La Eurobubble contenía el aliento estas semanas ante el inminente anuncio de la segunda Comisión von der Leyen, precedido de ciertos dramas, algunos menores, como inesperados retrasos o bailes de candidatos para mejorar la paridad del colegio de comisarios (los casos rumano y esloveno) y otros mayores, como la estrepitosa caída del comisario francés Thierry Breton, con marcados tintes tragicómicos muy inusuales en Bruselas.
La presentación de la nueva estructura de la Comisión y la propuesta de asignación de carteras es, sin duda, el momento álgido del cambio de ciclo institucional y político que se da en Bruselas cada cinco años. Esta vez el anuncio llega poco más de una semana después de la presentación del Informe Draghi, un tour de force de la prospectiva regulatoria que marca una hoja de ruta para que la Unión camine por la senda virtuosa de la productividad o de lo contrario se vea condenada a una “lenta agonía”.
Esta coincidencia temporal no podría ser más auspiciosa, pues la Comisión von der Leyen II se plantea como un ejecutivo diseñado para poner en práctica las propuestas adelantadas por el Informe Draghi. Aquí es donde cobra relevancia capital la propuesta de nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva primera de la Comisión para una transición limpia, justa y competitiva, pues de ella dependerá promover la competitividad para conseguir en paralelo la descarbonización y la reindustrialización de la economía europea, que es el objetivo último marcado por Draghi y asumido de pleno por esta nueva Comisión.
Para ello, a nivel orgánico se hace depender de la vicepresidencia de Ribera la muy poderosa Dirección General de Competencia de la Comisión Europea y se le otorga el mandato claro de modernizar la política de competencia de la UE para favorecer las grandes transiciones. Ello conllevará entre otros una revisión de las reglas aplicables a las fusiones entre empresas y el desarrollo de un nuevo marco para las ayudas de Estado centrado en la promoción de las industrias limpias.
Composición de la nueva Comisión
Más allá de su responsabilidad directa sobre Competencia, a nivel político, se hace depender de Ribera a tres comisarios europeos con carteras de mucho peso: el socialista danés Dan Joergensen (Energía), el conservador holandés Woepke Hoekstra (Acción Climática) y la conservadora sueca Jessika Roswall (Medio Ambiente), que a su vez controlarán directamente las Direcciones Generales de Energía, Acción Climática y Medio Ambiente de la Comisión. En este sentido Teresa Ribera contaría con un poder considerable, similar al ostentado por el antiguo zar del pacto verde, el vicepresidente ejecutivo Frans Timmermans, con la nada menor adición de Competencia.
Timmermans comenzó la Comisión von der Leyen I con una autoridad interna casi omnímoda dentro de su área competencial, el pacto verde europeo, ejercida a través de una presión política formidable sobre distintos departamentos de la Comisión. Timmermans acabó mal: salió de la Comisión por la puerta de atrás para fracasar en la política nacional holandesa y de su prometeica actividad surgió el tsunami regulatorio para las empresas que ahora se pretende corregir con las coordenadas de Draghi.
La vicepresidenta Ribera tendrá pues que tener muy presente la moraleja de la debacle de Timmermans
La vicepresidenta Ribera tendrá pues que tener muy presente la moraleja de la debacle de Timmermans. Habrá de entender muy rápido cuál es el contorno real de su autoridad dentro de la nueva estructura de la Comisión y ver cuál es la mejor manera de ejercer su poder para que su muy ambicioso mandato llegue a buen puerto.
Las dinámicas entre vicepresidentes y comisarios dependientes son particularmente complejas en la Comisión. Se puede dar con la inicial clave dominante de un Timmermans o puede que un comisario bajo tu responsabilidad te capitidisminuya, como le ocurrió al eslovaco Maros Sefcovic, vicepresidente para la Unión de la Energía en la Comisión Junker, de alguna manera fagocitado internamente por su Comisario dependiente, un habilísimo Miguel Arias Cañete con la cartera de Energía y Acción Climática. Ello no impidió que diez años más tarde Sefcovic comience ahora su cuarto mandato en la Comisión, pero esa es otra historia.
Si Ribera lo hace bien enmendará la política de competencia y tendrá un ascendiente sobre la producción regulatoria de la UE en los ámbitos de energía, acción climática y medio ambiente, que incluirá revisiones de decenas de leyes europeas dentro del pacto verde y múltiples nuevas propuestas legislativas. Su éxito está íntimamente relacionado con el éxito de la Comisión von der Leyen II, que en cierto modo dependerá de las más arcanas permutaciones de los gobiernos nacionales a la hora de modificar el presupuesto europeo, incluyendo la famosa mutualización de la deuda propuesta por Draghi, sin la que no se podrá financiar el cambio sistémico al que aspiramos.
Ángel Álvarez Alberdi, director de la oficina de LLYC en Bruselas
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