezado a caer cuando la burbuja inmobiliaria empezó a desinflarse en Estados Unidos en 2006 o cuando aparecieron los primeros casos de contagios en diciembre de 2019. Que este lunes 5 de agosto, el tercer mayor mercado bursátil del mundo se desplomara un 12,4% tampoco tiene capacidad de predecir nada ni encierra un mensaje económico especial. Si ese fuera el caso, ¿por qué esperó a ese día y no lo hizo antes?

A toro pasado podemos encontrar explicación a todo, y seguramente sea convincente. Es bueno que conozcamos el pasado para poder afrontar mejor el futuro. Pero si dentro de unos meses llega la recesión económica a Estados Unidos (algo de lo que se lleva hablando más de un año) tal y como anunciaron algunas portadas este martes tras las caídas bursátiles, no será porque la bolsa lo haya anunciado. Del mismo modo que los más de 30 nuevos máximos históricos que ha marcado Wall Street los primeros siete meses de 2024 tampoco significaban nada. Bueno sí, que la bolsa se ponía cara y las posibilidades de que cayera aumentaban, pero no fueron ningún aviso para la economía real. Si a eso añadimos que a eso que llamamos bolsa son unos índices donde el comportamiento de unos pocos valores son determinantes, aun hay más abismo entre renta variable y datos macroeconómicos.

Mínimos en el Euríbor

Lo que sí puede incidir mucho en la economía de todos es la respuesta de los bancos centrales a los movimientos en los mercados financieros. Por ejemplo, si la Fed hubiera reaccionado ante el desplome del Nikkei del lunes pasado bajando los tipos de interés, o hubiera habido una acción coordinada con el BCE para ayudar al yen, por supuesto que eso tendría consecuencias para todos. Y de hecho, estos días hemos visto mínimos de años en el Euribor y en la subasta de letras del Tesoro debido a que la corrección bursátil ha aumentado la expectativa de un mayor recorte en los tipos de interés. Es la razón de que quien no tenga dinero invertido en nada le puedan interesar todos estos temas.

Olvidémonos de que la bolsa sabe algo y que nos quiere mostrar el camino de lo que va a pasar. Es tan falso como decir que las criptomonedas (que son un activo importante, como hemos comentado muchas veces) son un refugio contra algo cuando se desploman cuando hay problemas a mayor velocidad que las bolsas.

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