No se me asusten, nuestro amado y nunca bien ponderado presidente no ha recortado las pensiones…todavía. La paulatina desaparición de este sistema es algo ineludible, como la muerte o los impuestos. Quizá por esto preferimos no pensarlo mucho. Al fin y al cabo, ¿qué podríamos hacer al respecto? Poco.
A usted, que me lee con santa paciencia, y a quien no conozco en absoluto, le queda poco margen. Lo sé a priori, como realidad y verdad de perogrullo. Si tiene cincuenta años en adelante imagino que no tendrá muchas ganas, ni energía física ni, sobre todo, el dinero para tener chiquillos que sostengan las pensiones tal y como están concebidas ahora. En esto último coincide con los que aún tenemos la posibilidad –y atrevimiento- de ser padres, ya sea por adopción, laboratorio o por el cada vez menos típico método de concebir un hijo a la antigua. Me pregunto si tal fórmula será considerado en algún momento como algo kitsch y demodé.
Quizá este último planteamiento suene catastrofista, pero basta con echar un vistazo a la cotidianeidad más prosaica para caer en la cuenta de que el sexo se asocia cada vez menos a la concepción de nuevos seres humanos. Las clases de educación sexual se centran exclusivamente en evitar las ETS y el embarazo. Sobre cómo lograr este último predomina una ignorancia que roza lo supino, más allá de la obviedad de tener relaciones sexuales “a pelo”, en un amplio sentido del concepto (y discúlpenme por usarlo)
Posibilidades de embarazo
Con frecuencia oigo a mujeres de 35 años en adelante comentar que les gustaría ser madres algún día. Por lo visto nadie les ha explicado que una primípara mayor de 30 años tiene más papeletas para tener problemas que una de 25. “¿Primípara? Hábleme en cristiano”. Primípara, dícese de la mujer que vive su primera concepción. A partir de los 35 años las oportunidades de quedarse embarazada disminuyen drásticamente, en proporción inversa a las de que aparezcan complicaciones de salud, tanto para el niño como para la madre.
Lanzarse a buscar trabajo –sea uno hombre o mujer- con un Ridiculum vitae bajo el brazo no parece una opción especialmente atractiva
Asuntos biológicos aparte, ¿cómo lanzarse a ser padres antes de los 30 con la precariedad económica y emocional que afrontamos las personas de 40 años para abajo? Se nos tilda a las nuevas generaciones de ser quejumbrosas, quebradizas, de no tener el valor de plantearse la paternidad si no se tienen previamente bajo control todas las comodidades y seguridades. En esto hay cierta parte de razón. Pero se olvida con excesiva facilidad un asunto que no admite matices: la gran proporción de divorcios, de matrimonios “fallidos” que se dan en España. Fallidos entre comillas porque, como decía Chesterton, “conozco muchos matrimonios felices, pero ninguno de ellos compatible”.
Es comprensible que las mujeres prefiramos- antes de ser madres- consolidar nuestra carrera laboral, teniendo en cuenta la alta probabilidad de quedarnos en la calle si nos hemos centrado exclusivamente en la maternidad durante la edad biológica adecuada para hacerlo. Lanzarse a buscar trabajo –sea uno hombre o mujer- con un Ridiculum vitae bajo el brazo no parece una opción especialmente atractiva, más aún si se tiene uno o dos churumbelillos bajo tu responsabilidad.
De este panorama se quejan las mujeres, en general, y las feministas en particular. Por mi parte, agradezco a estas últimas que lleven estos temas a la agenda pública. Lo que me parece todo un gol en propia puerta son los métodos que van implementando y que han provocado el surgimiento de movimientos como el llamado MGTOW, Men going their own way (“Hombres que siguen su propio camino” –sin mujeres-).
La presunción de culpabilidad que va aumentando cada vez más sobre los hombres que tienen el valor de plantearse una relación sentimental seria con una mujer
A la gran variedad de motivos que impiden la continuidad de las pensiones bajo la vía tradicional y razonable –es decir, teniendo hijos que sostengan en el futuro el sistema- se añade la presunción de culpabilidad que va aumentando cada vez más sobre los hombres que tienen el valor de plantearse una relación sentimental seria con una mujer, no digamos ya tener hijos.
Y sí, hablo de valor, valentía, coraje, arrojo, agallas y hasta temeridad. Porque en poco será una hazaña masculina el intentar acercarse al bello sexo, teniendo en cuenta los “avances” que va poniendo en vigor la ministra de Igualdad. Total, si tampoco es tanto lo que debe afrontar el varón heterosexual cuando le cae una denuncia por parte de su pareja. El fin a perseguir es bueno, sean comprensivos. Hacia la decadencia total del Estado de Derecho. Eso sí, a lo sumo serán dos generaciones las que lo sufran; ante este panorama no quedarán hombres en el futuro sobre los que recaiga esta infamia. Ni mujeres que acaben lamentándola.
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